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“Nadie sabe cuándo va a tener que recurrir al Banco de Alimentos”

Daniel Fernández recibe un premio de la Fundación Sabino Arana dirigido al Banco de Alimentos. Foto: Fundación Sabino Arana

Eduardo Azumendi

Daniel Fernández lleva cuatro años como presidente de la Federación de Bancos de Alimentos de Euskadi, viendo “muchas situaciones de miseria” Sin embargo, aún recuerda con un punto de emoción la última gran recogida de alimentos, donde los territorios vascos fueron los que comida lograron gracias “a la solidaridad” de los vascos. “El País Vasco es solidario; hemos liderado la recogida de alimentos en España. La gente nos necesita. Euskadi es una comunidad con buenos servicios sociales y con prestaciones para los que más lo necesitan, pero se quedan cortas”.

Según Fernández, los alimentos para las familias necesitadas quedan en un “segundo plano” ante la imperiosa necesidad de pagar el alquiler o la hipoteca “para no verse en la calle” y mantener gastos básicos como la calefacción o la ropa. “El Banco de Alimentos es una ayuda, pero no la solución. Aunque queramos completar una alimentación equilibrada, hay productos que escasean”.

Los casos que llegan hasta el Banco de Alimentos resultan “muy extremos”. Pero, a Fernández casi le preocupan más los casos que no llegan, pero que sabe con seguridad que están ahí. “Hay una parte de gente que sufre necesidad y que permanece oculta. Se trata de gente vergonzosa, que nunca se ha visto en una situación de tener que pedir. Pierden el trabajo, se les termina el paro y, repentinamente, pasan directamente de considerarse clase media a clase pobre. Recurren a la familia, pero no se atreven a dar el paso y acercarse hasta el Banco de Alimentos. Aquellas personas que conocen a otras en esa situación deben ponerse en contacto con nosotros para que podamos ayudarles”.

El caso es que “nadie sabe cuándo va a tener que recurrir al Banco de Alimentos”, dice Fernández. “La situación no va mejorando como quieren vender algunos políticos. Quizás se esté creando más trabajo, pero es precario y en muchos casos el salario de esos trabajadores no les da para vivir con un mínimo de dignidad. Las personas que con 50 años pierden el trabajo, difícilmente van a volver al mercado laboral”.

“Los ciudadanos de a pie”, añade, “son los que ven la realidad pura y dura. Cada día nos encontramos con situaciones de personas que no tienen para comer. El político recorta, pero esos recortes solo afectan a la clase media y baja. No a los ricos”.

La imagen de que solo los inmigrantes recurren al Banco de Alimentos no es real. “Ahora estamos dando alimentos a los autóctonos. Con las ayudas que reciben no son suficientes para pasar el mes”.

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