Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

La segunda parte de ‘El Buscón’ que Quevedo imaginó y el cómic ha logrado culminar

Los autores de 'El Buscón en las Indias' en la librería Nostromo de Sevilla

Alejandro Luque

Sevilla —

2

En el pabellón de honor de los cómics editados en España en 2019, recientemente ha irrumpido una obra extraordinaria. El dibujante granadino Juanjo Guarnido –premio Nacional por la serie Blacksad– y el guionista Alain Ayroles han logrado la gesta de concebir la segunda parte de El Buscón que Quevedo soñó alguna vez, pero que nunca llegó a escribir, y la han trasladado a la viñeta con un despliegue de recursos apabullante.

El resultado lleva por título El Buscón en las Indias, acaba de ver la luz en Norma, y es el fruto de casi una década en la que ambos autores han exprimido su talento hasta el límite. Todo empezó cuando Ayroles contó a Guarnido un viaje a Ecuador que había hecho.  “Allí conocí a un señor que pintaba escenas de Don Quijote. Cuando vi sus cuadros, me puse a pensar en las aventuras de Don Quijote en el Nuevo Mundo, en los Andes, en la selva, pelando llamas, todo lo que se pueda imaginar… Cuando se lo propuse a ese ingenioso hidalgo que es Guarnido, me dio un gran y categórico no”, recuerda.

Un ultraje a Cervantes

“Habría sido un ultraje a Cervantes”, se justifica el dibujante, “recuperar un personaje que él dejó claro que no quería que se reutilizara, como Hergé, que no quiere que se hagan Tintines tras su muerte. Que 400 años después viniéramos los dos listos a saltarnos la voluntad del autor, pues no era de recibo. Quevedo tampoco dejó muy explícito que ningún advenedizo viniera a aprovecharse de El Buscón, pero como el que calla otorga… Pensé en eso: Don Quijote no, pero Pablicos de Segovia sí que viajó a América”.

Ayroles se puso de inmediato manos a la obra: “Yo no conocía El Buscón, había leído algo de la picaresca, el Lazarillo de Tormes, y conocía un poco la literatura del Siglo de Oro. Cuando concebimos la idea de llevarlo a América, me vinieron imágenes que tenían mucho que ver con los spaghetti western de Sergio Leone, donde se encuentran algunos personajes picarescos. Llamé a Juanjo y le dije: ¡vamos!”

Homenaje al cine español

En estas páginas, Don Pablos es un rufián que un buen día se embarcó rumbo a las Indias en busca de una vida mejor que aquella, llena de precariedad y de humillaciones, que dejaba atrás. Sin embargo, como él mismo sentencia, “la vida del villano es como yegua penca. Uno cree tenerla por las riendas, pero la muy empicada se acula”. A través de sus recuerdos y divagaciones, va revelando el accidentado modo en que puso sus pies por primera vez en tierras de América, sus primeros y difíciles contactos con la población local, su primer encuentro con los españoles que se iban abriendo paso, a sangre y fuego, por los vastos territorios de la Nueva España…

Entre los personajes dibujados por Guarnido, hay un homenaje implícito al cine español “que es también un homenaje a Astérix”, matiza Guarnido. “Uderzo llena sus aventuras de personajes de la televisión y famosos que nosotros no conocemos. Con este Buscón era un poco la revancha, ¿no? Los franceses lo han leído, les ha encantado, pero no han reconocido a nuestros actores”.

“Todo empezó”, prosigue el granadino, “cuando vi en el guión que tenía que dibujar a un señor bonachón, con aires de Sancho Panza, ¿y qué mejor Sancho Panza que Alfredo Landa, que lo hizo mejor que Cantinflas? Me costó, pero salió. Y ya empecé con José Sacristán, Jesús Puente, Fernando Rey, Fernán-Gómez, Antonio Garisa…”.

¿Y para el Buscón? “No exagero si digo que dibujé cientos de perfiles”, continúa Guarnido. “Es el personaje que más estudios he tenido que hacer para definirlo. Llegó un momento en que daba vueltas a lo mismo, se manifestaban demasiado mis propios tics de dibujo, con Alain habíamos barajado muchas opciones, ¿cómo tiene que ser, alto, bajo, gordo? ¿Y el pelo, rizado o encrespado como el diablo? En un momento dado, vacié la mente y casi no tengo recuerdo de cómo hice el dibujo. No sé si entré en un estado de mindullness, como dicen ahora, pero de pronto lo vi y ya estaba hecho. Y pensé: me cago en la leche, si llego a estar concentrado, no me sale así. Tenía mucha personalidad, era especial, diferente a todo lo que llevaba elaborado durante años, llenando cuadernos enteros explorando un montón de posibilidades distintas. Esa cara a la vez simpática y pícara era lo que necesitábamos”, agrega.

Un relato moderno en diez años

Han pasado diez años desde que empezaron a pensar en el proyecto, “aunque hemos ido compaginándolo con otros empeños”, recuerdan. “Pero desde que Alain cerró el guion, nos pusimos a hacer el story-board y fueron tres años y medio de trabajo”. Un tiempo en el que se han aplicado a fondo para dar a luz algo que no fuera un simple divertimento. “El Buscón es muy lineal, los lectores modernos están acostumbrados a relatos más complejos, están acostumbrados a flashbacks, por eso me propuse hacer historias dentro de las historias, con saltos en el tiempo, giros, todo lo que podía dar un aire más moderno al relato”, comentas Ayroles.

Por su parte, Guarnido quiso hacer todo el trabajo a mano. “Digital, cero patatero. Está todo a lápiz, luego trabajo sobre el dibujo impreso en papel de acuarela, el color va en acuarela también y los trazos negros y contornos están en acuarela negra, que crea un efecto de profundidad que es una maravilla. Uso el digital para otras cosas, pero para el cómic no me siento en mi medio. No doy mucho de mí con las nuevas tecnologías, en cambio lo uso cada vez más para el trabajo preliminar”, confiesa.

Eso por no hablar de la ingente tarea de documentación, que no les ha salvado de que algún lector meticuloso les lea la cartilla. “Los hay, es divertido encontrar a gente que busca los errores, que conoce muy bien la literatura del Siglo de Oro, el esgrima, las armas… Nos hablan de errores u olvidos. Pero les decimos que nos tomamos licencias voluntariamente, sería demasiado largo tratar todos los aspectos que hay en El Buscón de Quevedo”, dice Ayroles.

Guarnido, por su parte, afirma que “en general, los empollones nos tratan con cariño. El principal crítico soy yo mismo. Hay un momento en el proceso en que me doy cuenta de que en todo lo que llevo trabajado, la he cagado: ¡estoy haciendo puños y mangas del siglo XVIII, ¡me cago en…! Pero en un momento dado, es difícil corregirlo todo”.

Ambición desmesurada

A pesar de todo, aseguran haber disfrutado con el reto. “Hay pasajes en los que no sólo me descojonaba, es que no podía ni dibujar”, evoca Guarnido, mientras Ayroles asiente a su lado: “Cuando veía las caras y las expresiones de los personajes, yo tampoco podía parar de reír”.

“Por lo menos nuestra ambición era desmesurada, lo tenemos que reconocer”, concluyen. “Cuando firmamos la obra con el editor, la idea era hacer un álbum de 80 o 90 páginas. Al final, son 160, el doble, todas pagadas [risas]. Pero el editor también lo puede vender a mejor precio. Ha sido una inflación de páginas, de ambición, de peso, de aventuras, de todo”, y añaden a renglón seguido: “La ambición del personaje va aumentando en el relato, y ha sido contagiosa para nosotros. Creo que los lectores han salido ganando”.

Con 120.000 editados en Francia, El Buscón en las Indias ha sido también un acontecimiento editorial en el país vecino. Eso sí, Juanjo Guarnido no ha logrado del todo que sus muchos fans se olviden de su obra más emblemática: “Cuando llegué a la página 100 de El Buscón, colgué un dibujillo en mi Facebook. Como diciendo a la gente, eh, que no me estoy tocando las narices desde hace seis años. El primer comentario fue: ¿Y Blacksad para cuándo?”

Etiquetas
stats