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El Teatro Real blanquea al Otello negro de Shakespeare

El nuevo Otello blanco del Teatro Real

Mónica Zas Marcos

Otello es un general norteafricano de piel negra que protagoniza la obra homónima de William Shakespeare, El moro de Venecia. Lleva siendo negro desde el siglo XVII, cuando el bardo inglés escribió una trama intrigante de celos desmesurados y traiciones políticas. Y lo sigue siendo, aunque las adaptaciones posteriores hayan decidido teñir la piel de sus tenores blancos durante años. “Era una tradición que tenía que cambiar”, dijo el mánager de la Metropolitan Opera de Nueva York (más conocida como Met), dando carpetazo así a una un centenar de años de falsos Otellos negros.

¿Qué decisión había tomado la compañía? Prescindirían del betún y mantendrían la blancura de su actor principal, Aleksandrs Antonenko. Muchos pusieron el grito en el cielo ante la exclusión del único personaje negro de las óperas clásicas, pero otros celebraron que se abandonase por fin este recurso ridículo en una sociedad diversa.

“Está claro que esa vieja moda no concuerda con los tiempos que corren, en los que un Otello con la cara pintada de negro no tendría lugar en la producción”, defendían en el Met. Muchas empresas dejaron de usar estos maquillajes tan densos por ser demasiado tóxicos o incómodos para sus actores, pero la mayoría lo hizo por vergüenza. De esta forma presumían también de erradicar la xenofobia subyacente en la obra original.

Sin complejos racistas

Las adaptaciones modernas de la ópera de Giuseppe Verdi, basadas en el drama de Shakespeare, decidieron alejar la acción de los tópicos racistas de la época isabelina. Así ocurre también en la nueva obra del Teatro Real, estrenada hace una semana por streaming. El montaje es una coproducción entre la English National Opera de Londres y la Ópera Real de Estocolmo junto con el emblema madrileño. Este Otello, huelga decir, también es blanco.

“Hemos eliminado el objetivo [de la obra original] de potenciar la inseguridad de un personaje por el color de su piel, al considerarse indigno de tener una mujer tan hermosa como Desdémona”, defendió Joan Matabosch, director artístico del Real, ante las críticas. Por eso el actor estadounidense Gregory Kunde luce su tez blanca sobre las tablas al meterse en la piel del moro de Venecia.

“William Shakespeare capturó de manera genial el poder demoledor de la inseguridad. Lo hizo otorgando al gran guerrero unos rasgos raciales insólitos en su entorno, que actúan como una suerte de poderoso talón de Aquiles”, apuntan en la web del teatro. Lo que ha sorprendido, sin embargo, ha sido la descripción del personaje de Desdémona: “tan refinada, tan blanca y tan aristocrática que cualquiera comprende que Otello no pueda menos que amarla”.

Con intención o por despiste, la información mantiene la virtud de la piel blanca como elemento de atracción suprema. “Es decir el personaje ya no es negro, pero la obra sigue siendo tan racista como en su origen”, alertan desde la página Afroféminas.

La crítica seguirá dividida entre los que no toleran que desaparezca la naturaleza originaria de Otello y los que rechazan el betún de zapatos sobre todas las cosas. Si los directores no quieren abrir su cásting a las minorías, al menos que no las suplanten, como defiende el columnista Hugh Muir en su columna de The Guardian ¿Pueden los actores blancos interpretar a Otello? Puede, pero no los tiñas. “Porque significa que el personaje debería ser negro -o asiático, cuando les tiñen de amarillo-, pero el director no podía encontrar a nadie lo suficientemente bueno. Y ya sabemos que eso no es cierto”.

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