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“Los refugiados han venido para quedarse; es una cuestión de moral internacional”

María Dolores Algora

Javier Ramajo

María Dolores Algora Weber es doctora en Historia Contemporánea, experta en Relaciones Internacionales y profesora en la Universidad CEU-San Pablo de Madrid. Como especialista en el mundo árabe e islámico y en seguridad y defensa siente muy de cerca la actual crisis de los refugiados, a caballo entre Siria y la Unión Europea. Atiende a eldiarioes/andalucia antes de su ponencia en el curso de verano de la Universidad Internacional de Andalucía 'El Magreb en un mundo global'. El lugar, la Fundación Tres Culturas, no puede ser más apropiado para su especialidad y la materia que se aborda en la entrevista.

Empecemos por el principio. ¿Cómo llegó Siria a esta situación?

Hay que ir a la raíz de la cuestión y ver qué ha pasado en Oriente Próximo desde la descomposición de Irak pasando por la Primavera Árabe. En el caso de Siria se produjo una explosión de luchas fratricidas entre las diferentes minorías o facciones. Ahí está la clave del asunto. La situación se complicó al producirse una intervención extranjera en las tensiones internas. Se tomaron posiciones a favor de un bando. Ahora resulta muy complejo solucionarlo porque, cuando se inició la guerra en Siria, la comunidad internacional vio con buenos ojos que se derrocara del poder a Bashar al Asad. Ese supuesto derrocamiento se ha convertido en una resistencia atroz por parte del mandatario y se ha agudizado la confrontación hasta un extremo no previsto. Actualmente las facciones tienen casi imposible el diálogo y las potencias internacionales tendrán muy difícil la mediación.

¿A qué se refiere? ¿Han llegado tarde los países más poderosos, tanto europeos como árabes?

Cuando se inició el conflicto no se pensó en las circunstancias post-conflicto, ni siquiera en las circunstancias más inmediatas. La situación interna de Siria debería haber sido lo prioritario. En cualquier guerra siempre quedan unas huellas imborrables y el resultado son unas divisiones insalvables, sobre todo en sociedades multiculturales como la siria. No se puede dejar de pensar en todo el sufrimiento inútil que ello ha supuesto. A lo que hay que añadir que se ha creado un contexto propicio para el radicalismo islámico más atroz que hemos podido ver. Por otro lado, esta situación pone a la comunidad internacional en una tesitura no prevista o no deseable, porque siempre se había pensado en el fin de Al Asad, pero ya se está planteando rectificar respecto al régimen. Esto desdice todos los objetivos que se habían definido. Ahora la solución interna en Siria sería lo perfecto, pero es muy difícil.

¿Y se están dando pasos a nivel internacional para contactar con el Gobierno sirio?

Por eso digo que la comunidad internacional se podría ver en la tesitura de tener que cambiar su posición. La Unión Europea (UE) debería tener también un papel importante porque es el actor internacional más afectado, además de por una cuestión de sensibilidad ante el drama humanitario de los refugiados. Sin embargo, tiene que hacer un esfuerzo para actuar de forma unánime en proyección exterior. Es un actor muy deseable, pero a la vez muy complejo y se requiere un esfuerzo por su parte para darle una salida a esta situación. No se trata únicamente de soluciones políticas, sino también de la disposición de presupuestos. Incluso, la gestión de la crisis de los refugiados suscita diferencias dentro de la propia UE.

¿Ha tenido Europa falta de previsión ante los cientos de miles de personas desplazadas?

Era previsible que esto sucediera porque estos conflictos siempre implican desplazados y refugiados. Desde la Primavera Árabe, la UE ha estado a la expectativa en vez de emprender una acción planificada, no sólo porque ha coincidido con periodos complicados de crisis internas en la UE, sino porque es una institución lenta en su toma de decisiones, pues todo se hace por consenso. La crisis humanitaria no había que haberla resuelto cuando ha llegado a orillas del Mediterráneo, sino cuando estaban saliendo refugiados en Oriente Próximo hacia Jordania o el Líbano. Ha tardado en reaccionar y ahora, muy legítimamente, lo hace cuando se ha visto con la situación a sus puertas.

Ante la situación actual, ¿qué soluciones se plantean?

Además de las posibilidades de diálogo político o de algún tipo de intervención, debe haber soluciones alternativas que den continuidad. Sería necesario para ello reconstruir las estructuras del Estado, potenciar el desarrollo económico y desarrollar instituciones democráticas que contribuyan a disminuir el radicalismo ideológico. Habrá que pensar también en soluciones integradoras para toda esta población desplazada. También en Europa tendremos que plantearnos soluciones en este sentido, no se trata solamente de acoger a los refugiados. Los refugiados van a afectar al perfil social de algunos países, pues se va a acentuar el multiculturalismo. Hay que trabajar para evitar el rechazo y favorecer la integración. En definitiva para dar una sostenibilidad a toda esta gente.

¿Qué opinión le merece la actitud de los países más próximos a las zonas de conflicto?

Los países de la UE así como los del Magreb han tomado conciencia de la gran amenaza que supone la expansión de la inestabilidad, muy especialmente por las acciones terroristas del Estado Islámico. En ese sentido ha habido un cambio de posición. Las diferencias políticas o económicas siguen ahí pero la necesidad conjunta de hacer frente a una inseguridad global está haciendo que los países se acerquen. Ahora hay una necesidad inmediata y prioritaria de seguridad. Hay que saber hasta qué punto países con fronteras próximas a los conflictos van a priorizar esa necesidad frente a las diferencias interregionales que existían y que subyacen.

¿Cuál su previsión de la crisis de los refugiados teniendo en cuenta que el éxodo aún continuará?

Mientras siga habiendo conflictos, habrá refugiados. Mientras siga habiendo oferta de trabajo, seguirán acudiendo en búsqueda de supervivencia. Por tanto, es seguro que seguirá el flujo de personas que traten de establecerse en la Unión Europea. En algunas iniciativas, como la del 5+5, se ha tomado buena conciencia de ello. Se ha avanzado en el refuerzo de sus principios y objetivos. Esta iniciativa está en alerta ante las amenazas que existen en el Mediterráneo occidental. Por ejemplo, los diez países que la integran han decidido presionar ante las organizaciones internacionales para que busquen una solución rápida y justa en el caso de Libia y, principalmente, ante el terrorismo, mostrando su disposición a compartir experiencia e información. Eso es muy importante en las actuales circunstancias.

¿Qué le parece la postura del Gobierno de España en esta crisis humanitaria?

En el plano interno, lo primero y más importante es evitar politizar una crisis humanitaria. De forma más amplia se debe recordar que España es un país más de la UE, no actúa de forma unilateral o bilateral. En ese sentido, ha tratado buscar un equilibrio entre la necesidad como potencia que es y su propia situación interna. Hemos atravesado una crisis económica muy importante en los últimos años, estamos saliendo progresivamente de ella y hay que hacer balance entre las necesidades actuales y lo que se espera de nosotros en nuestra posición dentro de la UE. La crisis se está gestionando de una manera adecuada pero respondiendo a las necesidades del día a día, cuando es imprescindible una visión a más largo plazo. No es un problema exclusivo de España. Hace falta una planificación más global para dar una respuesta permanente. Hay algunos gobernantes españoles que son muy conscientes de ello, porque los refugiados han venido para quedarse aquí.

¿Cómo afectan estas nuevas circunstancias a los países de acogida dentro de una visión de conjunto?

Todas estas circunstancias afectan a la moral internacional. Humanamente no es posible rechazar a todas estas personas. No se les puede forzar a regresar de nuevo donde se está produciendo una acción terrorista o un conflicto, a países que están deshechos y completamente carentes de seguridad. Es llevarlas a la nada. Por otro lado, quizás haya que buscar alguna nueva concepción de asilo. En el siglo XXI, en la sociedad de la globalización, se van a producir situaciones que obligarán a replantear  muchos de los principios de la sociedad internacional. En Europa habrá que buscar soluciones teniendo en cuenta todos estos cambios.

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