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Casa de apaños

Montero Glez

La RAE es institución de hegemonía financiada con dinero público pero, según parece, como a los de la RAE no les llega con el reparto del presupuesto, se la dejan privatizar. De tal manera, las entidades bancarias y los trapis con el sector editorial hacen de la Real Academia de la Lengua poco menos que una sociedad anónima.

Desde los tiempos del Polanquismo, cuya maquina de picar despojos se puso en marcha con el reparto de sillas, la RAE se ha convertido en una casa de apaños. Cualquiera que repase las incorporaciones de los últimos veinticinco años de la institución, puede darse cuenta de que sus miembros forman un rebaño de ganadería de baja calidad. Lejos de representar el lenguaje de un pueblo, sus miembros son representantes de la cobardía de un régimen, el del 78, que igualó a las víctimas de la Guerra Civil con sus verdugos.

Pero no me quiero despistar con generalidades pues venía a hacer una crítica algo más profunda a raíz del tuit que los de la RAE lanzaron el otro día al ciberespacio, donde anuncian la convocatoria para ocupar una de las sillas libres y lo hacen como si se tratara de una tómbola. “¡Muñeca Pepona, hoy vamos a rifar la muñeca Pepona!”

Porque el lenguaje es matiz de pensamiento y, de todos los acuerdos de la humanidad, el lenguaje ha sido el acuerdo original. Sin el lenguaje no existiríamos como humanos pues fue el lenguaje el que nos hizo salir de la animalidad. Por lo dicho, el acuerdo de la lengua debería servir para encontrar las definiciones precisas de cada palabra y no alejarnos de ellas con abstracciones que embrutecen más que humanizan.

Por ejemplo, si definimos terrorismo como violencia indiscriminada contra la población civil, estaremos más cerca de erradicarlo pues su significado real despeja dudas. Otro ejemplo es la palabra trabajo; definirla como beneficio para el Capital, generaría conciencia crítica. Si seguimos así y definimos Capital como espíritu coagulado, nos daríamos cuenta de que la coagulación del espíritu es lo que acomoda el trasero de los miembros de la RAE y por eso, por el Capital, y no por su trabajo en beneficio de la lengua, las sillas se rifan entre los menos interesados en generar conciencia crítica. Si hay una institución de hegemonía que merece una limpieza, esa es la RAE, anclada en el Régimen del 78 que es como decir anclada en el franquismo reciclado en democracia. Distinto nombre para una misma definición.

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