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“Cuando nací era tan pequeña que me metieron en una caja de zapatos y me tuvieron encima de la cocina al calorcito”

El presidente de Unate, Modesto Chato, entrega un diploma de reconocimiento a Gerardo Gómez del Castillo, uno de los vecinos de Arenas de Iguña que ha colaborado con Legado Cantabria. A su derecha, sentada, Enedina Rodrigo.

Javier Fernández Rubio

26 de febrero de 2022 14:28 h

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Enedina Rodrigo Fernández nació en una fría noche del mes de diciembre de 1944 en Arenas de Iguña, después de un largo día de parto. Cuando nació, era tan pequeña que su madre comparó su tamaño con el de una botella de medio litro. 'Eno' pasó sus primeros días en este mundo en una incubadora de la época: una caja de zapatos forrada de algodón y puesta al calor del hogar. Ahora, 78 años después, ha conseguido algo que pocos pueden hacer: congelar el tiempo, poner el relato de su vida en hibernación, dar testimono de su existencia a las generaciones futuras y a los investigadores qué quieran saber cómo era la vida cotidiana en un valle del interior de Cantabria.

“Tardé mucho en nacer. Estuvo mi madre con dolores el día entero y no había epidural ni había nada y hasta la noche no nací”. Es uno de los recuerdos de Enedina que junto con los otros más de 60 cántabros se encuentran 'encapsulados' como material audiovisual dentro del proyecto Legado Cantabria, que lleva a cabo Unate-Universidad Permanente y la Fundación Patronato Europeo del Mayor (PEM), con la colaboración de la Dirección General de Patrimonio de Cantabria. En el caso de Arenas de Iguña, la colaboración de su Ayuntamiento ha sido fundamental.

“Fui muy pequeña al nacer. Me decía mi madre que era como una botella de medio litro. Me tuvo que tener en una caja de zapatillas porque nací en diciembre, tan pequeñita. No había hospital ni nada donde llevarme. Me tuvieron entre algodones unos días porque era muy pequeña, me tuvieron encima de la cocina al calorcito. Y luego, ya ves..., mira cómo me hice”, prosigue 'Eno'.

Un equipo de Unate entrevistó y grabó a seis vecinos durante un año, meses en los que desbrozaron su vida. De este modo, José Trueba, Francisco Pérez, Enedina Rodrigo, Carmen Díaz, José Ríos Castillo y Gerardo Gómez convirtieron en relato imperecedero los detalles de su infancia, de su juventud, de su madurez, de los juegos, del noviazgo, la guerra, la posguerra, el hambre, la dictadura, la democracia... todo, no a vista de pájaro como es habitual en los estudios históricos, sino a pie de tierra.

Con las historias orales que se han ido recopilando se harán dos cosas: una versión documental, pública, que se colgará en la página web de Legado y se facilitará a los protagonistas para que la difundan a su criterio; y otra completa, con horas de grabación, que no estará abierta al público, sino custodiada en la Filmoteca de Cantabria, el Ayuntamiento de Arenas de Iguña y en la propia Fundación Pem. A este respecto, la Filmoteca de Cantabria lleva camino de convertirse en un repositorio de la memoria de la Comunidad ya que junto a este proyecto ya desarrolla otro: 'Recuerdos en super 8', el acopio de películas domésticas en celuloide.

“Me da pena que se pierdan esas historias -aseguraba el alcalde, Pablo Gómez, en el acto que tuvo lugar este viernes en Arenas de Iguña-. A los que quedan en los pueblos les da mucho miedo la soledad. Ha desaparecido hasta la excusa de ir a misa para encontrarse con los vecinos. Por la noche, qué oscuro se ve todo. Por la mañana, todo se cura”.

Modesto Chato, presidente de Unate y de la Fundación PEM, agradeció a los vecinos su participación. Consideró que “el mejor patrimonio de Cantabria es el directo de las personas mayores”. “Estamos en la misma cofradía -añadió, con un guiño de complicidad al auditorio, reunido en los locales de la Cooperativa del Campo y en donde predominaban las personas mayores-, por eso quiero felicitaros por esos momentos que van a quedar grabados para siempre. Quiero agradeceros la generosidad que habéis tenido con este proyecto entregando vuestra historia”.

Las historias personales de los mayores, a las que nunca se prestaba valor, ahora se les presta atención y se recogen como un tesoro patrimonial. “No estamos hablando de piedras, sino de vida. Nos enorgullece haberlo hecho”, aseguró Chato, quien se encontraba acompañado del coordinador de Unate, Francisco Gómez Nadal.

Desde la atalaya que proporciona la edad, hay quien recuerda cómo intentaba copiar y que no le copiaran en el colegio o cómo antes de empezar la clase había que cantar el 'Cara al Sol' y rezar el rosario. Y el hambre, omnipresente en todo momento y lugar. El hambre ocupándolo todo. “Se carecía de todo: lo único que sobraba era el hambre”, recordó Gerardo Gómez, tras lo cual empieza a recitar lo que se podía obtener con la cartilla de racionamiento: azúcar, café, arroz, aceite, garbanzos... “Estraperlo había, pero no dinero”, aclaró. ¿El sueldo de aquellos años? “Siete, ocho pesetas”. “Y no había máquinas: todo había que hacerlo a mano”, apostillaba José Trueba Pérez.

Carmen Díaz es otra de las vecinas de Arenas que han hecho su aportación a la memoria del municipio. Según manifestó al término del acto, no tuvo que pensárselo dos veces cuando le pidieron colaborar con Legado Cantabria, aunque su historia la conocía ya perfectamente su familia y el vecindario. “Lo hice sin pensar -comentó-. He contado nada más lo que uno vivió, ¡si aquí nos conocemos todo el mundo y sabemos poco más o menos lo que somos!”.

Su esposo, Francisco Pérez, también ha participado en el proyecto. Sus recuerdos son los de reparador de aparatos eléctricos y no echa de menos los tiempos de su niñez. “Ahora se vive mejor en todos los sentidos -aseguró-. Cuando éramos niños no te daba tiempo a pensar porque el único pensamiento era ver si podías comer. Yo personalmente no pasé hambre, pero vi mucha miseria y hambre, cantidad”.

Ropa no había, las suelas de las alpargatas se partían el día después de su estreno y “muchos atropellos por la parte política... y por la parte del clero, que casi era peor que la política”, recordó Paco Pérez. “No había toque de queda, pero no había ni dios por la calle”. Son una catarata de recuerdos, que acuden cuando se los reclama. Por lo general se pierden: rara vez quedan prisioneros en un documento.

La directora general de Patrimonio y Memoria Histórica, Zoraida Hijosa, justificó el apoyo de su departamento a este proyecto “porque toca las dos patas de la Dirección General: toca la Memoria Histórica y el Patrimonio inmaterial. Muchas de las personas que han contado sus historias relatan cómo vivieron la guerra, la posguerra y la dictadura y eso para nosotros es importante porque lo que falta en Cantabria es ese archivo oral que no existía. Esta documentación va a ser importante tanto para las personas como para los investigadores e historiadores que luego quieran trabajar sobre estos temas”. “Seguiremos colaborado con este proyecto muchos años -se comprometió Hijosa ante el auditorio-. Creo en este programa y tiene que continuar”.

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