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Flores amarillas para recordar al Nobel Juan Ramón Jiménez en Moguer (Huelva)

Flores amarillas para recordar al Nobel Juan Ramón Jiménez en Moguer (Huelva)

EFE

Huelva —

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Moguer (Huelva) está llamada a convertirse en los próximos meses en el pueblo “de las flores amarillas”, las favoritas del que fue su vecino más ilustre, el Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez, con las que se engalanarán ventanas y balcones como muestra del cariño y admiración que le profesan sus paisanos.

Se trata de una iniciativa del Ayuntamiento de Moguer en este 'Año de Platero' -se conmemora el centenario de la primera publicación de la obra- con la que se pretende que la localidad luzca su mejor cara y toda ella recuerde al poeta con flores como las que tanto le gustaban.

El amarillo, el color que simboliza la luz del sol y representa la alegría, la felicidad, la inteligencia y la energía, marca la vida del Nobel desde bien pequeño por el cristal amarillo de la cancela de su casa de Moguer, cuando aún era un niño con un destino aún por descubrir y divisaba la realidad y soñaba, y fue ese color el que posteriormente lo acompañaría durante toda su vida.

Amarillos eran también los lirios que, allá por el mes de abril, nacían en los alrededores de la finca de Fuentepiña, donde tantas veces encontró la inspiración y se dice que está enterrado el burrito Platero.

En declaraciones a Efe, el director de la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, Antonio Ramírez Almansa, explica que, precisamente, en esa obra, 'Platero y yo', el amarillo es el color que más veces aparece, pero no es en el único texto del Nobel en el que está presente, ya que “las alusiones a él son una constante”.

No en vano, indica, es Juan Ramón Jiménez el que introduce “el color” en la literatura española en el año 1914 con la publicación de esa elegía andaluza que supuso “una contraposición a los oscuros y grises que hasta ese momento habían predominado”.

Ramírez Almansa precisa que el gusto por este color es “algo muy personal e íntimo que extrapola a su creación literaria y que manifestó personalmente a conocidos y amigos”.

Hasta el punto, cuenta como anécdota, que en 1948, cuando viaja a Argentina, al llegar a la habitación del hotel la encuentra toda ella repleta de flores amarillas.

Precisamente eso es lo que persigue ahora el Ayuntamiento de Moguer y para eso pide a sus vecinos y vecinas que se unan a esta celebración de 2014 haciendo de Moguer “una ciudad amarilla”.

A través de las páginas de 'Platero y yo', el Nobel moguereño llevó a su patria chica a “todos los países y a todos los tiempos”, contribuyendo a universalizar sus calles, sus gentes y sus paisajes, en un homenaje permanente que el poeta tributó a su pueblo.

Ahora pretenden devolverle a Juan Ramón Jiménez todas esas muestras de cariño y fidelidad mostrando al exterior la imagen de un pueblo que presume orgulloso de su poeta y que mejor forma que adornando la localidad, que vistiendo los balcones y fachadas con aquello que era una de las cosas que más gustaba a su paisano.

El objetivo es que, durante la conmemoración del Año Platero, Moguer una a su patrimonio artístico, cultural y monumental, un componente humano que muestre al exterior que Juan Ramón Jiménez y su inseparable burrillo siguen vivos entre todos sus vecinos.

Esas flores servirán para llevar la esencia del Nobel a todas esas calles y plazas que con tanto gusto recorrió el poeta en compañía de Platero, legando, de esta forma, algunas de las páginas más gloriosas de la literatura y para mostrar el cariño y la admiración que todo un pueblo sigue profesando a su poeta.

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