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Teruel clama por la España vacía

La manifestación ha finalizado en la plaza del Pilar de Zaragoza

Elisa Alegre Saura / Óscar F. Civieta

Zaragoza —

“¡Teruel Existe!”. Y resiste. Un mensaje claro, diáfano. El mismo que tantas veces se ha gritado desde que la coordinadora Teruel Existe viera la luz en diciembre de 1999. No ha variado ni un ápice desde entonces. Desgraciadamente, no ha habido razones para cambiarlo. Tampoco para dejar de decirlo.

40.000 personas, según los organizadores, han recorrido este domingo las calles de Zaragoza. Muchos de ellos turolenses, que han arribado en la capital aragonesa y han mandado un mensaje, un grito de auxilio para quien debe escucharlo: “Aragón se muere por el sur”.

Bajo el lema “Salvemos Teruel”, un centenar de organizaciones apoyaban esta manifestación, que ha partido a las 11:00 horas de la sede del Gobierno de Aragón para terminar en la plaza del Pilar. Miles de voces que han clamado por la España vacía, por esa que se muere sin que nadie ponga remedio.

El 38,9 % de los municipios de Teruel (92 de 236) tienen menos de 100 habitantes y la densidad de población media de toda la provincia es de 9,2 habitantes por kilómetro cuadrado: todo Teruel es un desierto demográfico.

Son solo cifras. Los números de la España vacía. “No puede entenderse –reza el manifiesto de los organizadores– que cuando una parte importante de tu territorio, la España vacía, pide un agónico auxilio porque se ve sumida en un continuo abandono institucional, camino de la despoblación y la desaparición total, la respuesta real sea la indiferencia y la inacción, atrapados en una compleja telaraña administrativa que alarga los plazos hasta la desesperación, y que sería fácil solventar si hubiese verdadera voluntad política”.

Ana de Grandes, viuda de José Antonio Labordeta, y Luis Alegre han sido los encargados de leerlo. Razones para una (otra más) gran protesta que nace de “muchos olvidos, retrasos e incumplimientos”. Han recordado que “hace más de un siglo esta provincia estaba llena de esperanza, veía surgir minas, trazarse y soñarse ferrocarriles, alguna industria... Luego, la terrible Guerra Civil, especialmente sufrida, nos hundió bajo el silencio y el miedo”.

Son las mismas reivindicaciones de las grandes manifestaciones de principios de siglo. Las que les llevaron a visitar, en el Congreso y el Senado, a líderes políticos y sindicales, e, incluso, a los reyes de España.

Porque sigue “siendo penosa”, han dicho, “la situación de las comunicaciones. El ferrocarril es como un símbolo de todo lo demás: vía única, sin electrificar, a la velocidad más baja de España... Todos los años señalan los presupuestos que ‘Teruel tiene asignada una partida anual de más de 16 millones de euros’, que, luego en la realidad, no se ejecutan”. Se han referido también al retraso en la construcción de los hospitales de Teruel y Alcañiz.

Pero siguen con fuerzas. Lo han dejado claro como corolario de este multitudinario bramido de socorro: “Todavía estamos a tiempo si no nos rendimos. Porque no solo existe: Teruel resiste e insiste. Aquí está, y seguirá reclamando lo que cree son sus derechos. Podemos aún salvarla y… está en nuestras manos”.

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