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¿Por qué empeora la percepción de la sociedad vasca hacia los inmigrantes?

Encuentro de mujeres inmigrantes en Vitoria.

Eduardo Azumendi

Casi el 25 % de la población vasca quiere vivir en un barrio donde nadie sea de una raza o grupo étnico distinto al de la mayoría de la población; el 27 % considera que su relación con la población extranjera ha empeorado en el último año, frente al 14,6% que lo pensaba en 2007; siete de cada diez personas consideran que, para aceptar plenamente a las personas inmigran­tes, deberían abandonar las partes de su religión o cultura que entren en conflicto con la legisla­ción vasca y española….Son algunos de los datos ofrecidos por el barómetro del Observatorio Vasco de inmigración-Ikuspegi que, encuesta tras encuesta, reflejan como la percepción de la sociedad vasca hacia la inmigración empeora ligeramente. Paradógicamente, los inmigrantes son los que más acusan los efectos de la crisis, pero la profundidad y duración de esta junto con algunos discursos de corte xenófobo han alimentado los recelos hacia los extranjeros.

Miguel Ángel Navarro Lashayas, de la organización SOS Racismo, advierte de que a pesar de que la exclusión social golpea directamente a los inmigrantes y es un debate del que no se puede rehuir, no figura en “la agenda inmediata de las institucio­nes públicas, ni tan siquiera de las sociales”. “Contamos con las condiciones adecuadas para que la integración de las personas migrantes sea vivida de forma posi­tiva, pero también hay elementos preocupantes que deben abordarse con celeridad. Del éxito de la tarea depende, en gran medida, el futuro de la cohesión social del País Vasco”, recalca.

En Euskadi, se han desarrollado diversos planes institucionales de inmigración, cuyo objetivo era contribuir a la integración en la sociedad vasca de las personas extranjeras. “La integración”, explica en un artículo publicado en la revista Zerbitzuan, “es mucho más que disponer de recursos económicos, un trabajo o una vivienda; también tiene que ver con cuestiones como el bienestar psicológico y social de las personas, concretado en aspectos como el acceso a la ciudadanía, el estrés de aculturación, la participación social y política, las redes sociales, la discriminación, el racismo y la xenofobia o la exclusión social”.

¿Cuáles son los retos futuros para la integración en el País Vasco? En los planes de inmigración del País Vasco, ha habido una evolución desde medidas encaminadas a favorecer la acogida e integración, y a conseguir estructurar un entramado público capaz de liderar dichos procesos, hacia medidas donde la responsabi­lidad es compartida entre la sociedad de acogida y las personas migrantes, pasándose a hablar de ciudada­nía y convivencia intercultural. Sin embargo, “lo cierto es que la sociedad de acogida esté teniendo un papel casi de espectador”.

Exclusión

ExclusiónEn cualquier caso, hay una serie de cuestiones que se han tratado con mayor o menor profusión en los planes de inmigración y que resultan claves a la hora de definir un modelo de política de integración en el País Vasco. “De la respuesta que se les dé depen­derá, en gran medida, su éxito y, por lo tanto, la convivencia y cohesión social”, apunta Navarro. Por una parte, apunta que las separaciones familiares por la migración pueden generar un importante malestar, tanto en las personas que han migrado como en las que se han quedado en el país de origen, y “sería conveniente crear las estructuras de apoyo necesarias para que la readaptación de roles y funciones de la familia reagrupada no se convierta en un problema”.

La actitud prejuiciosa de la socie­dad vasca ante el fenómeno de la inmigración es otro de los hechos a analizar. Tan sólo el 36,2% de los vascos ve bien que ocupen plazas y espacios públicos; un 37%, que construyan templos para sus religiones; y un 48,3%, que hablen su propio idioma. También hay un 65% de personas que consideran que los inmigrantes se benefician en exceso del sistema de protección social y casi un 50%, que pagan menos impuestos de los que luego reciben. “La actitud de la población vasca hacia los inmigrantes se puede definir como ambivalente: se mezclan algunas posiciones cerradas con otras que abogan por equiparar derechos”.

El Observatorio Vasco de la Inmigración realiza un índice de toleran­cia hacia la inmigración extranjera que resume las opiniones, actitudes, valores, creencias y estereoti­pos que se van desgranando a lo largo del baróme­tro. El cero sería el mayor grado de intolerancia y el 100, el mayor grado de tolerancia; en 2013, el índice global se situaba en 55,35 puntos, siendo 2012 el peor año, con 53,62 puntos, y 2008 el mejor, con 58,74. “El peor dato de la evolución de la actitud de la sociedad vasca hacia la inmigración es el del porcen­taje de personas que, según el propio barómetro, se podría catalogar como reacias hacia la inmigración, que ha crecido del 19,3 % de 2008 al 30,2% de 2013”.

“Es necesario”, añade el representante de SOS Racismo, “que las instituciones públicas aboguen decididamente por una estrategia clara de lucha contra la discrimina­ción, que preste especial atención a las cuestiones que tienen que ver con programas de sensibiliza­ción, prevención y detección, y a las medidas de reparación a las víctimas de actos discriminatorios o racistas”.

La presencia desproporcionada de inmigrantes entre el colectivo de personas que sufren exclusión social también es motivo de preocupación. La proporción de hogares afectados por procesos de exclusión en ámbitos como el empleo es del 27,2 % en las personas extracomunitarias, frente a un 12,5 % entre los espa­ñoles o comunitarios de la UE15. En la exclusión de la vivienda, las cifras son del 17,8% para los españoles frente al 37% de los extranjeros. “Aunque la mayoría de las personas rechazan la injusticia y piensan que les resulta difícil perjudicar a otros, sin embargo son capaces de hacerlo si las víctimas han sido previa­mente deshumanizadas. Quizá el mejor ejemplo de ello son los denominados delitos de odio, de los que apenas se tienen conocimiento en el País Vasco, no tanto porque no ocurran, sino porque no se recogen como tales en los atestados policiales”.

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