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ENTREVISTA | Judith Sunderland, Human Rights Watch

“Los solicitantes de asilo LGTBI viven en Ceuta abusos como los que les empujaron a huir”

Directora asociada para Europa y Asia Central de HRW, Judith Sunderland | Imagen cedida por HRW.

Gabriela Sánchez

Esta semana, Human Rights Watch (HRW) ha denunciado la lentitud con la que el Gobierno de España traslada a la península a las personas que piden asilo en Ceuta y Melilla. Desde hace años, esos retrasos han provocado que quienes deciden pedir protección en España acaben anclados en las ciudades autónomas durante meses o años. Si la estancia en los enclaves hace sentir día a día miedos similares a los que les empujaron a huir, como en el caso de las personas LGTBI, la salida se torna aún más urgente, ha denunciado la organización internacional.

La directora asociada para Europa y Asia Central de HRW, Judith Sunderland, está detrás de la denuncia realizada por la ONG esta semana, que ha puesto el foco en el “hostigamiento y abusos” sufridos por los solicitantes de asilo LGTBI en Ceuta. 

Sunderland ha recogido en un informe aquellas vulneraciones de derechos humanos que llevan años denunciando las asociaciones locales. Después de documentar los abusos sufridos por las personas que necesitan protección internacional en diferentes puntos fronterizos europeos, aterrizó en Ceuta y Melilla para analizar la situación desde su perspectiva internacional. 

La crítica es contundente: “Se trata de una política para disuadir a quienes necesitan pedir asilo”. 

Tras su reciente visita a Ceuta y Melilla, han pedido el traslado urgente de los solicitantes de asilo LGTBI a la península. ¿Cuál es la situación que están viviendo estas personas en las ciudades autónomas?

En nuestro comunicado enfocamos la denuncia sobre solicitantes de asilo LGTBI, pero en general hay un problema con los traslados de solicitantes de asilo desde Ceuta y Melilla a España. Lo que nos alarma es la existencia de una política consistente en no trasladar o tardar mucho en llevar a la península a quien solicita asilo en Ceuta. En este sentido, suscribimos la interpretación de los tribunales que han concluido que esta dinámica viola el derecho a la libertad de movimiento de los solicitantes de asilo.

¿Cuál cree que es el objetivo del Gobierno?

Esta política parece estar creada para disuadir a la gente que pretendía pedir protección, y eso se nota en las decisiones a las que se enfrentan personas que sí tendrían motivos para solicitar asilo pero perciben que no les conviene porque supondría quedarse bloqueados en Ceuta. 

Es el caso de un chico joven de República Centroafricana que conocí, quien realmente no sabía qué hacer. Tenía voluntad y necesidad de pedir protección internacional pero sabía que si pide asilo se queda anclado en Ceuta. Es una situación real. Entonces se encuentran en una situación trágica: quedarse en Ceuta durante un largo periodo de tiempo o salir a la península (como migrante irregular) con  una orden de expulsión, lo que supone un factor de riesgo.

La mayor lentitud de los traslados afecta a todos los solicitantes de asilo (excepto a los de origen sirio en Melilla), pero destacan la situación de las personas LGTBI por la vulnerabilidad añadida que supone su estancia en Ceuta. ¿Por qué piden su traslado urgente?

Nos preocupa el colectivo LGTBI porque se encuentran en una situación de particular vulnerabilidad porque en Ceuta se enfrentan a mil tipos de acoso de intimidación, de insultos, de malos tratos. Y algunas de esas situaciones son de las que han venido huyendo de sus países de origen.

La mayoría de los solicitantes de asilo LGTBI vienen de Marruecos o Argelia y, tanto en el centro como en la ciudad, se encuentran con gente que tiene las mismas actitudes homófobas de las que escapaban. Dentro del centro de Ceuta, me hablaban de una situación de acoso, de miedo y de intimidación y amenazas.

También mencionaban los métodos que ellos mismos se buscan para evitar problemas. Dos de ellos me dijeron: “No hablo mucho con la gente para evitar problemas”.

Eso es particularmente cruel cuando está huyendo de una situación de persecución más extrema por su identidad de género u orientación sexual, buscando vivir libre su vida en un país tolerante y acogedor. Que tengan que enfrentarse a esas mismas dinámicas y a esa política de bloqueo en Ceuta en esa situación tan difícil es particularmente cruel y degradante.

¿Qué debería hacer el Gobierno de España para responder de forma adecuada a la llegada de solicitantes de asilo LGTBI en Ceuta y Melilla?

Lo primero, agilizar los traslados a centros de acogida adecuados y preparados. Por otro lado, hay varias recomendaciones desarrolladas por autoridades en la materia, como asegurar el respeto de todos los derechos de personas LGTBI y solicitantes de asilo. Una cosa fundamental es la preparación y formación de todo el personal que trata con este colectivo. La identificación clara de esa persona para asegurar una atención específica a los desafíos que puedan tener en el centro y para poder responder rápidamente a denuncias de acoso intimidación, amenazas, etc.

Uno de los principales retos es asegurar que sientan la posibilidad de denunciar, para eso es importante la formación del personal y no solo en relación a la sensibilidad, sino a saber cómo responder cuando hay una situación de conflicto y amenaza.

Hay diferencias sobre cuál es la mejor manera para alojar a solicitantes de asilo del colectivo LGTBI. Hay quien aconseja apartarlos de la comunidad general en un centro para que no tengan que compartir habitaciones con gente que pueda ser hostil o violenta; y hay quien aboga por asegurar un ambiente general respetuoso y tolerante y no aislar a esas personas. Nosotros apostamos por estudiar cada caso.

Y, en Ceuta, ¿tienen formación específica para atender a solicitantes de asilo LGTB?

No. No hablé con todo el personal, no podría generalizar sobre las actitudes y comportamientos. Pero sí vi una gran sensibilidad y el personal del CETI estaba muy dispuesto para hacer todo lo posible para intentar apoyarlos y eran conscientes del problema del traslado, aunque falta formación específica. 

Un chico me habló de que, aunque denunciaba situaciones de amenaza y acoso, nadie le daba ninguna respuesta clara. Se necesita poder tomar medidas más claras para proteger a una persona. 

Mientras la oficina de asilo fronteriza de Melilla sí funciona, en la Ceuta no se ha registrado ninguna solicitud. ¿Ha podido hablar con las autoridades?

Visité la oficina de asilo de Ceuta y me la tuvieron que abrir con llave porque está totalmente cerrada. Todo muy limpio, todo ordenado y todo muy vacío porque nadie se ha acercado allí para pedir asilo. Me aseguraron que siempre hay alguien ahí que tiene la llave y ha pasado una formación para poder registrar la solicitud en el caso de que alguien lo solicitase.

El inspector jefe de la Policía que me acompañó durante la visita me aseguró que eran los agentes marroquíes quienes, realizando su labor de control fronterizo,  no dejaban pasar a nadie. Según defendía, esa actuación  tenía sentido porque estas personas, insistía, pueden pedir asilo en Marruecos.

Pero esto no es exactamente verdad, porque Marruecos no tiene un sistema efectivo para otorgar asilo y existe mucha documentación sobre el trato que reciben las personas de origen subsahariano en este país.

Con esto España está muy feliz. Esto también tiene que ver con esa política de no trasladar a los solicitantes de asilo, un hecho conocido y que se comunica entre las redes de migrantes. Este hecho disuade a la gente de entrar en Ceuta. Es parte de la lógica de esta política, limitar el número de solicitantes de asilo que llegan a España.

Usted, que ha documentado la situación de los centros de diferentes países europeos, ¿qué puntos en común y diferencias percibe con respecto a los CETI de Ceuta y Melilla y los existentes en otras zonas fronterizas?

Todas las dinámicas de Ceuta y Melilla tienen mucho en común con otras ciudades fronterizas de países europeos como Hungría, Serbia, Macedonia y Grecia: la militarización de las fronteras o esa actitud difusa de la supuesta “defensa de Europa contra la invasión”. Se respira ese ambiente. Las políticas españolas en la frontera sur han servido bastante como modelo para las políticas impuestas en otras fronteras exteriores de la UE en los últimos años: las vallas, las devoluciones en caliente, la militarización de la frontera, los acuerdos bilaterales...

¿Se ha encontrado con algún obstáculo a la hora de realizar su labor de investigación en Ceuta y Melilla?

No me dieron permiso para entrar al CETI de Melilla, mientras que para el de Ceuta sí. El mayor problema fue que nunca tuve una respuesta formal por escrito pero, a pesar de numerosas llamadas y correos electrónicos, no me permitieron el acceso. 

En el último momento logré hablar con el director del centro que me informo de que estaba fuera de Melilla y por eso, dijo, no se me concedía el permiso de entrar al centro. Es una oportunidad perdida tanto para mí como para ellos porque la transparencia es fundamental en estos casos. 

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