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Cooperativas de consumo, las “otras” cooperativas que se adaptan a los nuevos modelos de vida

Recreación del modelo de cohousing que se levanta en Rincón de la Victoria, con previsión de apertura para 2025.

edCreativo Andalucía

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Por definición, las comunidades energéticas son organizaciones donde los miembros que forman parte se implican de manera directa en la planificación e implementación de las medidas que llevarán a cabo para la implantación de energías renovables en la producción, consumo y/o comercialización de energía eléctrica, térmica (calefacción), mecánica o combustible (biogás), así como en el desarrollo de medidas de eficiencia energética o de movilidad sostenible. 

Las comunidades utilizan, además, los recursos locales que tienen a su alcance y de los que pueden disponer (energía eólica, solar, biomasa, etc.). Con ello consiguen ser aún más autónomos y disminuir la dependencia de energía externa.

Por definición, cohousing es un tipo de comunidad cohesionada por su forma de entender la relación entre vida privada y vida común. Está formada por viviendas privadas y una dotación importante de servicios comunes. 

Está planeada y gestionada por sus residentes, según el modelo que ellos mismos deciden, lo que les permite definir el proyecto según sus necesidades específicas reales.

Ambas formas de entender la sociedad actual mediante distintos modelos de vida se pueden asumir mediante la fórmula de cooperativas de consumo, destinadas a dar respuestas ciudadanas a los desafíos económicos y sociales, y suponen una nueva incorporación a la red de la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas de Trabajo (FAECTA), a raíz de la ampliación de su base empresarial, incorporando a su estructura a las cooperativas de consumo y servicios.

Las cooperativas de consumo trabajan a la vanguardia de las soluciones más innovadoras, como lo constatan las comunidades energéticas o los cohousings, que se hallan en plena proliferación en Andalucía.

Un nuevo modelo de vida sénior

José Morgado Forte es director general de FAECTA y director técnico del proyecto de cohousing Tartessos de Málaga, una idea destinada a funcionar como residencia que se mantiene mientras el propietario vive o traspasa su acción, y que forma parte de la nueva forma de entender el modelo de las cooperativas en Andalucía: “Siempre conocemos dos tipos de cooperativas, las de trabajo asociado, que son un grupo de personas con una actividad productiva, y las de servicios, como las agrarias. El resto no son tan conocidas pero tienen una utilidad importante en estos tiempos”.

Cohousing se concibe como un centro de convivencia donde un grupo de personas diseñan sus casa a medida compartiendo espacios comunes, y en ese contexto, Tartessos es un modelo sénior, que plantea “una forma diferente de abordar el envejecimiento”, porque “todos sabemos cuando se nos acerca la jubilación que nos enfrentamos a una serie de problemas, como la soledad, la dependencia…, y sabemos el fracaso de las residencias tradicionales”.

Y es que, a ciertas edades, “buscamos independencia, autonomía, no ser una carga familiar y seguir aportando cosas a la sociedad, y este modelo de Málaga -Tartessos- pretende llevar esas premisas a la realidad”.

Se ha ideado como un edificio para unos 65 socios en Rincón de la Victoria, con viviendas independientes, para no solo dar alojamiento, sino otra serie de servicios. “Cuando las personas están activas no van a reclamar estos servicios, pero sí en el futuro”, recuerda José Morgado.

Autogestión desde 2025

Se trata de un edificio autosugestionado, cuya cooperativa se constituyó en 2019, el terreno se adquirió en 2020 y está en fase de construcción. Si no pasa nada, para el primer trimestre de 2025 estaría terminado.

En este modelo, los socios aportan capital social a cambio del uso a perpetuidad de un apartamento, lo que le permite poder usar todos los servicios comunes. Cuado el socio, por lo que sea no quiere continuar, entra uno nuevo. Si fallece, los herederos disponen de la posibilidad de recuperar el capital social. “No se puede vender la plaza, lo que se quiere es evitar la especulación, porque si cada socio pudiese hacer lo que quisiera, podría, por ejemplo, hacer un apartamento turístico”, y eso se quiere evitar.

Con todo, cohousing es el presente. Hace 20 años no existía ningún proyecto de este tipo, que se desarrolló en los años 50 en el en el norte de Europa, pero en España está comenzando a tener cierto auge.

Energía en forma de cooperativas

Eva Guzmán es responsable de la sección de Comunidades Energéticas en FAECTA. Su visión es otra dentro de las cooperativas de consumo, y más concretamente en lo que se refiere a las comunidades energéticas, de las que cada vez hay más personas que buscan su modelo en concreto para ser energéticamente más eficaces

Las comunidades energéticas en fórmula cooperativa suponen un nuevo modelo social para el mercado energético, proporcionando soluciones innovadoras a una ciudadanía que soporta un mercado energético voraz con tarifas volátiles a las que es muy difícil adaptarse.

“Lo primero que tenemos que conseguir es tener el grupo de personas motoras, dentro de una comunidad”, explica, y a partir de ahí FAECTA puede trabajar aportándoles un modelo de estatutos de comunidad bajo el modelo de cooperativa mixta de trabajo o de consumo, o directamente de consumo.

Este tipo de uniones van más allá del autoconsumo compartido, sino que puede ser como en El Albaicín, “donde lo que llevan a cabo son medidas energéticas a las casas, asesoramiento, gestión de recibos, o gestionar con la compañía precios para toda la comunidad”.

Normalmente, las personas interesadas “se ponen en contacto con el Ayuntamiento para cederles el tejado de algún tipo de instalación municipal o solar que se pueda utilizar, siempre que esté en el radio de acción de pueblo o la comarca, y cuando se empieza a producir ya el resto pasa por ponerse en contacto con una comercializadora que reparta el consumo colectivo, incluso se está planteando vender la producción a la comercializadora, y tiene ventajas que se establecen mediante un contrato de compra-venta”.

En España existe el problema de que todavía no se ha desarrollado el modelo lo suficiente, ya que “la normativa europea es de 2017, pero nos cogió la pandemia, las elecciones anticipadas…, cuando había un Real Decreto y no hay un marco regulador”, de modo que todo va poco a poco.

La normativa de la UE señala que solo es posible acceder a este tipo de iniciativas como asociación o cooperativa. “El beneficio debe ser más allá de las ganancias financieras, sino económico, social y energético para todos los miembros de la comunidad, y como FAECTA entendemos que una asociación está my bien para promover otras acciones, pero para trabajar lo mejor es la fórmula de la cooperativa”.

La premisa general indica que una cooperativa la pueden formar dos o más personas, pero en Almócita (Almería), sus 300 habitantes se han implicado en algo que les beneficia a todos. Hay otro ejemplo llamativo en Córdoba, donde “hace un par de años se firmó un acuerdo con la Diputación en su agencia de la energía y una empresa de la cooperativa Mondragón, y ya se han formado 15 cooperativas, con 15.000 familias implicadas y 18 megavatios generados tras una inversión de unos 31 millones de euros.

Eva Guzmán pone, además, el ejemplo de Arroyomolinos de León, en la sierra de Huelva, donde fue el AMPA del colegio del pueblo la que comenzó el proyecto, y poco a poco se van sumando su millar de habitantes de la iniciativa.

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