La juventud zaragozana sale a la calle para reclamar la continuidad de las zonas jóvenes: “No somos invisibles”

Los jóvenes de Zaragoza salieron este miércoles a la calle para exigir la continuidad de las zonas jóvenes, espacios que combinan ocio, cultura y formación asequible con funciones de “refugio climático, núcleo comunitario y segundo hogar” para quienes más los necesitan. La concentración tuvo lugar en el barrio de Miralbueno, donde se leyó un manifiesto que resumía las críticas y demandas de la juventud zaragozana: “No somos invisibles, somos jóvenes ignorados”.

El manifiesto alerta sobre el cierre de siete zonas jóvenes más —Valdefierro, Arrabal, Parque Goya, Santa Isabel, La Jota, Casablanca y Miralbueno— que se suman al de la Casa de Juventud del barrio Oliver el año pasado. Los organizadores denunciaron que la medida “elimina espacios fundamentales donde los jóvenes se reúnen, aprenden, se socializan y desarrollan su creatividad”, y criticaron también la transformación del nombre original “casa de juventud” a “zona joven”, definida por ellos como una maniobra para invisibilizar la identidad de estos espacios y el trabajo del personal socioeducativo. “No es reorganizar: es destruir”, señala el manifiesto, que cuestiona al Ayuntamiento: “¿Molestamos? ¿Importamos? ¿Toda la juventud de Zaragoza, o solo unos pocos?”

El Consistorio ha justificado la medida como parte de una reorganización del modelo de ocio juvenil dentro de la Estrategia Joven 2030. Según el Ayuntamiento, la concentración de recursos y actividades en los nuevos equipamientos municipales El Túnel y La Azucarera, que cuentan con infraestructuras modernas y han recibido a más de 7.000 jóvenes en los últimos meses, permitirá una mayor eficacia en la oferta de ocio juvenil. La concejala de Juventud, Ruth Bravo, subraya que la reordenación busca un tipo de ocio más conectado con las inquietudes actuales de la juventud y señala que las zonas cerradas tenían una participación menor a la esperada y elevados costes de mantenimiento.

Sin embargo, los jóvenes advierten que trasladar las actividades a macrocentros dificulta la accesibilidad, sobre todo para quienes tienen movilidad reducida, y provoca la pérdida de cercanía y de espacios abiertos donde se compartía, estudiaba, jugaba y conversaba. “Las Casas de Juventud me permitieron socializar sin presión y recibir apoyo real… Tengo 49 % de discapacidad física y padezco ansiedad social. Estos espacios han sido fundamentales para mi recuperación. No son un lujo, son una necesidad”, relató un asistente a la concentración.

Además, los jóvenes destacaron la labor del personal socioeducativo, que organiza actividades culturales, artísticas y educativas, y sostiene la trama cultural y emocional de los barrios. Reclamaron un reconocimiento público y un compromiso real del Ayuntamiento hacia estos profesionales, mientras trabajadores, sindicatos y grupos políticos de la oposición alertan sobre la pérdida de acompañamiento educativo y social y la falta de diálogo con los afectados.

Desde el Consistorio insisten en que el modelo anterior estaba obsoleto y recuerdan que los nuevos centros ofrecerán más de 50 actividades y un laboratorio de participación para diseñar políticas de juventud junto a los propios jóvenes, aunque los críticos denuncian que la medida se ha comunicado en pleno verano, dificultando la participación y el debate público.