Cantabria ficción

Julio Camba, un maestro del periodismo que nunca reivindicaremos lo suficiente, dejó escrito en uno de sus magníficos artículos de actualidad política una frase brillante y absolutamente contemporánea a pesar de los años que han pasado: “La República tiene mala suerte. La mala suerte de no encontrar problemas para sus soluciones y de que, por tanto, estas soluciones no puedan lucir”. La ironía es un recurso muy útil cuando no queda otra cosa a lo que poder agarrarse.

Es cierto que para trasladar la frase de Camba hasta nuestros días hay que abstraerse de que la República acabó de forma dramática como consecuencia de un levantamiento militar que provocó un golpe de estado y una guerra civil en la que murieron cientos de miles de personas, que dio paso a una feroz dictadura que se prolongó durante cuatro décadas, y que desde la muerte del dictador en su propia cama se llevó a cabo una lenta transición democrática en España en la que, me temo, aún seguimos inmersos, en el mejor de los casos. Y eso es mucho de lo que abstraerse, claro.

Sin embargo, he recordado la frase de Julio Camba porque desde este jueves se celebra en el Parlamento de Cantabria el Debate sobre la Orientación Política del Gobierno, una cita que se convierte todos los años en una promesa a futuro de lo que seremos algún día, mientras los problemas del presente quedan enterrados en el rifirrafe político y pendientes para mejor ocasión. Lo que escuchamos desde la tribuna suena a una Cantabria de ficción, con proyectos siempre a largo plazo, siempre con una fecha de caducidad que se prolonga más allá de la legislatura, que nos ofrecen soluciones para problemas que todavía no tenemos.

¿Alguien sabe cuándo llegará el AVE a Cantabria? Si tiramos de hemeroteca, nos daría la risa. ¿Y cuándo acabarán las obras del nudo de Torrelavega? Porque parecen cercanas a su final, pero no cantemos victoria. ¿El tercer carril de la autovía entre Santander y Torrelavega? Probablemente, no en esta década. ¿Y el MUPAC? ¿La sede del Museo Asociado del Reina Sofía? ¿La reordenación ferroviaria de Santander? ¿El soterramiento de las vías de Torrelavega o Camargo? O la nueva liebre mecánica: ¿Cuándo estará en marcha el 'megaproyecto' del Centro de Proceso de Datos Altamira entre Villaescusa y Piélagos? ¿O el polígono del Llano de La Pasiega? ¿La rehabilitación de La Lechera? Mejor que nos sentemos a esperar.

Porque ya nadie habla de los yacimientos de zinc en el Besaya, que quedaron 'enterrados' a pesar de que contarían con inversiones millonarias de solventes y nada sospechosas empresas extranjeras que crearían miles de puestos de trabajo de los que nunca más se supo. O del fiasco que supuso el intento de pelotazo de la autodenominada Ciudad del Cine en Miengo. O de Invercantabria, una iniciativa del Gobierno autonómico bajo el mandato del expresidente Ignacio Diego (PP) para “impulsar la inversión estratégica en la Comunidad Autónoma”, que prometía poner en marcha “cerca de medio centenar de proyectos que, en su conjunto, supondrán una inversión superior a los 200 millones de euros en su primer año”.

Por lo que sea... recuerda mucho a la Unidad de Aceleración de Proyectos Empresariales que ahora anuncia a bombo y platillo la presidenta autonómica, María José Sáenz de Buruaga (PP), que 'solo' ha tardado nueve meses en poner en marcha este organismo que supuestamente sirve para 'acelerar' proyectos. Pero mejor que no busquemos culpables: simplemente no conseguimos acompasar el tiempo entre nuestros problemas y sus soluciones.