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La desertización y el abandono del campo hacen de Aragón un páramo ante el cambio climático

Mapa de sumideros de carbono de carácter vegetal elaborado por el Gobierno de Aragón. En azul, las zonas que menos CO2 absorben.

Eduardo Bayona

Zaragoza —

Aragón tiene más de páramo que de comunidad frondosa, y eso tiene consecuencias en la lucha contra el calentamiento global: más del 80% del territorio no llega a absorber 75 toneladas anuales de CO2, y más de la mitad no llega a las 25, según recoge el mapa resultante del “Estudio sobre la funcionalidad de las formaciones vegetales aragonesas como sumidero de CO2” elaborado y difundido por el Departamento de Desarrollo Rural.

Más del 90% de los 47.000 kilómetros cuadrados de superficie de la comunidad son de tipo mediterráneo mientras únicamente un 7% (menos de 3.400) se caracterizan como alpinos, a lo que se suma que el 60% del territorio se sitúa a más de 600 metros de altitud y que casi un tercio supera los mil.

Paralelamente, el avance de la desertificación por el clima y el abandono de las tierras de labor y del monte por la despoblación del mundo rural intensifican el avance de los terrenos poblados por arbustos y la reducción del arbolado, procesos en los que también influyen la industrialización de la agricultura y la ampliación del tamaño de las parcelas de cultivo y, en menor medida, los incendios forestales.

Menos arbolado y más yermos

Solo en la última década del pasado siglo, y según señala la primera Estrategia del Cambio Climático aragonesa, los espacios arbustivos avanzaban en más de 10.000 hectáreas y las áreas urbanas e industriales lo hacían en casi 8.000 mientras el campo perdía casi 6.000, las praderas retrocedían ligeramente por encima de esa cifra y los bosques cedían más de 7.000.

La última de esas tendencias se ha intensificado en los últimos años, en los que, según indican los anuarios forestales del Ministerio de Agricultura, se ha seguido manteniendo el retroceso de la superficie arbolada, que entre 2005 y 2015 perdió otras 34.500 hectáreas al pasar de 1.577.991 a 1.543.465.

En esos mismos quince años, la superficie forestal desarbolada, es decir, la ocupada por arbustos y otros tipos de vegetación no arbórea no agrícola, aumentaba en mas de 50.000 al pasar de 1.020.321 a 1.071.866.

Es decir, que la superficie arbolada se encuentra en una clara situación de retroceso en Aragón mientras las tierras yermas registran un avance superior incluso a esa caída al sumar parte de los terrenos de cultivo que van quedando abandonados.

Alertas desde varios flancos ambientales

El último Boletín Agroambiental del Gobierno de Aragón ya advierte de que “el sector del uso de la tierra, el cambio de uso de la tierra y la selvicultura desempeña un papel determinante” para la reducción del calentamiento global por el papel de sumideros de CO2 que ofrecen “los ecosistemas forestales, en cuanto son capaces de retener una parte del carbono afluente”.

En ese sentido, el estudio sobre la capacidad de las superficies vegetales de la comunidad para actuar como sumideros de carbono y reducir el efecto invernadero es más un punto de partida que otra cosa.

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