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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Patriotas sin fronteras

Imagen de archivo de Rafael del Pino, presidente de Ferrovial. EFE/Mondelo

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Ferrovial ha anunciado que quiere trasladar su sede social a Países Bajos. Para entendernos: que quiere cambiar de nacionalidad. Dejar de ser española y hacerse holandesa. Para tributar menos. Ellos lo llamaron “estabilidad fiscal”. Es su manera de decir que no les toques los euros. Cuando se armó el pitote y les llamaron antipatriotas, dijeron que no se iban porque en España no hubiera estabilidad fiscal sino para cotizar en la Bolsa de Ámsterdam porque es un requisito indispensable para poder hacerlo también en la de Nueva York y convertirse en la primera empresa española que tiene acciones ordinarias en Wall Street. Ahora resulta que habrá que hacerles la ola. Ahora resulta que se van a Holanda pero siguen siendo muy españoles y mucho español. Pero resulta también que nada impide cotizar en el país centroeuropeo sin cambiar la nacionalidad. Así que menos cuentos, Caperucita.  

Las cosas como son. Ferrovial es una empresa que se ha hecho rica en España. Solo con Sánchez han facturado 1.000 millones del Estado. Desde 1991, más de 9.000 millones con el Ministerio de Fomento. Ferrovial nació y creció gracias a sus lazos con la dictadura de Franco. El fundador, Rafael del Pino, primo segundo del militar golpista Milans del Bosch, creó la compañía en 1952 gracias a un contrato con el Régimen para renovar las traviesas de las vías de Renfe. Ahí es nada. Después todo vino rodado. De los trenes a las carreteras, de las carreteras a las presas que tanto gustaban al Caudillo, gracias a las alianzas con su primo, José María López de Letona, y con su amigo, Claudio Boada, que fueron ministro de Industria y presidente del Instituto Nacional de Industria, respectivamente. La meritocracia en España es venir de buena familia y tener una buena agenda. Nepotismo, caciquismo, enchufismo.

Y de aquellos oros, estos euros. Hoy, el heredero y presidente, llamado como su padre, Rafael del Pino, es el tercer hombre más rico de España. Aunque él se siente holandés. Desde hace años gestiona su participación en Ferrovial a través de una sociedad holandesa y ha trasladado la internacional de la empresa a Ámsterdam. Holanda, patria querida. No es el único millonario español que utiliza una sociedad instrumental holandesa para controlar su patrimonio y aprovecharse de las ventajas fiscales de los Países Bajos: también Entrecanales (presidente de Acciona), los Carceller (propietarios de la cervecera Damm), los Carulla (dueños de Gallina Blanca) o el ex ministro del PP Arias Cañete. Son patriotas sin fronteras. Tienen la patria donde tienen la cuenta bancaria. 

En España, es un prototipo que abunda. Grandes fortunas que se han levantado gracias a las ayudas y contratos del Estado, al dinero de los españoles, a los impuestos de todos, pero luego no quieren contribuir a la riqueza del país que les ha enriquecido. Muchas medraron por su afinidad con la dictadura, expoliando a las familias republicanas represaliadas y chupando del bote, desde el Franquismo a la Transición que fue una Transacción económica lampedusiana. Que todo cambie para que todo siga igual. Insolidarios, mezquinos, avaros, se han hecho asquerosamente ricos gracias a todos los españoles, pero no quieren devolverles lo que les deben ni contribuir como el resto. No quieren ayudar al país que les hizo lo que son porque creen que son lo que son por mérito, no por privilegio.

Lo hemos visto otras veces. Muchas. De los Pujol al Emérito, del PP de Bárcenas a los Papeles de Panamá, patriotas de banderita y banderón que se llevan su dinero a Andorra, Jersey o las islas Caimán. Porque como reconocía el asesor fiscal de Ferrovial, hay países donde “no hay tanto escrutinio sobre el dinero pero en España tenemos muchos problemas”. En España, llevan desde 2020 sin tributar un duro gracias a su ingeniería fiscal, o sea que problemas, pocos. En España, Hacienda se dio cuenta de que Rafael del Pino había evadido 200 millones de euros y se los hizo pagar. Por eso ahora quiere irse a Holanda, para que no le molesten mientras cuenta los billetes. Los “patriotas sin fronteras” se llenan la boca con la patria para llenarse los bolsillos a su costa, pero luego escapan con el botín como fugitivos de la justicia. Es lo que son . Ladrones que huyen tanto de la justicia fiscal como de la justicia social. Son la carcoma que nos agujerea. Cada euro que se llevan, es bienestar que perdemos y pobreza que dejan.

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