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Benny Tai Yiu-Ting: “En una situación donde se hace preciso luchar contra el establishment el único camino es la unidad”

Benny Tai Yiu-Ting

Mar Llera

Habitualmente, los terremotos cogen desprevenidas a las poblaciones que los padecen, aunque un examen atento de las placas tectónicas podría haber evidenciado su paulatina gestación. Los resultados de las elecciones legislativas que se han celebrado en Hong Kong el pasado 4 de septiembre han supuesto un auténtico seísmo para las autoridades de Pekín, pero no deberían considerarse fruto repentino de la suerte. Desde 2013, un grupo de activistas comprometidos con la causa democrática han ido sembrando las semillas de lo que en 2014 parecía una revolución malograda y en 2016 son ya los brotes verdes del cambio.

Entre esos activistas destaca Benny Tai, profesor de Derecho en la Universidad de Hong Kong y alma mater del Movimiento Occupy Central with Love and Peace (OCLP), que detonó la llamada Revolución de los Paraguas en otoño de 2014. Apenas un par de años después, quienes auguraban el fracaso de tal iniciativa debido a la intervención de las autoridades, contemplan con sorpresa que Hong Kong se ha transformado en “la ciudad que asusta a Pekín” (The Economist). Para lograrlo, este año Tai se empeñó en un proyecto destinado a reducir la dispersión del voto demócrata y maximizar sus posibilidades de representación parlamentaria, como explica en esta entrevista exclusiva para eldiario.es.

¿Podría describir las directrices y el impacto de su iniciativa?

En primer lugar, se trataba de coordinar a los partidos demócratas en función de las particularidades de nuestro sistema político de representación proporcional, pues si lográbamos limitar el número de candidatos, quienes se presentaran tendrían más posibilidades de ganar.

En segundo lugar, desarrollamos una campaña de estrategia de voto, de modo que los ciudadanos pudieran utilizar su poder de modo inteligente, sin desperdiciar sus posibilidades de representación parlamentaria. Con este objetivo montamos una plataforma electrónica a través de Telegram Communication App y de Votsonar, a fin de reclutar votantes estratégicos hasta alcanzar 40.000. Puede parecer un número pequeño dentro del total de votantes, pero las recomendaciones que les hicimos influyeron mucho en otros ciudadanos no registrados en nuestro sistema.

En estos momentos estamos analizando el impacto de la campaña y esperamos publicar los resultados de nuestro estudio. Por ahora la impresión general es que en estas elecciones ha habido muchos más electores que se han planteado una estrategia de voto.

Su plan ha suscitado mucha controversia porque ha otorgado a su equipo de campaña un inusitado poder para orientar el voto. Parece que el día de las elecciones ustedes recomendaron a algunos candidatos que se retiraran a fin de reducir la dispersión, pero después abandonaron la propuesta…

Sí, obviamente el proyecto ha sido bastante controvertido, pero creo que nuestras recomendaciones proponían directrices claras. En realidad no pedimos a nadie que retirara su candidatura, simplemente sugerimos a los votantes estratégicos quiénes tenían pocas posibilidades de vencer, de modo que no apostaran por ellos, a fin de concentrar los votos en los candidatos que según las encuestas de opinión gozaban de mejores expectativas. Además, según el actual sistema de representación, algunos de los posibles ganadores no necesitaban tantos votos, así que recomendamos a los votantes estratégicos que prestaran también atención a otras candidaturas marginales. 

Algunos líderes de los partidos democráticos tradicionales resultaron finalmente marginados. ¿Se plantea usted alguna autocrítica, lamenta algún error en la ejecución de su plan?

Sí, al final algunos líderes tradicionales del bando demócrata no han podido salir elegidos, pero pienso que esto ha sido consecuencia de las encuestas, que no les auguraban muchas posibilidades de ganar. Aunque les hubiésemos apoyado no habrían obtenido muchos resultados. Como existía un número de candidatos mayor que el de posibles votos, se hacía necesario renunciar a algunas personas.

Los votantes estratégicos priorizaron el voto más joven, en lugar de optar por los líderes tradicionales. Yo lamenté que algunos de ellos perdieran sus escaños, pues son buenos amigos míos desde hace muchos años, pero todo el sistema se ha basado en los resultados de las encuestas y en las decisiones de los votantes estratégicos; nosotros no podíamos hacer nada al respecto. Se trata de un sistema cruel en este sentido. Ahora bien,  el problema es que se presentaron demasiados candidatos sin una coordinación desde el inicio. 

¿Está usted preocupado por los grupos democráticos denominados “localistas” que, habiéndose beneficiado de su campaña, han logrado representación parlamentaria y abogan por la independencia de Hong Kong o promueven la violencia como arma política?

No creemos que los grupos localistas hayan obtenido escaños porque coincidan con nosotros en su lucha contra el Gobierno. Probablemente tienen ideas diferentes a las nuestras sobre cómo construir el futuro de Hong Kong y no estamos de acuerdo en cuanto a los medios a utilizar, pero han obtenido el apoyo de la ciudadanía. Y si son capaces por sí mismos de obtener votos suficientes, nosotros no podemos detenerlos.  De hecho, no muchos de ellos se han visto beneficiados por nuestra campaña; han obtenido sus escaños gracias al apoyo social.

Antes de las elecciones se consideraba que el Movimiento de los Paraguas había fracasado y que la sociedad de Hong Kong se encontraba desorientada. Sin embargo, el 28 de septiembre se ha celebrado el segundo aniversario de las ocupaciones desde una perspectiva diferente. ¿Cómo valora usted la actual situación política en Hong Kong, así como el futuro hacia el que se encamina?

Es verdad que antes de las elecciones el Movimiento de los Paraguas era considerado por algunos –no por todos- como un fracaso, pero ahora ha cambiado el sentir general. A la hora de valorar un movimiento democrático y no violento no se puede adoptar una perspectiva de tan sólo uno o dos años; la mayoría de movimientos necesita un periodo temporal mucho más amplio: 10, 15 ó 20 años, de modo que estamos sólo en los inicios.  Aun así, han pasado apenas dos o tres años desde que empezamos a movilizarnos y ya podemos albergar algunas esperanzas: mucha gente se ha unido a nosotros, estamos implementando nuevos métodos y esto de algún modo insufla ideas frescas.

Creo que en los próximos años muchas más personas se unirán a nosotros y eso nos dará nuevas energías para seguir adelante. Además, como dije antes, cualquier movimiento requiere largo tiempo para lograr sus objetivos. Por lo tanto, la clave es la tenacidad. Necesitamos nueva sangre para mantener el impulso. Así que tengo esperanzas acerca de la situación.

Como seguramente sabe, España ha vivido este año una situación inédita en nuestra democracia: después de dos elecciones generales en seis meses, ha habido muchísimas dificultades para conformar un gobierno debido a la división del voto, a los casos de corrupción y al enfrentamiento entre partidos. ¿Cuál es su opinión respecto de la coyuntura que acabamos de experimentar en nuestro país?

Bueno, no conozco lo suficiente la situación actual de España, pero probablemente tenga algunos puntos en común con la nuestra. Quizá los partidos y los políticos se preocupan principalmente de sus propios intereses, de los intereses de su propio grupo… En una situación donde se hace preciso luchar contra el Gobierno o contra el establishment, que tiene muchos más recursos que nosotros, el único camino es la unidad. Debemos dejar de lado algunos de nuestros puntos de vista y tratar de encontrar un consenso con aquellos que trabajan en la misma dirección. Tal vez haya que llegar a un acuerdo de compromiso, ceder un poco, pero creo que eso es parte de la lucha política. En último término debemos apelar a la gente, porque en una democracia al final es la gente la que decide.

Necesitamos personas valiosas que no antepongan su propio interés, que sean capaces de buscar el bien común para la sociedad. Quizá no estemos de acuerdo respecto de cuál es ese bien, así que debemos organizar reuniones y propiciar ocasiones para que la gente delibere, para que se escuchen las distintas opiniones y se reflexione sobre diferentes puntos de vista, a ver si finalmente podemos alcanzar algún consenso. Yo no sé si esto podría funcionar o no en España, pero es lo que propongo para construir el futuro en Hong Kong.

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