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El termómetro festivalero no favorece al FIB

El FIB sigue en caída tras una nueva temporada de festivales "satisfactoria"

elDiarioes Cultura

Tras el final del multitudinario Arenal Sound, la temporada de festivales arroja un balance satisfactorio para los promotores ante un panorama estable en el que algunas citas crecen (Primavera Sound, BBK Live!) y compensan lo que pierden otras, véase -un año más- el Festival Internacional de Benicàssim.

En solo cuatro ediciones, el que solía ser estandarte nacional de los grandes festivales veraniegos se ha dejado por el camino 80.000 asistentes, con una caída gradual desde 2011, cuando alcanzó por segunda vez el récord de 200.000 personas, hasta 2014, año en el que ha congregado a 120.000.

No es el único de los diez festivales españoles más multitudinarios que se han saldado con menos asistentes, pero solo el FIB mantiene una tendencia sostenida a la baja, que desde la Asociación de Promotores Musicales (APM) atribuyen a una política “un poco descabezada” a la hora de programar bandas.

A pesar de ello, su director, el británico Melvin Benn, se mostraba optimista al cierre de esta edición y aseguraba que se habían cumplido los objetivos de que la marca siga creciendo con fuerza, sobre todo después de que la amenaza del cierre y el concurso de acreedores se cernieran sobre ella en 2013.

La cara optimista de la moneda

En la cara opuesta se sitúa otro evento musical radicado en Benicàssim, el Rototom, que recibió la cifra récord de 240.000 asistentes a lo largo de ocho jornadas, y otros eventos como el Primavera Sound de Barcelona, que pasó de 170.000 a 190.000 personas en una edición marcada por la lluvia, o el BBK Live! de Bilbao, también con récord de asistencia de 120.000 espectadores.

“El balance general, para como apuntaba el año, es satisfactorio, porque se consolidan citas que vienen con los deberes hechos y una programación consecuente y consensuada con la dinámica general y, sobre todo, con sus fans”, ha valorado para Efe Carlos Espinosa, vocal de la APM.

Para Espinosa, aunque hay festivales que por su situación fronteriza pueden atraer más extranjeros, en la carrera por la continuidad resulta clave fidelizar al público nacional, y cita el ejemplo del Low de Benidorm (Alicante), que repite las buenas cifras de 2013, con 75.000 asistentes en tres jornadas de música.

Por la cantera nacional también apuesta de forma clara el festival Viña Rock de Villarrobledo (Albacete), que llegará el año que viene a su vigésima edición tras dos ediciones consecutivas en las que ha amarrado a unos 200.000 asistentes.

Los peor parados

Es la misma apuesta del Arenal Sound de Burriana, que, aunque bajó a 250.000 espectadores -frente a los 280.000 del año anterior-, se mantiene como el festival más concurrido de todo el país.

Junto a este y el FIB, también caen el SOS 4.8 de Murcia (70.000 asistentes en 2014 por 90.000 personas en 2013, lo que le hará perder una posición respecto al Low) y el Sónar de Barcelona (110.000 espectadores, 11.000 menos que en 2013, pero con récord de 52.000 asistentes a los conciertos diurnos).

Estos datos llegan en un año marcado por una nueva oleada de nuevos festivales repartidos por toda la geografía española y con pequeñas variaciones en la composición de sus carteles. Para Espinosa, “si detrás hay promotoras solventes, como el caso del 101 de Málaga, se pueden abrir ”nuevas vías de negocio“.

“El problema llega cuando hay quien cree que con 50.000 personas se rentabiliza un festival, juntando diez nombres de artistas en un lugar de playa y atrayendo a gente de la hostelería que no tiene ni idea de este negocio. Esos están condenados a desaparecer”, sostiene el responsable de Riff Producciones.

La APM destaca el buen rumbo de los festivales “premium” como el Cap Roig de Palafrugell -“un fenómeno digno de estudio”, dicen- y “la riqueza de la diversidad” que proporcionan los más pequeños, como el Contempopránea de Alburquerque (Badajoz) o el BluesCazorla (Jaén), que han sabido encontrar su hueco dirigiéndose a un público especializado “en destinos con encanto”.

Menos contentos se muestran en la asociación que congrega a la mayoría de promotores musicales con el 21% de IVA que grava tanto las entradas como los servicios de hostelería en el interior de los recintos.

“Un festival nutre a la población en que se ubica con 50.000 visitantes que van a dormir en sus hoteles y a comer en sus restaurantes y supone un desagravio bestial que todo esto tribute al 8 por ciento y que el promotor que genera el negocio tenga que pagar un 21 por ciento”, protesta la APM, que afirma que al final eso repercute en los servicios y en la calidad de los artistas.

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