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Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Gestión de las inundaciones del Ebro: Consenso vs. extremismo

Néstor J. Torrecilla

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El pasado noviembre la Ponencia de Inundaciones de la Comisión del Agua de Aragón presentó su dictamen para la mitigación del riesgo por inundaciones en nuestra Comunidad, con especial énfasis en el que afecta al tramo medio del Ebro. Se trata de un listado de líneas de actuación aprobado por unanimidad por los integrantes de dicha ponencia, en la que estaban representados tanto técnicos de las administraciones competentes como los municipios ribereños, los agricultores y el movimiento ambientalista.

El consenso entre todas las partes interesadas es sin duda un gran logro de la Ponencia de Inundaciones, y ha permitido la ejecución en un breve plazo de tiempo de medidas prioritarias para la protección de los núcleos urbanos, como la gestión forestal (“limpieza”) en sus zonas de influencia y la elaboración de planes municipales de protección civil ante el riesgo por inundación. Aunque no hay duda en que se deben impulsar todavía otras medidas como la creación de cauces de alivio y el retranqueo de las motas para aumentar la sección hidráulica allá donde la seguridad de los pueblos lo requiera, también es cierto que las administraciones competentes están trabajando ya en el diseño y la implementación de las mismas.

Queda también mucho por hacer respecto a la mejora de los sistemas de compensación de daños para que los afectados cobren en tiempo y forma, el fomento del uso e implementación de la ganadería extensiva en los sotos fluviales para aumentar su permeabilidad en secciones críticas, la permuta (o compra) de terrenos inundables por parte de las administraciones públicas y, en cualquier caso, el fomento y subvención de los cultivos inundo resistentes en esas zonas. Todas ellas son medidas incluidas en el dictamen de la ponencia y destinadas a apoyar a los agricultores de los municipios ribereños, que en mi opinión pueden tener en el cultivo de chopos para biomasa energética la oportunidad de establecer en las zonas inundables un modelo agrícola sostenible económica y ambientalmente.

No obstante, y frente a estas y otras muchas medidas acordadas, que varias entidades agrícolas se manifiesten demandando el dragado periódico “de gravas que existen en el cauce a lo largo de toda la ribera” como una “medida imprescindible” no solo para el mantenimiento de la actividad agrícola, sino para la pervivencia misma de los municipios ribereños, es desde mi punto de vista no solo una escandalosa exageración sino también un descorazonador ataque al consenso logrado por la Ponencia de Inundaciones.

Mantener este tipo de posiciones, ajenas no solo a las líneas de actuación consensuadas por dicha ponencia, sino también a las evidencias técnicas de la inviabilidad económica de los dragados generalizados y a las limitaciones impuestas por la legislación ambiental europea, es propio de un movimiento extremista.

Aparentemente, los dragados se han convertido para parte del colectivo de agricultores ribereños en un objetivo en sí mismo, lo que les lleva a no tomar en consideración las medidas alternativas que sí son compatibles con la legislación ambiental y que sí tienen el respaldo del Plan de Gestión del Riesgo de Inundaciones del Ebro, aprobado en el año 2016 .

En el año 2019, seguir pidiendo el dragado generalizado del Ebro es una pérdida colectiva de tiempo y energía, que estarían mejor empleados en exigir la optimización e implementación de medidas que sí son factibles. El apoyo más o menos bienintencionado otorgado por algunos periodistas y políticos no van a cambiar el hecho cierto de que la “limpieza integral del Ebro”, simple y llanamente, no va a acontecer. Todo lo contrario que las crecidas del Ebro, cuyos daños dependerán de nuestra capacidad de reducir nuestra vulnerabilidad y exposición a este fenómeno natural.

Creo sinceramente que es el momento de intentar aprovechar las posibilidades de financiación autonómica, estatal y europea para adaptar convenientemente buena parte de las zonas agrícolas en zona inundable, sustituyendo las actuales pérdidas (sufragadas tanto por el agricultor como por la sociedad en su conjunto mediante compensaciones y obras de emergencia) por un modelo agrícola económicamente viable. El personal técnico de las administraciones, así como las periodistas y el resto de las personas que desde distintos ámbitos nos dedicamos a la divulgación, debemos fomentar la sustitución de creencias desfasadas y posiciones extremistas por el conocimiento actual y el refuerzo de posiciones de consenso entre las distintas partes interesadas. Amén.

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