La lucha del pueblo palestino es nuestra lucha

Me resulta muy difícil de entender la pasividad de algunos países con la estrategia de exterminio del pueblo palestino emprendida por Netanyahu. Ya sé que en política internacional cada país mira por sus intereses y deja los valores, que dice defender, en el baúl de los recuerdos. Pero la comunidad internacional ha acordado normas de funcionamiento, reglas hasta en los casos de guerra. Algo, por otra parte, imprescindible en las relaciones humanas, si se vive en comunidad. Si no se cumplen, ¿en base a qué nos relacionamos? ¿Cómo convencemos a la ciudadanía de un país o una ciudad de que debe comportarse de determinada manera si las normas no valen para los poderosos?

La UE y la mayoría de los gobiernos europeos están respondiendo tarde y con medidas poco efectivas. ¿Temen que Trump suba los aranceles si se portan mal? ¿Hasta cuándo vamos a ser vasallos de un personaje como el presidente de los EEUU? ¿No se dan cuenta de que cuanto más cedamos más nos exprimirá?

¿Cómo es posible que el gobierno alemán dude de reconocer a Palestina como un Estado? Si en esta cuestión el Gobierno representa al pueblo alemán, algo ha fallado en estos años para que no hayan entendido que el ser víctima no te garantiza la imposibilidad de ser victimario, que los asesinatos en masa son igual de repugnantes los cometa quien los cometa y que los derechos humanos -el principal es el derecho a la vida- deben ser defendidos por todas las personas. Aunque solo sea para poder acogernos a ellos en un futuro. 

La invasión de Gaza, a la que seguirá Cisjordania, es un genocidio, es un instrumento para hacer desaparecer a los palestinos de su tierra. O se van, o los matan o los recluyen en un campo de concentración para que se mueran poco a poco. Se parece mucho, aunque de momento sin hornos crematorios, a lo que hicieron los nazis con los judíos en numerosos campos de exterminio.  

Sí, soy de los que cree -como la mayoría de los expertos, Amnistía Internacional o el comité que ha elaborado un informe para la ONU- que en Gaza se está cometiendo un genocidio. Pero genocidio no es una palabra mágica, me produciría la misma repugnancia y me enfrentaría a ello con la misma convicción e intensidad, si en lugar de genocidio la justicia internacional lo considerase crímenes de guerra o de lesa humanidad. Porque lo importante es lo que está pasando, y lo que hace el ejército israelí es abominable.

En el PP, especialmente en la parte más próxima a Vox, no solo niegan el genocidio, sino que recurren, como nos tienen acostumbrados, a todo tipo de exageraciones y mentiras para desprestigiar las manifestaciones de apoyo a Palestina y, venga o no a cuento, arremeter contra el presidente Sánchez. Me gustaría pensar -aunque sé que es una barbaridad atacar a la persona y no a sus propuestas- que, su posición pro Netanyahu es una pieza más en la estrategia de hundir a Sánchez, pero desgraciadamente no es así. Comparar el bloqueo de la última etapa de la Vuelta Ciclista con Sarajevo y no decir ni una palabra sobre el bloqueo de la entrada a Gaza de alimentos y medicinas, de la utilización del hambre y las enfermedades como arma de guerra, define claramente el nivel moral de quienes así actúan, no es un recurso contra Sánchez, es que no tienen humanidad.  

Por si fuera poco, el que pretende ser el faro y guía de las derechas españolas, el campeón de las mentiras -los atentados del 11M eran obra de ETA, en Irak había armas de destrucción masiva…- intenta hacernos creer que Netanyahu defiende al mundo occidental: “Si Israel perdiese lo que está haciendo sería poner al mundo occidental en el borde de la derrota total” Pero, ¿qué peligro suponen los palestinos para el mundo occidental? De no ser que Aznar se refiera a que, si Israel pierde, pierden los matones, los chantajistas, quienes están imponiendo la ley del más fuerte. Y Aznar pretende que Occidente pertenezca a ese mundo. 

El pueblo palestino está luchando por su supervivencia, pero esa supervivencia no está en peligro por un terremoto, por un sunami o por cualquier otro fenómeno natural, está en peligro por el odio a los palestinos y el afán expansionista de un gobierno sionista. Su supervivencia depende de que seamos capaces de frenar la política del tándem Trump-Netanyahu en esa parte del mundo. Y para eso, no basta con reconocer a Palestina como Estado, como dice la Comisión de Investigación de la ONU que ha concluido que Israel comete genocidio: “Los Estados deben actuar para pararlo”.

Los palestinos se merecen y necesitan todo el esfuerzo que podamos hacer, hay que seguir movilizándonos, presionando a las instituciones para que incrementen las sanciones hasta aislar a los genocidas económica y políticamente. Pero esas movilizaciones no solo van en beneficio palestino, trabajar por parar el genocidio es trabajar por nosotros, contra la tiranía de los poderosos, por los derechos humanos, por resolver los problemas por la vía política y de manera equilibrada. Es luchar por un mundo mejor.

Contra el genocidio, por nuestro futuro y por ese mundo mejor el viernes 26 a las 18,30 nos vemos en la Glorieta de Sasera.