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Premios Goya
Un Goya para María Lejárraga

Imagen de una exposición dedicada a la figura de Maria Lejárraga, en una fotografía de archivo. EFE/ Miguel Angel Molina

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El pasado 20 de enero tuvo lugar un evento singular en la librería Caótica de Sevilla: la presentación del libro Cartas a las mujeres de España, publicado por primera vez en 1916. El hecho era singular porque, a pesar de que la auténtica autora murió hace muchos años, hubo firma de libros y batió récord de ventas.

Esta presentación tuvo como protagonistas a dos jóvenes mujeres sevillanas que han conseguido lo que, a priori, parecía imposible: devolver la vida a una mujer excepcional, María Lejárraga. Una de ellas, la que firmó el libro de María, era Laura Hojman, una joven cineasta sevillana que ha realizado el documental A las mujeres de España sobre la vida y obra de María. Christina Linares, la otra protagonista, es la directora de Renacimiento, la editorial que ha reeditado el libro que se presentó en Caótica.

Posiblemente, muchos lectores conozcan las claves para entender este hecho singular. ¿Quién fue María Lejárraga? ¿Por qué era tan importante rescatarla del olvido, gracias precisamente al documental de Laura Hojman? Para los que no la conozcan incluyo algunas pinceladas sobre la vida y obra de esta singular dramaturga.

De hecho, la ruptura traumática de su relación con Gregorio fue el inicio de una nueva etapa en su vida en la que se implicó abiertamente en la lucha en defensa de los derechos de las mujeres, aunque no dejó de escribir las obras que firmaba Gregorio

María Lejárraga, nacida en La Rioja en 1874 y criada en Madrid, ha sido conocida durante casi un siglo por su nombre de casada, María Martínez Sierra, dado que fue la esposa de Gregorio Martínez Sierra, director teatral y creador de la primera editorial Renacimiento. Pero ella fue mucho más. Fue la auténtica autora de la extensa obra que firmó Martínez Sierra, que incluye más de 70 obras de ficción e innumerables artículos periodísticos. Para darnos idea de la amplitud de los registros como escritora de María Lejárraga, la película de José Luis Garci Canción de cuna está basada en una de sus obras y el libreto de la composición musical de Manuel de Falla, El amor brujo, es también suyo.

El matrimonio de María y Gregorio tuvo un abrupto final cuando él tuvo una hija con la hermosísima primera actriz de su compañía. Pero la vida y la creatividad de María no terminó ahí. De hecho, la ruptura traumática de su relación con Gregorio fue el inicio de una nueva etapa en su vida en la que se implicó abiertamente en la lucha en defensa de los derechos de las mujeres, aunque no dejó de escribir las obras que firmaba Gregorio. Así, en 1926 fue una de las socias fundadoras del Lyceum Club, organización feminista que tuvo que soportar las burlas y los ataques de la sociedad bienpensante de la época, que veía en su existencia una amenaza a la moral. Más adelante se afilió al partido Socialista y durante la Segunda República obtuvo un acta de diputada por Granada, ciudad con la que tenía una gran vinculación, en las elecciones de 1933.

Tras la muerte de su marido comenzó a firmar sus obras como María Martínez Sierra. Cuando, por motivos de supervivencia, reclamó como coautora parte de los derechos de la obra que había escrito en vida de éste, fue atacada y acusada de usurpadora, tras lo cual tanto ella como su obra fueron desterradas de la España franquista. La rescataron del olvido María Laffitte, Condesa de Campoalange, en su obra La mujer en España, cien años de historia, publicada en España en 1963, Antonina Rodrigo en su extensa biografía, María Lejárraga, una mujer en la sombra (1994) y las hispanistas americanas Alda Blanco y Patricia O'Connor, también a finales del siglo pasado.

Tras haber estado oculta durante varios decenios, resulta paradójico que muchos de los estudios dedicados a María a comienzos del siglo XXI se hayan focalizado en establecer la autoría de su obra, por lo que de alguna manera pueden estar volviendo a robárnosla a ella, a su prosa limpia, a su visión apasionadamente feminista de la sociedad, a su desbordante creatividad y a su alegría. Porque María fue la alegría personificada hasta el punto de que consiguió iluminar la vida de genios creativos de personalidades tan complejas como Manuel de Falla, al que le enviaba cartas dirigidas a A mi don Manué, en las que mezclaba referencias a la complicidad creativa que había entre ambos con reconvenciones cariñosas a las múltiples manías del compositor. Falla fue uno de los pocos amigos a los que María confesó su sufrimiento por la presencia en la vida de Gregorio de Catalina, la actriz que le dio una hija.

Puede que quien mejor definiera su esencia fuera otro de sus grandes amigos, el poeta Juan Ramón Jiménez:

Y María, tres veces amapola, María,

agua y lira, tres veces, la que llevó al poeta

como un niño a través de estos parques de llanto,

tendrá una rosa o un oro en vez de aquel violeta

del corazón florido que la quería tanto.

Laura Hojman no solo ha plasmado en su documental la trascendencia y la vigencia de la obra de María, sino que ha conseguido algo mucho más difícil: transmitirnos la alegría que la mantuvo viva y activa durante casi 100 años. Laura ha hecho el milagro de devolverla a la vida. Por eso, Laura firmó los libros de María en Caótica y María Lejárraga es candidata al mejor documental en la 37 edición de los Goya.

 

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