Almería conmemora sin pasión la reconquista
El alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, ha seguido la tradición este jueves y ha ondeado tres veces el pendón desde el balcón pronunciando la frase ritual a la que se añadió hace unos años la coletilla “… por la integración de todos los pueblos” para intentar eludir las protestas de quienes se sentían ofendidos por recordarse institucionalmente la reconquista. Después, el primer edil ha gritado: “¡Viva Almería, España, Andalucía y el rey!”. Incluso, algún rumor de desavenencia se ha levantado al grito de ¡Viva Andalucía!, pero no ha sido seguido por la mayoría de los asistentes, quienes sin embargo sí corearon las otras consignas con más ímpetu. Y es que siguen siendo no pocos los almerienses partidarios de aliarse con Murcia para mirar al levante más que a Sevilla.
Un acto en el que Almería conmemoraba el 524 aniversario de la reconquista de la ciudad por los Reyes Católicos y que ha discurrido con absoluta normalidad, como viene siendo habitual en los últimos años, a diferencia de pasadas pero recientes corporaciones en las que incluso apareció el enfrentamiento en las calles por las protestas de grupos contrarios a la conmemoración o de asociaciones molestas por la vejación que suponía para el colectivo musulmán de la ciudad la presencia militar y eclesiástica en los actos.
IU no asiste por convicción, siendo el único grupo municipal que no lo hace. El PA, ahora sin concejales, también protesta. El andalucista Juan Martínez defiende en su artículo Milenarismo y pendones que “los almerienses que construyeron nuestra alcazaba, los que pusieron nombre a la inmensa mayoría de nuestros pueblos, de nuestras montañas y ríos, aquellos almerienses que se agarraron a su tierra cuando los quisieron expulsar tras ganarle una guerra, merecen un respeto”. Y continúa: “Los reyes andalusíes de Almería reconocían vasallaje a los reyes castellano aragoneses a cambio de conservar la vida, haciendas, cultura, lengua y religión de la población almeriense, pero eso no fue así: aquel 26 de diciembre, una verde bandera que se ha hecho de la aurora blanca un cinturón ondeaba en Almería, y no fue hasta cinco siglos después cuando volvió a hacerlo. Sinceramente, no vemos que haya nada que celebrar. Recordarlo sí, como se recuerda el 18 de julio de 1936 o el ... que también fueron momentos históricos”.
El PSOE, según su portavoz, Joaquín Jiménez, asiste “al tratarse de un acto institucional”. Y recuerda que ellos incluyeron la frase “por la integración de todos los pueblos” en el ritual, gracias a lo cual acabaron los tradicionales incidentes de todos los años.
Manuel de la Fuente formó parte del equipo de gobierno con el alcalde Fernando Martínez, y resalta la paz de estos actos en comparación con los que vivieron cuando gobernaban. “Salíamos siempre con la incertidumbre de qué iba a pasar, porque aparecían grupos con pancartas, pintadas… El conflicto se ha perdido en el tiempo, porque al dejar de ser un día festivo ya es una celebración que ha ido perdiendo relevancia. Es un acto religioso eterno, por el tiempo que dura, y ahora el número de personas que viene a celebrarlo es muy reducido. En nuestra época las calles estaban llenas de gente para ver la procesión. Creo que hay darle la relevancia que tuvo como acto histórico y cultural, porque ahora se ha vuelto a la lectura más rancia y excluyente de la historia y pienso que habría que revisarla”, defiende.
El Día del Pendón ha tenido este año como portador del mismo al concejal de Salud y Consumo, Carlos Sánchez, por ser el miembro más joven del equipo de gobierno. Los actos comenzaron a las ocho de la mañana con la colocación del mismo en el balcón del Palacio de los Marqueses de Cabra, momento en el que se han disparado 21 salvas de ordenanza. Posteriormente el alcalde ha pedido por tres veces el juramento del concejal para que devolviera íntegro, tal y como lo recibía, el pendón, tras su viaje a la catedral, a sones del himno nacional, en una procesión seguida por un puñado de personas. La legión ha escoltado el estandarte junto a la guardia local de gala. Representación institucional, con el obispo, el subdelegado del Gobierno, la plana mayor del PP e incluso Javier Arenas en torno a los escasos metros que separan la catedral del consistorio. En el resto de la ciudad el día, laborable y soleado, transcurría ajeno.