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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Arroz, bullying y esvásticas

Carlos Gorairis

Los neonazis de Murcia y otras ciudades ya no se rapan la cabeza, se han dejado crecer la barba, han guardado en el armario sus bates, navajas y puños americanos, y se han disfrazado de Hermanitas de la Caridad. Ahora recogen alimentos en supermercados, pero “Solo para familias españolas necesitadas”.

Caridad pero, ya sabéis, selectiva: enséñame tu DNI y tu carnet de desempleo, y si veo que eres español te daré macarrones, galletas, arroz y un bote de tomate frito. La fruta y el postre ya es cosa tuya. Estos neonazis que estos días reniegan en los medios de su pasado violento se aprovechan miserablemente de familias con pocos recursos para difundir su propaganda xenófoba de fácil masticación ahora que la xenofobia gana adeptos, ¡y no digamos la islamofobia!; mensajes facilones y adornados con eslóganes y fobias varias (que también se gastan su LGTBIfobia).

Basura fascistoide con tufo rancio: menú apto para gente de pocas luces y muchas sombras. Un menú aderezado con mentiras como las que recitan cuando alguien les pregunta que por qué “solo a españoles”: “”No somos racistas, somos patriotas. Ya hay muchas organizaciones que atienden solo a los inmigrantes, y para los españoles, ¿qué?“. Como si no supiéramos que tanto en Cruz Roja como en Cáritas o Jesús Abandonado atienden a todo el mundo: nunca han preguntado la nacionalidad a quienes se acercan pidiendo ayuda.

En Murcia, varios rostros neonazis que ahora practican la caridad son muy conocidos por algunos amigos míos que han tenido que salir corriendo más de una vez. Si esto es alarmante, lo es aún más que estén reclutando quinceañeros para, de momento, repartir folletos con mensajes xenófobos en las puertas de los supermercados mientras los presuntos adultos miran de reojo y vigilan la mesa de colecta alimentaria ¡Venga, chavales, si os portáis bien ya os llevaremos a esos cursos de artes marciales o defensa personal al aire libre que anunciamos por las redes!

Ya sabemos que siempre ha habido grupúsculos amantes del odio, valga la paradoja, gente enferma reunida en torno a una fobia, chavales “tocados” y chavalas “intocables”, pero en tiempos de crisis todo se revuelve y la confusión, la ignorancia y el malestar van engordando a estos monstruos hasta que un día consiguen dar más miedo que risa. Y creo que en nuestro país, y en Murcia, el monstruo ha cogido unos kilos últimamente.

En Levante se hacen llamar “Lo Nuestro”. Esta Cruzada ultranacionalista y fervientemente anti-refugiados está ya instalada en nuestra capital y haciéndose pasar por buenos chicos también en localidades cercanas como Elche, Elda y Alcoy. Durante el último año y medio se están extendiendo como mancha de aceite en otras regiones y bajo nombres –antes hablaba de la confusión- como “Núcleo Joven Granada”, “Acción Social Asturias”, “Málaga 1487”, “Iberia Cruor de Jaén” o, la más conocida, “Hogar Social Madrid”, auténtico germen de este proyecto de odio en nuestro país que consiguió, hace dos años, reunir a todo el fascisterío disgregado de Madrid en torno a un proyecto que presenta dos líneas principales de actuación: por un lado, y a imagen y semejanza de los neofascistas italianos de “Casa Pound”, van ocupando edificios públicos y viviendas abandonadas para ofrecer techo a personas –autóctonas- sin hogar; por otro lado, y en esto han mirado a Grecia, recogen y reparten alimentos para las familias –autóctonas-, algo que hace unos años comenzó a hacer “Amanecer Dorado” a rebufo del austericidio y la pulverización de los derechos sociales en ese país: catástrofes que el neoliberalismo va causando durante su paseo a velocidad de crucero.

Y es que la fórmula griega dio sus frutos; podridos, sí, pero frutos. Desde mediados de los 80 existe “Amanecer Dorado”, un partido neonazi, racista y xenófobo formado por gente vinculada a la Dictadura de los Coroneles: policías, militares, gente de “pura sangre griega” pero algo envenenada. Han resistido estas décadas como minoría hasta que les ha llegado su momento de gloria: la explosión de la crisis en Grecia.

Mientras recogían y repartían alimentos entre familias autóctonas, creaban bolsas de trabajo, promovían redes asistenciales y propagaban su mensaje anti muchas cosas, especialmente anti-inmigración. También ejercían la violencia, día sí día no, en las calles, asesinatos incluidos. El caso es que su diarrea cuajó en muchas mentes: ahora son la tercera fuerza política en el Parlamento griego. Da igual que gran parte de su cúpula esté en prisión por delitos de sangre; y es que mucha gente, ay, la gente, ha visto ¡en esas cabezas rapadas! su salvación: una realidad que se sitúa entre el chiste malo y la pesadilla.

Y en España, entre paquetes de lentejas y garbanzos que van y vienen, al monstruo le van saliendo cabezas tal Hidra de Lerna. En su afán por engordar reclutando “activistas” y ofrecer una imagen positiva, dinámica, proactiva y demás mandangas, el monstruo se disfraza de lo que haga falta: ya se ve por las redes un grupo de ¡animalistas patriotas!, y una asociación ecologista que tiene programado para el próximo 18 de febrero esto que anuncian: “Una reforestación con árboles y arbustos autóctonos en la Sierra de Madrid (…) Se plantarán tantos árboles como familias ayuda el Hogar Social Madrid”. Árboles y arbustos autóctonos. Tienen que decirlo, “autóctonos”. No pueden evitarlo.

Y así las cosas, ¿qué riesgo corremos ante la aparición de estos grupos xenófobos y de cariz neofascista? Al escuchar cosas como “Son una minoría”, “Mientras se dediquen a eso y no a ir repartiendo palos…”, o “Al final terminarán aburriéndose e irán desapareciendo” pienso en la relación entre algunos casos de bullying y los adolescentes reclutados por los neonazis que pululan por nuestros centros escolares. Pienso también en un joven Adolf Hitler dando su primer mitin en una cervecería ante poco más de… cien personas: corría el año de 1919 y el Partido Nazi estaba a punto de crearse.

En ese mismo año fundaría Benito Mussolini sus Fasci italianos de combate aprovechando la grave situación socioeconómica por la que pasaba su país tras la I Guerra Mundial. Lo que vino después ya lo sabemos, y también que todo eso ocurrió sin la participación de los mass media. Casi un siglo después, vemos cómo un personaje llamado Donald Trump se ha erigido en rey del planeta. ¿Carisma? ¿Coyuntura? Yo creo que ambas cosas. Ambas cosas y mass media.

Según lo que nos ha mostrado la Historia y conociendo la situación actual, ¿no podríamos inferir que estos grupúsculos neofascistas españoles pueden transformarse en algo mucho peor si pusieran al frente a una persona con carisma, con una imagen estudiada y un discurso elaborado, capaz de concitar la atención –y la emoción- de mucha gente que solo imagina su propio futuro y el de su familia de color gris tirando a negro? Ahí tenemos el principal riesgo, la peor consecuencia posible de esta suerte de aggiornamento fascista que contemplamos -quien lo contempla- como algo pasajero.

Mientras la crisis se acomoda hundiendo su culo en nuestro sofá y viendo la vida pasar, engendros como Alternativa por Alemania, Jobbik, Vlaams Belang, Atakka y otros van sumando adeptos por toda Europa y más allá. Lo que se anda cociendo en Francia con el Frente Nacional y en Holanda con el Partido de la Libertad vamos a saberlo dentro de unos meses.

En cuanto al Estado español y la creciente aparición de estas Misiones Alimentarias Excluyentes podemos seguir “apaciguándonos” a lo Chamberlain y dejarlos hacer, o bien empezar a reaccionar y a organizarnos frente a este rebaño de chicos y chicas con el corazón de oro que reparten comida entre los pobres. En las redes sociales ya están en marcha iniciativas donde participar. AMPAs, organizaciones pro personas migrantes, asociaciones pro derechos humanos, colectivos LGTBI, etc. están llamados a tomar parte.

Ya hemos comprobado que pese a manifiestos, concentraciones, artículos en prensa y denuncias diversas, los mandarines no han movido un dedo hasta ahora, así que o espabilamos y nos organizamos para ver cómo atajamos entre todas la violencia neonazi, o iremos viendo cómo le sigue creciendo la pelambre y las cabezas a este monstruo tan “nuestro”, un monstruo de las galletas (y los cartones de leche).

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