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La Junta de Andalucía admite que tardó más de un año en prohibir el riego con aguas fecales en un municipio de Granada

Imagen del interior del depósito donde se mezclan aguas residuales y limpias antes de derivarse a una acequia para riego

Néstor Cenizo

La Junta de Andalucía admite que durante décadas se han utilizado las aguas fecales del municipio de Ítrabo (Granada) para el riego de diversos invernaderos en la costa tropical de Granada, y que conocía la situación al menos desde finales de 2017. Sin embargo, también señala que el uso de esas aguas residuales no afecta a los cultivos. Principalmente porque, dice, se trata de plantas de mata (tomates, pimientos, pepinos) regadas por goteo, lo que reduce el riesgo de contaminación microbiana. El Instituto Nacional de Toxicología asegura en cambio que esas aguas suponen un riesgo grave para la salud. La propia administración autonómica dio la orden de clausurar la acequia para riego en enero de este año, ante su segura contaminación por e.colli.

Estas conclusiones se contienen en un informe emitido en mayo por la delegación territorial de Medio Ambiente, y aportado a las Diligencias Previas 919/2019, que se tramitan ante el juzgado de instrucción 2 de Motril. La investigación trae causa de una denuncia de la Comunidad de Regantes y de la Asociación Mediterránea Anticorrupción y por la Transparencia (AMAYT), que derivó en una denuncia de Fiscalía contra los alcaldes de varios municipios de la comarca, y una querella contra el alcalde de Ítrabo, tal y como adelantó eldiario.es/Andalucía. La denuncia pide que se investiguen los vertidos de aguas residuales sin depurar en siete municipios de la Costa Tropical granadina, así como la derivación de aguas residuales a una acequia para riego en Ítrabo. El ciclo integral del agua es competencia municipal, pero estos pueblos delegaron en la mancomunidad.

Aunque admite que se trata de vertidos “no autorizados ni autorizables”, la delegación territorial minimiza su impacto, en un informe al que ha tenido acceso este medio. Alega que los municipios denunciados son pequeños, y que en el caso concreto de Ítrabo, los análisis demostrarían que las aguas fecales utilizadas para riego no han afectado a los cultivos.

En marzo, técnicos de la oficina comarcal agraria tomaron muestras de varios invernaderos regados con aguas contaminadas. Según la administración autonómica, no se dieron resultados en los frutos “que supongan una situación de riesgo” de contaminación por e.colli.

El informe recoge el análisis de la muestra de uno de los cuatro invernaderos donde se recogieron, y señala que después de encargarlo “surgieron problemas técnicos” en el laboratorio que impidieron realizar más controles. “Qué casualidad… Es un informe incompleto, porque es de parte”, protesta Antonio Jiménez, presidente de la comunidad de regantes, que anuncia que pedirá al juzgado que se exijan las actas de las inspecciones, los cuatro análisis y los análisis de la tierra.

Una denuncia “cambió las circunstancias”

La Delegación también admite que no dio orden de que cesara el riego con aguas residuales hasta enero de 2019, pese a conocer esta situación al menos desde finales de 2017, cuando fue informada por el presidente de la comunidad de regantes. En ese tiempo permitió el riego con aguas residuales, aunque asegura que dirigió requerimientos verbales, a la vista de la “voluntad de colaboración” de los regantes y de las administraciones implicadas.

Todo cambió cuando la comunidad de regantes denunció a la mancomunidad por verter aguas fecales a su acequia, y Ecologistas en Acción se interesó por el tema: “Evidenciando un cambio en las circunstancias que habían recomendado no iniciar procedimientos disciplinarios, esta delegación incoó dos expedientes sancionadores”. Uno contra la mancomunidad y otro contra la comunidad de regantes, el primer denunciante.

En su día, el alcalde de Ítrabo reconoció que todas las administraciones sabían de los vertidos: “Si no saben ellos donde se vierten las aguas, que venga Dios y lo vea”.

El Instituto de Toxicología ve “riesgo grave”

Las conclusiones de la administración territorial, minimizando el impacto de las aguas contaminadas sobre los cultivos, contrastan con la principal conclusión del Instituto Nacional de Toxicología, que cree que el vertido de aguas residuales sin depurar en Ítrabo supone un “grave riesgo para la salud de las personas”.

Al menos desde 1969, las aguas residuales de Ítrabo se han derivado a una acequia propiedad de la comunidad de regantes de la Vega Baja, que las ha usado para el riego. Cuando sobran o la acequia se cierra, desembocan en los cauces de sendos barrancos. Es ahí donde se han tomado las muestras para los análisis del Instituto Nacional de Toxicología, encargados por el Seprona y aportados también a la causa.

Esos análisis acreditan que los vertidos “dañan sustancialmente la calidad del agua en sus parámetros físicoquímicos, biológicos y microbiológicos” y crean un “riesgo de grave perjuicio para la salud de las personas” en el tramo de los primeros 800 metros tras el punto de vertido. Después, el medio es capaz de autodepurarse al mezclarse con aguas limpias.

Según asegura Antonio Jiménez, hay otras tres comunidades de regantes que toman sus aguas para riego a menos de 200 metros del punto de vertido. De esta forma, al menos cuatro comunidades de regantes habrían utilizado para regar aguas contaminadas en Ítrabo y que suponen, según el Instituto Nacional de Toxicología, un “grave riesgo” para la salud.

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