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Carteros rurales: la vida de profesionales sin coche ni teléfono de empresa

CSI-F

Francisca Bravo Miranda

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La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) exigió en un escrito al presidente de Correos, Juan Manuel Serrano, furgonetas de reparto de la empresa para todos los carteros rurales. Los trabajadores, critican desde el sindicato, se enfrentan a una falta de medios que debe ser abordada de manera “urgente”. Entre otras críticas, reclaman que la tarifa que se les paga por kilómetro recorrido, 23 céntimos, no se actualiza desde el 2011.

En Castilla-La Mancha hay 170 carteros rurales que utilizan su propio vehículo para realizar el reparto diario, aseguran desde CSI-F, Se distribuyen en 28 en Albacete, 21 en Cuenca, 46 en Ciudad Real, 38 en Guadalajara y 37 en Toledo. “El personal se encuentra con que los paquetes ya ni entran en el maletero”, reclaman desde la Central, que señala que se ven “obligados” a transportarlos en los asientos traseros y delanteros, “a pesar del riesgo que esto implica”.

Por eso, reclaman a Correos que dote a cada cartero rural, “que lo necesite y así lo solicite”, de una furgoneta de la empresa que solucione la falta de espacio en los vehículos.

¿Qué es ser cartero rural?

Pero, ¿qué significa realmente ser cartero rural? Andrés (nombre ficticio) trabaja desde hace tres años en una localidad de unos 3.000 habitantes en Ciudad Real. Lo que hace es traer el correo de la capital provincial para luego repartirlo en otras siete localidades junto a tres compañeros. “También a aldeas. Yo hago esto por vocación”, asevera el profesional. Sin embargo, reconoce que la situación puede llegar a ser extrema, especialmente entre aquellos trabajadores que cuentan con coches pequeños como un Peugeot 205.

Incluso en su caso, que conduce una SUV, no siempre puede meter todos los paquetes en el coche. Y es que la paquetería es la parte del negocio que más ha crecido, mientras que cartas u otros documentos han ido descendiendo drásticamente, asegura. “A veces yo tengo que llevar los paquetes de otros compañeros, porque simplemente no les cabe”, recalca.

Lo que se le paga al mes por usar su propio coche, lo calcula en unos 90€. “Pues para noventa euros sí me vendría bien que me dieran una furgoneta, aunque hay compañeros a los que no”, recalca, especialmente en pueblos que no reciben tanta paquetería. “La situación ha mejorado, pero seguimos teniendo más problemas: no se contrata a la gente suficiente, sigue habiendo oficinas solas y tenemos que desplazar a gente para poder ayudar”.

Otra de las quejas de las que habla este cartero es de la falta de teléfonos de empresa, por lo que finalmente, los vecinos de los pueblos tienen todos su teléfono personal. “Tenemos que usar nuestro propio teléfono, porque las PDAs no nos dejan, y para organizar una recogida tenemos que llamar al cliente. Así que todo el mundo se lo sabe”, señala. Esto implica, además, que tengan que ir “buscando” a los clientes para entregar los pedidos, especialmente en el caso de los pueblos que no tienen oficina y no tienen oportunidad ni de “llamar ni de ir a un lugar a recoger el paquete”. “Al final, es todo al psao, cuando ves al cartero”, concluye.

Las oficinas en las que trabajan no son “técnicas”, por lo que no tienen acceso al ordenador. Abren el lugar a las 10 de la mañana, en su caso particular, y abre un par de horas para que la gente pueda entregar su paquetería y luego ser llevada a una oficina principal cercana. “Finalmente la situación es que podemos llegar a ser denunciados por como repartimos los paquetes, y es algo que sabemos y también la Guardia Civil. Pero no puede ser que tengamos que decirle a los ciudadanos 'venga para acá', porque no cabe el paquete en nuestro coche”, lamenta.

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