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La trastienda de la cumbre del clima de París

Los periodistas de la cumbre se toman un descanso.

Natalia González de Uriarte

Cuentan los que se pasean entre los pabellones, las salas plenarias, las 32 salas de negociaciones diseminadas por la pequeña 'ciudad verde' de 18 hectáreas levantada en el parque de exposiciones aeronáuticas de Le Bourget- el espacio al norte de París que acoge la cumbre del clima- que el stand que sobresale entre el resto de los expuestos es el de la poderosa red social de Facebook, “es imposible no verlo, incluso desde lejos”. Paradójica la anécdota, al menos, porque la empresa y sus prácticas poco o nada tienen que ver con la sostenibilidad.

No es la única incoherencia y quizás se quede pequeña al lado de otras superlativas, como que esta cumbre histórica, que persigue un acuerdo vinculante contra el cambio climático y en defensa del medioambiente, esté patrocinada por multinacionales petrolíferas, gasistas o farmacéuticas que, por su puesto, tiene un lugar prominente en los recintos de exposiciones.

Multinacionales petrolíferas, entre los patrocinadores

Estas y otras historias son las que esconde la trastienda de la COP21, esas que rara vez trascienden, pero que no pasan desapercibidas para las miradas críticas. Florent Marcellesi, portavoz de EQUO en el Parlamento Europeo y eurodiputado verde, que se ha trasladado desde Bruselas a la capital gala para participar en la conferencia, cuenta a eldiarinorte.es qué se ve al otro lado del telón.

¿Cómo organizar la frenética actividad que acoge durante 12 días el parque de exposiciones Le Bourget, al norte de París? ¿Cómo se estructura ese especio, un auténtico búnker por las estrictas medidas de seguridad desplegadas a varios kilómetros a la redonda tras los atentados de París, que recibe cada día 40.000 personas, unos 10.000 delegados de 195 países, 14.000 representantes de la sociedad civil, observadores de las negociaciones, 3.000 periodistas acreditados, unas 2.000 personas adicionales acompañantes de los jefes de Estado...? Es una tarea titánica que se está cumpliendo de forma ordenada y resolutiva.“He de reconocer que está muy bien organizado. Tras los atentados nos temíamos que las restricciones de movimientos iban a ser más, pero no han sido tantas aunque sí se han cancelado algunos eventos al aire libre. Se han podido acreditar prácticamente la mayoría de los interesados; hay muchas facilidades para el transporte que es gratuito estos días y son muchas las frecuencias; los recintos están bien señalizados. Lo que cuesta es entrar, porque se ha de pasar por varios puestos de seguridad, pero una vez estás dentro, es cómodo y fácil moverse”, relata Marcellesi.

La oferta cotidiana de transporte en buses y trenes suburbanos ha sido aumentada en unas 70.000 plazas. Hay transbordadores gratuitos para circular entre el lugar de la conferencia y las estaciones de metro o tren suburbano más cercanas y tres líneas especiales de autobús efectúan los trayectos nocturnos entre Le Bourget y el centro de París y unos 200 vehículos eléctricos con chofer están a disposición de los delegados.

Como curiosidades Marcellesi apunta que las salas de plenario llevan el nombre de diferentes ríos franceses o que las acreditaciones identifican por colores; la prensa luce de amarillo, la sociedad civil, de azul y a las delegaciones de países les ha tocado ir de rosa. Hay otros detalles que destaca como el 'kit' de bienvenida a los participantes que incluye, además de un boli y libreta conmemorativa, un recipiente de diseño y reutilizable para que consuman el agua distribuida en las numerosas fuentes diseminadas en el recinto para evitar las botellas de plástico.

Se han cuidado los gestos; al bajar de los autobuses se ofrece a muchos participantes producto local, manzanas recién recogidas de los huertos del valle de Oise, a 70 kilómetros de París; se servirán 412.000 comidas durante la conferencia y los restaurantes han procurado que sus platos estén confeccionados con alimentos sin huella de carbono y ecológicos. Aunque han pasado por alto otros aspectos que han merecido el reproche de Marcellesi y otros activistas. “Hay muy pocos locales vegetarianos, toda una incongruencia teniendo en cuenta que el consumo de carne, la ganadería intensiva genera más gases de efecto invernadero que el sector del transporte. También es una de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos. También es una contradicción que los grandes mandatarios se hayan desplazado hasta la cumbre en los vehículos más contaminantes que puedas imaginar”.

Marcellesi relata que el ritmo de trabajo es frenético. Por un lado las rueda de prensa, por otro las reuniones para las negociaciones entre los técnicos de los diferentes países para adelgazar contra reloj ese primer borrador consensuado en la primera semana, las actividades paralelas de la sociedad civil; los encuentros de las ONG para asesorar a participantes; la actividad de los lobbies para presionar a las partes... “La gente, en la víspera de entregar el borrador, ya no dormía”.

El europarlamentario verde destaca la nutrida programación divulgativa y lúdico-festiva y de denuncia que gravita en el exterior del recinto oficial así como en innumerables puntos de París, una ciudad completamente empapada del espíritu verde. “La mayoría de estos activistas se aloja en un lugar conocido como Place to be, un albergue juvenil localizado al lado de la estación del norte de París, contratado prácticamente en su totalidad por las ONG. Tiene precios reducidos, muy competitivos frente a los 300 euros por noche que pude costar una sencilla habitación de hotel”.

Caras muy conocidas

Por allí se ha podido ver a Vandana Shiva, la filósofa india y activista en favor del ecofeminismo o a la influyente periodista e investigadora canadiense, Noami Klein.

También se han paseado entre las delegaciones y han ofrecido conferencias los actores Sean Penn o Leonardo Di Caprio. “Las ONG más potentes suelen utilizar estas figuras como reclamo de atención. Sus voces sirven para dar mucha mayor difusión al mensaje. Di Caprio, por ejemplo, ha sido muy activo en Twitter durante estos días”, cuenta Marcellesi.

Esta semana se afronta los retos decisivos y entran en juego en las negociaciones los actores políticos. Atrás quedan todas esas declaraciones de buenas intenciones y será cuanto los jugadores enseñen sus verdaderas cartas. “La partida final llega ahora. Queda pendiente aclarar cómo se va a poner en marcha el acuerdo, si será vinculante o no, cómo se van a definir las cargas de los diferentes países, cuáles van a ser los objetivos más ambiciosos a largo plazo y cómo se van a revisar las medidas acordadas y acelerar las acciones de cara al 2020”, destaca Marcellesi. “Todavía se podría evitar lo peor y decidirse por algo al menos aceptable. En particular, y además de reducciones en línea con el objetivo de 1.5ºC, necesitamos un acuerdo en su conjunto vinculante y no solo algunas partes como pretende EEUU; revisión de los compromisos a partir ya de 2018, una financiación amplia para la adaptación, también después de 2020, con mayor participación de los países emergentes, el reconocimiento de las perdidas y daños o reconocer los refugiados climáticos, entre otras cuestiones”.

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