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Sobre este blog

UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

Una distracción ante la desesperación humana en Gaza

Madrid
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En Gaza, recibir ayuda humanitaria no es un derecho garantizado por el Derecho Internacional. Se ha convertido en un privilegio que depende de la fuerza física, del riesgo que uno esté dispuesto a asumir y de la capacidad de someterse a un sistema arbitrario, militarizado y profundamente deshumanizador.

El nuevo modelo de distribución de ayuda, promovido al margen de Naciones Unidas y de las organizaciones humanitarias sobre el terreno, es respaldado por Estados Unidos y ejecutado por contratistas de seguridad privados estadounidenses. Se trata de un sistema donde sólo quienes logran llegar —muchas veces bajo fuego cruzado— pueden aspirar a recibir una ración mínima.

Ayer, miles de personas desesperadas se congregaron en uno de los puntos de distribución en Rafah. Hubo disparos. Mataron e hirieron a un gran número de personas entre la población civil hambrienta. Son escenas que reflejan hasta qué punto esta forma de distribución es inhumana y un fracaso.

“El nuevo sistema de distribución es algo más que el control de la ayuda. Es escasez planificada”, denunció Jonathan Whittall, jefe de OCHA en el territorio Palestino Ocupado. “La ONU se ha negado a participar en este plan, advirtiendo de que es logísticamente inviable y viola los principios humanitarios al utilizar la ayuda como herramienta en los esfuerzos más amplios de Israel por despoblar zonas de Gaza”, añadió.

Nadie puede pensar que establecer cuatro puntos de distribución, situados solo en el centro y en el sur de Gaza, en zonas militarizadas, es suficiente para proporcionar un acceso adecuado a alimentos para 2 millones de personas que llevan meses sin recibir suministros y que están al borde de la hambruna. Nadie puede pensar que una distribución así puede ser segura, ordenada y alcanzar a todas las personas que lo necesitan.

Además de ser ineficaz, los contenidos de los paquetes de alimentos no son adecuados. Varios de los alimentos que se incluyen, como la pasta, no están listos para el consumo. Se necesita, por ejemplo, agua y gas para cocinarlos, algo de lo que la población en Gaza también carece. Una respuesta humanitaria efectiva no se trata solo de proporcionar suministros.

Los suministros por sí solos no significan nada sin servicios. Necesitan gas para cocinar, agua, servicios sanitarios, recogida de basuras, educación... Servicios como los que UNRWA proporciona desde hace décadas y que continúan a pesar de las restricciones a la entrada de suministros.

Este humillante sistema ha obligado a miles de personas hambrientas y desesperadas a caminar decenas de kilómetros hasta una zona que está prácticamente pulverizada debido a los intensos bombardeos del ejército israelí.

Las condiciones impuestas por este modelo —acceso restringido, vigilancia, escasez, centros vigilados por contratistas armados— no solo son ineficaces: son inaceptables. En lugar de facilitar el acceso a la ayuda, institucionalizan las restricciones impuestas por Israel desde el inicio del conflicto. UNRWA y el resto de las agencias humanitarias, se han negado a participar en este plan porque hacerlo sería legitimar una estructura que contradice los principios más básicos de la acción humanitaria.

“Este modelo no está diseñado para facilitar una ayuda efectiva, sino para distraer de los crímenes que están ocurriendo sobre el terreno”, afirmó el Comisionado General de UNRWA, Philippe Lazzarini, en declaraciones recogidas por Reuters.

Durante el último alto el fuego, cuando las restricciones se relajaron, las agencias humanitarias demostraron su capacidad para entregar ayuda de forma eficaz. Pero esa ventana se cerró. Hoy, la ayuda coordinada a través del sistema de Naciones Unidas está bloqueada, mientras que se abren canales paralelos sin supervisión ni garantías de equidad.

El resultado es un sistema en el que el acceso a la ayuda depende de la fuerza, del riesgo y de la geografía. Un sistema donde las mujeres embarazadas, las personas mayores, los niños y las personas con discapacidad, en definitiva, los más vulnerables y los que más necesitan la ayuda, quedan sistemáticamente atrás. Un sistema que, lejos de proteger, expone aún más a la población civil.

El Estado de Israel debe levantar el asedio y permitir a la ONU un acceso seguro y sin obstáculos para llevar ayuda y distribuirla de forma segura. Esta es la única manera de evitar la hambruna masiva, que afecta también a un millón de niños y niñas.

Es urgente que se restablezca un sistema de ayuda basado en los principios humanitarios: neutralidad, imparcialidad, independencia y humanidad. Las agencias sobre el terreno tienen la capacidad, la experiencia y la legitimidad necesarias para operar. Lo que falta es voluntad política para permitirlo.

La ayuda no puede ser usada como herramienta de castigo colectivo. En Gaza, nadie debería tener que arriesgar su vida para acceder a un saco de harina. Mientras se imponga la lógica de la fuerza sobre la del derecho, la verdadera ayuda seguirá siendo inalcanzable para quienes más la necesitan.

Las entregas y la distribución de la ayuda deben ser a escala y seguras. En Gaza, esto sólo puede hacerse a través de las Naciones Unidas, incluida UNRWA.

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UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

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