Marrón y con mal olor: el pueblo aragonés que encadena seis veranos con agua no apta para el consumo
El pequeño municipio de Arguis (Huesca), a la sombra de la sierra de Gratal, ha vuelto a vivir una situación que se repite con demasiada frecuencia en los últimos seis años: la prohibición de consumir agua de boca por los elevados niveles de turbidez detectados en la red. Desde hace más de una semana, los vecinos abren el grifo y el líquido que sale presenta un color marrón y un olor desagradable. El ayuntamiento emitió un bando urgente en el que informaba de que el agua no era apta ni para beber ni para cocinar tras comprobar junto a los técnicos de la comarca que los parámetros superaban ampliamente los umbrales permitidos.
La restricción se prolongará varios días, hasta que se limpie por completo el circuito de abastecimiento. Mientras tanto, el malestar vecinal crece porque, aseguran, no es un episodio puntual sino un problema recurrente desde hace seis veranos. “Esto ya se ha convertido en una rutina”, protesta José, un residente, que apunta a las obras ejecutadas en el puerto de Monrepós como el origen de los problemas, ya que habrían afectado a la captación de agua.
Arguis cuenta con unos 50 habitantes durante el año, pero en verano la cifra se multiplica por seis hasta alcanzar alrededor de 300 personas. Ese incremento poblacional hace todavía más visible la precariedad del servicio de agua potable en un pueblo que depende del manantial de la Gruta de San Clemente. Desde allí se bombea hasta la red de abastecimiento.
El problema, según explican fuentes municipales, aparece cuando el embalse de Arguis –gestionado por la comunidad de regantes y utilizado también para actividades deportivas como la pesca– queda con poco caudal y se libera agua. La mezcla con los barros acaba filtrándose hacia el manantial, contaminando la captación que se utiliza para el consumo humano. El resultado: agua turbia en las cocinas y en las duchas, vajilla imposible de limpiar y hasta el cierre temporal del único bar del pueblo, que se niega a servir cafés de color marrón.
El alcalde de Arguis, Alfonso Gella, reconoce el malestar vecinal y asegura que se han puesto medidas para resolverlo. La principal, la instalación de un nuevo filtro valorado en 20.000 euros en un bombeo secundario situado junto a la antigua Hospedería. Allí se clora el agua antes de llevarla al depósito regulador. “La obra ya está terminada, pero no hemos tenido tiempo de ponerla en funcionamiento. La empresa está acabando de configurarlo y esperamos que pueda estar operativo en los próximos días”, explica el regidor.
No es la primera vez que se intenta atajar el problema. En los últimos años ya se habían ejecutado dos actuaciones con apoyo de la Diputación Provincial de Huesca (DPH), una de ellas con una inversión de unos 40.000 euros, pero los resultados fueron insuficientes. “No acabaron de funcionar”, admite Gella.
El alcalde subraya que la verdadera solución pasa por la construcción de un nuevo depósito de agua de mayor tamaño, cuyo coste se calcula entre 150.000 y 200.000 euros. Una inversión que el Ayuntamiento no puede afrontar en solitario y que exigiría la colaboración económica de otras administraciones. La reiteración del problema ha generado una incomodidad que ya se acerca al hartazgo. Tras las tormentas registradas recientemente y la suelta de agua del embalse, la turbidez ha vuelto a aparecer en pleno verano, coincidiendo con la presencia de segundas residencias y visitantes.
Los técnicos de la Comarca de la Hoya de Huesca han tomado muestras en los últimos días que confirman la inviabilidad del agua para consumo humano: los niveles de turbidez multiplican varias veces los parámetros máximos permitidos.
No es la primera vez que Arguis se ve en esta situación. Hace seis años el pueblo ya sufría dificultades de abastecimiento de agua potable. El consistorio recurrió en aquel momento a la Diputación Provincial de Huesca (DPH), al Instituto Aragonés del Agua y a la Unidad de Carreteras del Estado, ya que las obras en el entorno parecían estar relacionadas con el problema. Las instituciones confirmaron la existencia de un agujero que permitía la entrada de agua turbia en la captación. Aunque se solucionó temporalmente, la turbidez reapareció semanas después y se volvió a pedir ayuda, esta vez también a la subdelegación del Gobierno.
El problema del agua potable contrasta con los avances en otras infraestructuras de Arguis en los últimos meses. Entre ellos destaca la entrada en funcionamiento de la depuradora de aguas residuales, un proyecto muy demandado por la población. Con una inversión superior a 275.000 euros, la instalación está diseñada para cubrir picos de hasta 300 personas en verano y Semana Santa. El Instituto Aragonés del Agua aportó 150.000 euros, la DPH otros 75.000 y el ayuntamiento 53.000 más para la acometida eléctrica.
Pese a estos avances, la turbidez del agua potable sigue siendo la asignatura pendiente en Arguis. Los vecinos reclaman una solución definitiva que garantice un suministro de calidad y evite repetir cada verano las mismas restricciones. El nuevo filtro que se está instalando puede ser un alivio temporal, pero el Ayuntamiento insiste en que solo la construcción de un nuevo depósito resolverá el problema de raíz.
En el último lustro, los problemas de abastecimiento de agua potable y turbidez en Huesca han sido recurrentes. En 2021, la localidad de Lierta, un pequeño núcleo de unos 40 habitantes en el municipio de La Sotonera, denunció la contaminación por nitratos en su manantial, causada principalmente por actividades agrícolas. Además, se expresó preocupación por una posible explotación porcina que podría agravar la contaminación, lo que llevó a la formación de una asociación vecinal para exigir soluciones.
Alerre, Chimillas y Banastás ha padecido limitaciones de abastecimiento debido a la contaminación por nitratos en sus manantiales subterráneos. Los vecinos dependían de agua embotellada o sistemas de ósmosis inversa instalados en sus hogares. En 2021 se aprobó su incorporación a la Red de Agua de Huesca, con obras financiadas por la Diputación Provincial de Huesca con un coste estimado de 600.000 euros para garantizar un suministro de mayor calidad.
En Huesca, la turbidez del agua causada principalmente por lluvias intensas que afectan el embalse de Vadiello –principal fuente de abastecimiento de la ciudad– ha generado quebraderos de cabeza. En marzo, las lluvias intensas volvieron a provocar alta turbidez en Vadiello, lo que afectó especialmente comunidades de vecinos en Los Olivos. El cambio de captación a Valdabra generó problemas adicionales, como bajadas de presión y obstrucción de filtros, debido a la circulación del agua en sentido contrario al habitual en las tuberías, lo que desprendía sedimentos acumulados. El ayuntamiento explicó que estas afecciones eran habituales en períodos de lluvias intensas y que el agua seguía siendo apta tras tratamiento, pero las quejas vecinales persistieron.
También en marzo, las intensas lluvias elevaron el nivel freático en el manantial de Las Paulesas, lo que afectó a su sistema de cloración. Esto hizo que el agua no fuera apta para consumo humano debido a un nivel bajo y variable de cloro residual, lo que llevó a restricciones de uso en las zonas abastecidas por este sistema.
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