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La autoedición, única salida para muchos escritores

Paloma Bravo Pérez

Si Virginia Woolf, novelista, ensayista, editora y escritora de cuentos británica, considerada como una de las más destacadas figuras del modernismo literario del siglo XX tuvo que fundar una editorial para publicar ella misma algunos de sus textos, ¿qué tendrán que hacer muchos escritores anónimos que intentan imprimir en una situación de crisis económica, que hace que las editoriales arriesguen menos? La salida de la autoedición parece la única solución para muchos. Es decir, una vez escrito el texto a publicar, los propios escritores deben financiarse los gastos de impresión, buscar los medios para insertar el ISBN y distribuir las lecturas por su cuenta, vía internet, redes sociales o llevar ejemplares ellos mismos a librerías. Todo esto sin que medie ninguna editorial.

Uno de los casos es el de Javier Jorge, que tras intentar que aceptasen su novela ‘La última raya’ “en todas las editoriales de España”, decidió imprimir él mismo el libro. El escritor confiesa que tenía “muy claro que se podían vender miles de ejemplares”. A día de hoy, va a por la sexta edición y se ha convertido en la última novela autoeditada en formato papel más vendida en los últimos 30 años en España. Asegura que después de tanto éxito le han ofrecido “prácticamente todas las editoriales publicar la novela”, pero que ya no le interesa. Cree que “no se han sabido adaptar a los cambios que se están viviendo en el mundo” y ahora ya no está dispuesto a ceder. El motivo principal es que “un escritor solo se lleva el 8% o 10% de los beneficios como máximo. El resto se reparte entre las librerías, el 30%, las distribuidoras, el 10% o 15% y la editorial un 40%-45%. Al final todo el mundo vive de tu novela, menos tú”, afirma el escritor. Javier Jorge calcula lo que ganaría con su novela si la pubilcase una editorial: “de mi libro que se vende a 15 euros, sólo me llevaría 1,3 euros. Me sale mejor vender 20.000 libros por mi cuenta que 80.000 con una editorial”.

Dificultad para distribuir

Una vez que un escritor opte por la autoedición, debe hacer una importante labor en distribución y promoción del producto. El editor Roberto Lastre de la Editorial Arte Activo afirma que “la autoedición tiene el inconveniente de que no se distribuye”. Asimismo recalca que al autoeditarse, no existe la posibilidad de revisión y que “es necesario que se filtre y corrija la novela”. Todo se complica, ya que a día de hoy, según asegura el editor, “no se paga el derecho de autor al escritor hasta que no se recupere el dinero”. Es decir, el porcentaje de beneficios que corresponde al autor, no lo recibe hasta una vez recuperada la inversión.

Eloy Moreno, escritor de ‘El bolígrafo de gel verde’ publicó él mismo su novela, aunque tiempo después la editorial Espasa le ofreció imprimir y accedió. Cree que una de las mejores cosas de la autoedición es que “el contacto con los lectores es mayor por las redes sociales” y que se difunde con mayor facilidad. Para Javier Jorge, Twitter ha sido una herramienta fundamental “gracias a las recomendaciones”. Además, en la biografía de su red social, se puede leer el primer capítulo de 36 páginas y que de esta forma “el lector se haga una idea del libro”. Tal es así que “si las redes sociales no existieran, hubiera sido más difícil que la gente hubiese comunicado a otros sus opiniones sobre mi libro”, afirma el autor de ‘La última Raya’.

Las librerías por su parte ven “una faena” que los escritores decidan autoeditarse los libros y distribuirlos por internet. Así lo afirma Begoña Knörr, de la librería Jakintza de Vitoria que, a su juicio, “ellos mismos se hacen un flaco favor porque les plagiarán sus obras”.

La autoedición, también como primera opción

Publicar uno mismo su libro puede ser una opción impuesta porque las editoriales no acepten la novela, pero Ángela Serna, escritora de poesía, después de tres libros publicados por editoriales pensó homenajear a un poeta francés y hacer una recopilación de lecturas por su propia cuenta, vía autoedición.

En caso de que finalmente una editorial acepte editar y publicar una novela, la escritora asegura que el contrato que ha firmado alguna vez para recibir el porcentaje correspondiente de derechos de autor no ha sido ninguna retribución económica, sino que le regalaban 50 ejemplares y ella podía hacer lo que quisiera con ellos. Por ello, asegura no haber visto “ni un duro” por ser la autora de los libros.

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