Un estudio revela la pasión británica por importar su cultura a las minas de Riotinto
Los ingleses se llevaban el cobre, pero nos dejaron su cultura. Aunque su legado empresarial o arquitectónico es indudable en la provincia de Huelva, e incluso se les debe la inscripción del club de fútbol más antiguo de España (el Recreativo de Huelva), dejaron a su marcha un legado mucho menos conocido, en forma de libros, muchos y variados de algunos de sus autores de culto.
Ahora, un estudio elaborado por la licenciada en Filología Inglesa y Humanidades por la Universidad de Huelva María Dolores Carrasco, ha constatado la importancia que la lectura tenía para los ingleses desplazados a sus colonias, tomando como base la biblioteca de Minas de Riotinto.
Carrasco ha estudiado en profundidad esta biblioteca que, aunque no estaba ubicada en una colonia como tal, reflejaba “la pasión que los ingleses tenían por la lectura y cómo llevaban a sus colonias los libros que consideraban más importantes”. Hasta tal punto que ha desarrollado un estudio basado en los volúmenes que, en algunos casos, terminaron en la biblioteca de la Universidad de Huelva, según ha explicado a eldiario.es/andalucia.
Así, ha salido a la luz el libro 'Una biblioteca victoriana en Minas de Riotinto', que ha estudiado en profundidad una biblioteca única en la provincia de Huelva, con infraestructuras similares en puntos como la India, donde sí tenía Inglaterra colonias como tales, aunque en Huelva estaban muy asentados por la presencia que tenían en la explotación de las minas de cobre.
Más de 2.000 títulos
Muchos de los libros que tenía la biblioteca, hasta 2.051, fueron rescatados en su día por la Universidad de Huelva, “ya que el club no se podía hacer cargo de tantas volúmenes”, de modo que se custodian algunos ejemplares que son verdaderas joyas, como “algunas primeras ediciones de libros del siglo XIX”, que se pueden ver en el edificio principal de la biblioteca universitaria.
No obstante, de los 2.051 volúmenes iniciales, 1.771 se conservan, mientras que en club se mantienen 218, así como “un bloque de libros que no he podido investigar”, y otros que su estado no ha hecho posible que se investigue sobre ellos.
La mayoría de los libros están escritos en inglés, “porque ellos leían sobre todo la literatura inglesa, aunque también pidieron algunos en francés o literatura alemana o italiana”, y siempre “en función de sus gustos”, con libros como clásicos de autores de referencia, como Dickens, incluso algunos repetidos, en lo que supone “una prueba más de que repitieron los patrones que tenían en las islas, porque en todas las colonias imponían su estilo de vida”.
María Dolores Carrasco es, actualmente, profesora de Enseñanza Secundaria en el IED del Andévalo de Puebla de Guzmán (Huelva), y este es el primer trabajo de investigación que le dedica al estudio de la antigua Biblioteca de Recreo del Club Inglés Bella Vista.
Historia de un legado múltiple
La historia de esta biblioteca, como la de todo relacionado con la presencia de los ingleses en la provincia de Huelva, tiene su génesis en 1873. En ese año, el gobierno de la I República adjudica la explotación de las minas de Riotinto a la Rio Tinto Company Limited, que inició en la zona algo hasta entonces desconocido, como era la extracción del mineral con explotaciones a cielo abierto, de la que Corta Atalaya era su principal exponente.
Durante 81 años, hasta que Franco las recuperó en 1954, Riotinto fue una “semicolonia inglesa”, que dependía, igual que La India, de las decisiones de Londres, e instauró en la zona el fútbo, el tenis, el golf, e incluso el turismo de playa, una vez que descubrieron Punta Umbría.
Los ingleses hicieron que Huelva capital cambiase de una pequeña una villa marinera de pequeñas construcciones a un lugar donde se empezaron a ver ejemplos de arquitectura industrial que todavía hoy se pueden contemplar, y zonas enteras, como el barrio de Bella Vista en Minas de Riotinto, donde se ubica el club inglés que acoge la biblioteca.
La fundación de este club, que todavía hoy tiene el acceso restringido a los socios, hay que buscarla en 1878, y su biblioteca, como todas sus estancias, son un ejemplo de la importancia que la cultura tenía en la vida de los ingleses que se hicieron onubenses durante casi 80 años.