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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

De élites y bases

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. |

Javier Fernández Rubio

Dos cosas unen a viejos y nuevos partidos, tanto de izquierda como de derecha, y es el debate sobre las élites y sobre las bases, entiéndase, entre los que controlan el cotarro y los que mantienen limpio el cotarro. Las bases, el pueblo llano como se decía antiguamente, es ese gran magma que busca la vía por donde salir a la superficie. Los partidos son válvulas, pero cuando se atoran, la presión sale por donde menos se lo espera uno. Así campan PSOE, remojándose las barbas tras el descalabro francés y la guerra intestina; el PP, que no da pie con bola; Ciudadanos, cuyo líder sueña con Macron, y Pablo Iglesias, que es de esperar que algún día se digne a dirigir unas palabras a los millones de trabajadores que sostienen el país. Mientras tanto, el magma burbujeando.

El campo de las élites tiene una cosa fácil y otra difícil. La fácil es que los aspirantes no se preocupan por llegar a final de mes porque su cometido es gobernar el mundo y no se puede entretener uno en pagar el recibo de la luz si se aspira a reinar. La difícil es la elección del vicario, ese señalamiento con el dedo imperial que catapulta al Olimpo, porque mucha es la mies pero pocos los escogidos.

El rescate español (bancario, es cierto, pero rescate al fin y al cabo) reforzó a Mariano Rajoy como líder de una derecha que inspira confianza en el exterior, sobre todo en ese país extraterritorial que son los parqués de las Bolsas y los cajeros automáticos. Antes muerto que dejar de pagar. Mientras se pague religiosamente los intereses de la usura internacional y se aplique el recetario que marque la Troika & Cía, es decir, mientras se sea un buen chico y no como esos súcubos de islandeses, el presidente tendrá opciones a la reelección. Pero en cuanto los árbitros de las buenas costumbres macroeconómicas y el Sanedrín de Davos encuentren un candidato mejor, igual de disciplinado pero con más cintura y mejor cartel, Mariano Rajoy pondrá proa a una gloriosa amortización.

Rivera no es Macron, pero tampoco este prometía llegar al Elíseo y ahí está. Rivera y Macron son como esos eclesiásticos que presumen de celibato pero no hacen otra cosa más que hablar del sexo (presumiblemente del de los demás), cosa que nunca he entendido muy bien. Algo debe tener el sexo, que no el celibato, me imagino. Lo que para los hombres de Dios es el pecado de la carne, para los políticos de centro es el pecado del extremismo. Así que se predica el centrismo cuando el centro político es como la normalidad, una convención simbólica inexistente en el plano de lo real. Y cuanto más hablan de centro, más se aproximan al extremo, en este caso el derecho, lugar donde se corta el bacalao.

Mientras la derecha se hace querer por las élites económicas, la izquierda es la élite en sí. Económica, política, sociológica y hasta epistemológica. Debe ser un espectáculo mirarse en el espejo del baño por las mañanas y encontrarse con todo un Júpiter tonante en albornoz. Si el PSOE tuvo su Gauche Divine, la élite de Podemos es Gauche Divine en toda su esfericidad. ¡Pobre de aquel que no recite a Laclau de memoria! Pero es sorprendente cómo un grupo de gente, no muy numeroso y que está encantado de conocerse, puede hablar de cualquier cosa parcial pero no dirigir una palabra a la totalidad, a ese magma esencial.

La izquierda emergente tiene palabras para cualquier colectivo dolorido y, como partido de ámbito nacional cumple el guion de decir arre en Barcelona y so en Sevilla. Esto es comprensible incluso. Lo que es insólito es que no haya un discurso, sin notas bibliográficas ni pizarras, para medio país, que es al fin y a la postre el que le dirá si va a gobernar o no. Eso lo ha pillado al vuelo Rivera y la crisis catalana es un claro ejemplo, igual que es un claro ejemplo para Pablo Iglesias de que una cosa es arreglar el mundo en una pizarra y otra dar trigo.

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