Aylan y el bombardeo de Durango

Yo tampoco puedo volver a mirar la foto del niño en la playa. No quiero volver a verla nunca más. Nunca. Como no puedo volver a mirar el “Guernica” de Picasso de cerca y ver a la madre desgarrada de dolor con el hijo muerto en los brazos. Nunca más. Estos días en los que lo más asqueroso de nuestra esencia como seres humanos se destapa sin pudor ante nosotros (a la par que imágenes de solidaridad nos permiten seguir tirando) me he vuelto a acordar de la primera vez, y la única, que estuve frente al cuadro de nuestro ilustre malagueño y lloré como una niña perdida. Y a poco que lo piensen, hay un cierto paralelismo entre este lienzo y la foto de la playa: ambos se han convertido en símbolos irrefutables de dos masacres y han conseguido, espero, que el mundo entero se centre en ellas.

Todos, o casi todos, sabemos del bombardeo de Gernika gracias al cuadro, pero quizás no seamos conscientes de que antes de este, por la legión Condor, fueron los de Durango y Eibar por parte de la aviación italiana (de este último no se tienen muchos datos ya que al día siguiente del bombardeo las tropas franquistas tomaron la ciudad). Se sabe que el de Durango fue más “efectivo” tal y como señalan informes alemanes (que eran reticentes a admitir la superioridad italiana en algo). Y un mes antes, entre Málaga y Almería, hubo otro bombardeo a civiles, otra verdadera masacre, que se conoce como “La desbandá” y que tampoco mucha gente recuerda. Pero recordamos más, en general, el de Guernika. Y es que el de Gernika tuvo su fotofoto. Y esa foto es lo que ha hecho, entre otras cosas, que se mantenga más el recuerdo. Porque son las imágenes las que nos duelen. Más que las palabras. Mucho más que los números. Muchísimo más.

Si se teclea “guerra Vietnam” en Google, la primera imagen que aparece es la de Phan Thị Kim Phúc huyendo tras ser su aldea quemada por el napalm de un bombardeo de la aviación americana. Dice la Wikipedia: “La influencia de la fotografía tomada por Nick fue tal, que algunos historiadores han considerado que la imagen ayudó a frenar la guerra en Vietnam” (aunque ya los americanos habían empezado su retirada). No sé si es exagerado pero es, cuanto menos, simbólico.

Si le tienen miedo a las fotos, empapelemos el mundo con ellas

Como es simbólico y casi esperanzador que un tipo de la calaña de Jean-Marie Le Pen haya declarado a Le Figaro: “El uso de la foto del niño muerto en la playa tiene la intención de tocar el corazón, la sensibilidad de las personas para que sean más permeables a la llegada de inmigrantes”. Si este tipo tiene miedo de las fotos, empapelemos el mundo con ellas. Si son necesarias para que nos demos cuenta de que la idea de las fronteras es lo más estúpido que hemos inventado (y hemos inventado cosas muy estúpidas) reventemos Internet con fotos. Si se declara una guerra en España como la que están sufriendo estos aspirantes a refugiados, ¿qué harán ustedes? ¿Cogerán a sus hijos en brazos y huirán sin importarles nada de lo que dejan atrás? ¿Entenderán que no pueden pasar por una línea que hemos marcado artificialmente a base de muertes y guerras? ¿Se pararán resignados ante un cordón policial que les impida salvar a sus hijos de la muerte segura? ¿O a sus padres? ¿O a usted?

No sé si han oído hablar del efecto mariposa pero me gustaría pensar que la foto de Aylan, esa foto que me destrozó por dentro sin piedad como a muchos de ustedes, es el aleteo de una mariposa que desencadenará un ciclón de solidaridad y sentido común en el mundo. Me gusta pensar que Ailan será nuestra mariposa. Soy una ingenua, lo sé, pero necesito serlo a veces para poder seguir esperando algo en estos cuatro puñeteros días que nos queda por vivir.