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“El despegue democrático de los 80 en España se guió por la libertad de expresión y coartarla es un error”

Álvaro Urquijo, cantante, guitarrista y compositor de Los Secretos. |

María Pérez Guerra

Álvaro Urquijo es el cantante, guitarrista y compositor de Los Secretos. Esta banda, nacida en el Madrid de La Movida, se ha sabido sobreponerse a los golpes y sigue, cuatro décadas después, haciendo sonar himnos como 'Déjame' o 'Pero a tu lado', sacando discos y recorriendo escenarios. Este sábado será el turno del Palacio de Festivales de Santander, donde estarán a partir de las 20.30 horas para celebrar sus 40 años de vida.

Los Secretos lleva 40 años en la música. ¿Es importante celebrar la larga vida de un grupo en los tiempos que corren?

Si te dan la oportunidad de poder hacer tu trabajo durante mucho tiempo hay que celebrarlo, porque no depende de la intención de uno mismo, sino del público. Hemos estado haciendo canciones a nuestra manera y eso nos ha llevado a tener un estilo propio, independiente y no haber estado expuestos a las modas. Además, hemos ido captando a gente con el paso del tiempo, no ha sido cuestión de un lanzamiento promocional o seguir viviendo del éxito del pasado. También hemos pasado momentos duros, altibajos y pérdidas de seres queridos y hemos estados tres veces rotos como banda, con el perjuicio económico que supone no trabajar. Ese tocar fondo nos ha hecho no creernos mejores que nadie y respetar muchísimo al público.

¿La clave de su éxito ha sido no estar de moda?

Exactamente. Yo ahora, con el tiempo, me alegro de que no hayamos estado de moda nunca. De hecho, siempre hemos ido a la contra. En el 83, por ejemplo, no nos renovaron un contrato porque no teníamos ni idea de lo que gustaba en ese momento y nos dijeron que qué hacíamos en los 80 tocando nuestra música. Esa era la filosofía de una industria musical que no sabía por dónde iban las cosas. Estábamos en España, que iba más tarde que Europa, adaptándonos a las corrientes que sacudían todo el planeta, y aquí nos quedamos con una mezcla de un sonido ochentero y muy tecnológico. No seguirlo nos costó estar en la calle. Estuvimos un año sin compañía y sin trabajar, sacamos un disco que no se vendió y teníamos la sensación de habernos equivocado.

¿Cómo resurge una banda en esas circunstancias?

En el 85, mi hermano Enrique -que falleció en 1999- y yo decidimos juntar una nueva banda, rebuscar las canciones de nuestros orígenes y, con muchísima paciencia, la reflotamos. En el 86 salió un disco con ciertas canciones muy icónicas del grupo y fue un poco el despegue. Sentíamos que no habíamos fallado a nuestro estilo y la gente empezaba a querernos como éramos. Para nuestro primer concierto, sustituyendo a un grupo en el Rocódromo de Madrid después de casi tres años sin pisar un escenario, no teníamos ninguna canción de las exitosas ensayada porque pensábamos que no se iba a acordar nadie, pero las 45.000 personas coreaban nuestras canciones.

Empezaron con el vinilo y ahora internet es lo más utilizado para escuchar música. ¿Cómo han vivido este cambio?

Ahora el terreno se ha asentado un poco y, pensado con perspectiva, cualquier músico que lleve unas décadas habrá comprobado sobre su piel cómo se pasó del vinilo al CD y del CD a los ordenadores y móviles. Hemos vivido una constante transformación unida a la tecnología. No solo en el soporte, también como músicos, cantantes y profesionales. Muchísimos de esos cambios tecnológicos nos han favorecido. Los cambios de soporte o de audición también iban buscando más calidad y economía de espacio y de fabricación. Otra cosa es lo que esté ofreciendo internet en cuanto a calidad de música, que hay muchas técnicas con las que no estoy feliz.

¿El directo es más importante que nunca en una industria donde internet cada vez tiene más peso?

Es evidente, sí. Por ejemplo, las redes sociales difunden la música y llega a mucha gente. Aunque no vendemos discos ni se generan muchos derechos de autor, esa gente que te oye quiere verte a ti, y para eso tiene que ir a un concierto. La música en directo nos encanta y es nuestro estado natural, al que sacamos más partido. Muchísima gente, a día de hoy, se sorprende. Si haces las cosas más o menos bien, con sensatez y proporcionalidad rítmica y acorde con una idea en conjunto, a cualquiera le puede gustar.

¿Qué piensa un grupo que viene de La Movida madrileña de los problemas con la libertad de expresión que hay en la actualidad?

Creo que todo el despegue democrático y el cambio que hubo en España precisamente se guió por eso, hacia la libertad de expresión y todo lo que sea coartarla es un error. Se nos brindó lo que no teníamos y lo agarramos con alegría y espíritu. Yo diría a los jueces que no pierdan el tiempo, que nunca debería haber cuestiones penales porque alguien se sienta ofendido. Creo que defiendo tanto esto porque vengo de una época en que la libertad de expresión era algo que nos hacía una identidad distinta. En los bares ponían canciones que decían barbaridades sobre temas sensibles de la época, como la Iglesia o el Ejército. Había grupos muy transgresores y todos convivíamos. El problema empieza cuando entran los jueces y, también, las redes sociales de por medio. Se hace un efecto lupa de cuestiones que en su día hubieran pasado desapercibidas. Gente como Valtonyc hubiera tenido sus fans y ya está, hubiera seguido su recorrido. Creo que la legislación debería apostar por una normalización de las cosas y no una escandalización. La gente está muy crispada y no entiendo por qué, porque estamos en una de las épocas más dulces.

¿Qué augura el futuro de Los Secretos?

Mientras estemos en forma y podamos dar un espectáculo digno, se mantenga la voz, el timbre, las tonalidades y las capacidades de matizar y podamos tocar bien, tendremos un público y un mercado que recorrer. Yo ahora estoy componiendo y dentro de un mes empezamos a grabar. Estamos en modo disco y espero que en abril esté en la calle. Tenemos ilusión y ganas.

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