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¿Conoces a alguien que ha recibido un crédito?

Alberto Uriona

Bilbao —

Aunque los mensajes de salida de la crisis se suceden, una de las claves para remontar esta larga recesión, la concesión de créditos, sigue con el grifo cerrado. Igor tiene una empresa de construcción, en continua expansión en los últimos años y cartera de pedidos. Tras un año buscando créditos para poder ampliar el negocio y crear más puestos de trabajo, ha desistido. Seguirá con su estructura empresarial y de momento no creará más riqueza. Alberto tiene ahorrados unas decenas de miles de euros y su sueño es vivir en un caserío en el campo. Ha elegido una vivienda que debe reformar pero el banco ha acabado con su anhelo: solo le financia la compra del caserío pero no el arreglo, que le supone 200.000 euros.

Una empresa vizcaína de rehabilitación de ascensores, con 18 trabajadores, ha acudido a su banco habitual, donde está considerada un excelente cliente, para pedir un préstamo para su circulante y le han pedido un interés mínimo del 6% (el tipo de interés oficial en la Unión Europea está en el 0,6%). Ha tenido que renunciar a un proyecto de ascensores en unas viviendas. Un municipio vasco necesita un aval de 700.000 euros para acometer una operación urbanística; ha acudido hasta a tres entidades financieras de la localidad y en todas les exigen que depositen los 700.000 euros para darles el aval. “Para eso no necesitamos el aval”, dicen los responsables municipales.

La lista de ejemplos es interminable pero coincidente: son contados los casos en los que se conceden créditos y casi siempre con un riesgo mínimo para el banco o la caja correspondiente. Las entidades financieras guardan celosamente los datos de las peticiones de crédito rechazadas. Kutxabank, la entidad que en Euskadi tramita más préstamos (tiene una cuota de cerca del 40% de los créditos hipotecarios), ha admitido que el pasado año ha reducido en un 6,5% la concesión de créditos y que, en el caso de las empresas, las operaciones de nuevos préstamos “se cuentan con los dedos de una o dos manos. El porcentaje abrumadoramente mayoritario son las refinanciaciones”, ha asegurado su presidente Mario Fernández.

En los créditos, casi se ha pasado del blanco al negro. En la dorada década pasada, las entidades se pegaban por conceder préstamos: para las viviendas se daba el 100% de una tasación que muchas veces superaba el precio del mercado, con lo que el ciudadano utilizaba el dinero también para adquirir otros productos como automóviles. Las empresas disponían de líneas de crédito con las que afrontaban el pago de sus materias. Todo ha desaparecido (las tasaciones han bajado en muchos casos a la mitad y las líneas de crédito de las empresas son cosas del pasado) y costará que vuelva. “Se siguen dando créditos en operaciones en las que hay solvencia por el cliente”, asegura un portavoz de Kutxabank en un discurso que se repite en una y otra entidad financiera. Pero la realidad dice lo contrario y el grifo sigue seco.

“A los promotores inmobiliarios les están exigiendo que presenten el 50% de los contratos de compraventa de los pisos firmados para darles financiación. Y claro es imposible y tienen que renunciar a proyectos”, asegura un abogado vizcaíno. El ejemplo más claro está en el mercado de las viviendas protegidas, donde hasta hace unos años el sorteo de los pisos era como una lotería para los agraciados. Ahora el Gobierno vasco se encuentra con un rechazo de más del 30% de los adjudicatarios por falta de financiación bancaria para la vivienda.

“No hay crédito ni se le espera”, asegura el secretario general de ELA Adolfo Muñoz. “Solamente están concediendo financiación a quien puede asegurar muy firmemente que van a poder hacer frente la devolución. Quieren el máximo de garantías”, afirma Marisa Gracia, delegada en Bilbao de Ausbanc, la asociación de usuarios de servicios bancarios. Aunque ve cierta luz en la apertura del mercado del crédito. “Estamos volviendo a ver anuncios de financiación en los bancos, eso sí, con mucha prudencia, y con cuentagotas. Y las condiciones se han endurecido buscando esa garantía de solvencia y no asunción de grandes riesgos”.

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