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La residencia Flora Tristán, ejemplo de solidaridad también durante el confinamiento

La residencia Flota Tristán se ha mantenido abierta durante la pandemia

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La Universidad Pablo de Olavide, tras la declaración del estado de alarma del pasado 14 de marzo, decidió no cerrar la Residencia Universitaria Flora Tristán a fin de atender las circunstancias de sus estudiantes y continuar con la labor social que desarrolla en el Polígono Sur de Sevilla. Ha sido uno de los pocos centros residenciales para estudiantes universitarios que ha mantenido sus puertas abiertas en Andalucía. “No ha sido un tiempo fácil, hemos conseguido sobrevivir a la vez que prestábamos ayuda en el barrio”, explica Germán Jaraíz, director de este proyecto social de referencia en España.

Justo antes de iniciar el periodo de confinamiento vivían en este centro 193 personas, más de 80 procedentes de países extracomunitarios con dificultades de retorno por el cierre de fronteras. A partir del 14 de marzo han permanecido 138, quedando a día de hoy 112 estudiantes.

A fin de garantizar la acogida a los residentes en este periodo, la UPO y la Fundación Universidad Pablo de Olavide desarrollaron dos líneas de trabajo. La primera de ellas se concretó en el establecimiento de normas internas para facilitar el autocuidado de las personas residentes y en el refuerzo de medidas de limpieza y desinfección diaria de las zonas comunes para prevenir los riesgos de contagio colectivo, mientras que la segunda línea se centró en el apoyo a estudiantes con dificultades económicas sobrevenidas por causa de la COVID-19.

Así, a través de los Vicerrectorados de Cultura y Compromiso Social y de Estudiantes de la Universidad, fueron aprobadas al inicio del confinamiento una serie de ayudas para el alojamiento dirigidas al alumnado con dificultades económicas. A estas ayudas se suman las que ya estaban en marcha desde el proyecto social de la Residencia. En la actualidad son 80 los residentes que las están recibiendo en forma de beca de alojamiento o de colaboración, un 71% del total de las personas que viven en este espacio.

“Para la Universidad Pablo de Olavide el compromiso con los residentes de la Flora, y por tanto con el Polígono Sur, ha sido siempre prioritario”, destaca Elodia Hernández, vicerrectora de Cultura y Compromiso Social de la UPO, que pone en valor el “esfuerzo encomiable” de la Residencia Flora Tristán durante estos meses. “Sigue siendo un ejemplo de solidaridad y trabajo colaborativo. Lo ha demostrado en circunstancias muy difíciles volcando su esfuerzo hacia dentro, es decir, hacia sus residentes, pero también hacia afuera, contribuyendo a paliar el impacto de la COVID-19 en los vecinos y vecinas del Polígono Sur”, subraya.

Una labor social intensificada durante el confinamiento

La Residencia ha mantenido su firme compromiso con el proyecto social que lleva a cabo en el Polígono Sur desde el año 2004 y que forma parte inherente de su identidad. “Desde el primer momento nos pusimos al servicio del Comisionado para el Polígono Sur y de la Comisión de Coordinación de Emergencias del barrio que se creó al efecto, así como de entidades sociales, centros educativos, servicios sociales comunitarios y Distrito Sur del Ayuntamiento de Sevilla”, detalla Germán Jaraíz. En total, se ha ofrecido la colaboración de 24 personas vinculadas al programa de trabajo habitual y continuado con el barrio y de 55 voluntarios y voluntarias con algún servicio o colaboración puntual. “Todas estas personas estaban confinadas en la Residencia y gran parte se ofrecieron voluntariamente a hacer un trabajo presencial si las circunstancias lo requerían”, afirma el responsable del centro.

Para el trabajo de reestructuración y adecuación a esta nueva realidad, el director de la Residencia explica que se constituyeron dos grupos: uno de carácter comunicativo para trabajar de forma virtual y otro de apoyo presencial a iniciativas sociales y educativas. El grupo de comunicación ha colaborado a través de Radio Abierta, un proyecto de participación comunitaria que no ha dejado una sola semana de emitir en directo, adaptando toda su programación a un espacio central sobre la COVID-19. ‘Mi Polígono Sur’, nombre del programa, ha abordado a través de distintas temáticas una realidad muy actualizada y completa del barrio. Los estudiantes residentes en la Flora se han implicado en los contenidos, la edición de audios de las entrevistas y el acompañamiento y dinamización de los grupos vecinales, adaptándose al contexto de teletrabajo que imponía el estado de alarma. Por otra parte, la labor del grupo de apoyo social y educativo se ha centrado en la realización de tareas logísticas y de organización, reparto de alimentos y productos de primera necesidad a vecinos en situación de riesgo social, así como refuerzo escolar a menores de familias con dificultades de apoyo, todo ello en colaboración con la Fundación Don Bosco y la Asociación Alboreá.

Además, como explican los trabajadores de la Residencia, la situación de confinamiento hizo también necesario un trabajo de dinamización y cohesión interna con el objetivo de mantener el sentido comunitario y evitar en lo posible el aislamiento de los residentes en sus viviendas. Utilizando como soporte las redes sociales y las plataformas de encuentro virtual se impulsó un programa de actividades a través de un grupo de trabajo, compuesto fundamentalmente por alumnado extranjero, llamado ‘ConFinArte en la Flora’. Este proyecto permitió mantener en formato virtual actividades ya consolidadas, como el ‘Cinefórum’ o ‘DanzaFlora’, a la vez que generó otra nueva oferta vinculada a la literatura y a los juegos de mesa. Actualmente, se está trabajando como actividad de cierre la elaboración del ‘Diario del Confinamiento en la Residencia’ y la realización del proyecto ‘Reciclarte’.

Un proyecto solidario que se mantiene gracias a la implicación colectiva

Por último, Germán Jaraíz pone en valor la labor facilitadora y de acompañamiento del Vicerrectorado de Internacionalización de la UPO en relación al retorno de estudiantes extranjeros a sus países de origen, ahora que el actual proceso de desconfinamiento lo está haciendo posible.

El director de este proyecto social hace balance de estos meses y se muestra agradecido por el apoyo recibido: “La labor realizada en este tiempo ha sido posible por la implicación de todos los actores: la Universidad, la Fundación UPO, los trabajadores y trabajadoras y muy especialmente las personas residentes. Gracias a esta implicación colectiva se ha podido mantener en pie el proyecto”.

“Es el espíritu de la Flora, una filosofía colaborativa y constructiva en línea con la vocación de servicio público de la Universidad Pablo de Olavide”, subraya Elodia Hernández.

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