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Cinco mujeres de Castilla-La Mancha que rompieron moldes

María Carrillo Moreno. Real Academia de la Historia

Angel Monterrubio Pérez, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM)

Cultura en Red Castilla-La Mancha —

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A lo largo de la historia un grupo amplio de mujeres han roto los moldes que las encorsetaban dentro de una sociedad de hombres y para hombres. Su talento, valentía, transgresión a las normas establecidas y trabajo, no siempre bien reconocido, cuando no silenciado, ha servido como paso previo de desbroce y ejemplo para que otras mujeres siguieran su camino en la lucha para alcanzar la plena igualdad efectiva de derechos y oportunidades entre hombre y mujeres. Mencía de Mendoza y Figueroa, Isabel Torres Salas, Antonia Roldán Fernández, María Carrillo Moreno y Carmina Useros Cortés son castellanomanchegas que representan a la perfección ese paradigma y por ello ocupan un lugar destacado en la Historia, con mayúsculas, de las mujeres que han derribado barreras como defensoras de un cambio de actitudes, comportamientos, formas de vida y estructuras que han impedido e impiden ese reconocimiento. 

Mencía de Mendoza y Figueroa 

Mencía de Mendoza y Figueroa nació en Guadalajara en 1421, hija de Íñigo López de Mendoza y de la Vega, I marqués de Santillana, hombre esencial en la política, la sociedad y la cultura en la primera mitad del siglo XV en Castilla y de Catalina Suárez de Figueroa y Orozco, procedente de una de las familias más poderosas y con mayor patrimonio de Extremadura. 

Por parte paterna, bisabuelo, abuelo y padre fueron grandes y reconocidos poetas y destacaron por su amor a la cultura, dedicación a las letras y generoso mecenazgo, que heredaron también sus diez hijos. Tuvo, por tanto, Mencía de Mendoza dentro de ese ambiente familiar una educación esmerada, siendo una mujer muy culta y con una sensibilidad especial para el arte y la literatura. Aunque no escribió, realizó, en cambio, una gran labor de mecenazgo, de las más grandes de su tiempo y que, por ser mujer, ha pasado injustamente desapercibida y, además, dentro de su propia familia, empañada por la de sus hermanos, en especial del cardenal Pedro González de Mendoza.

Casada con Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, a quien el rey Enrique IV nombró en 1473 Condestable de Castilla, Mencía de Mendoza gestiona el patrimonio familiar de manera extraordinaria mientras su marido se ocupaba de la política y luchas castellanas del momento. Bajo su protección y negociando ella personalmente las condiciones, económicas y de culto, con el Cabildo, construyó a sus expensas en la catedral de Burgos la emblemática capilla de la Purificación de la Virgen, más conocida como la Capilla de los Condestables, considerada una de las capillas más importantes y única del mundo. Sólo por esta obra impar, que sirvió de gran influencia posterior, debería doña Mencía ser considerada una mujer pionera en mecenazgo.

Doña Mencía, después de arduas negociaciones con el Deán y el cabildo, tuvo permiso para empezar las obras de ampliación de la pequeña capilla de san Pedro situada tras del altar mayor en la cabecera de la iglesia en 1482 – su marido estaba en el asedio de Granada-. Eligió para dirigir la obra al maestro de cantería Simón de Colonia, del que será su obra más importante y reconocida, a pesar de trabajar en otros edificios emblemáticos de Castilla. Destaca una espectacular bóveda gótica, calada y acristalada, en forma de estrella. Mencía de Mendoza dirigió y supervisó minuciosamente todos los proyectos y la ejecución de la obra paso a paso hasta que termina en 1496. Y en la que además podemos admirar tres grandes retablos: el central y el del lateral izquierdo obra de Diego de Siloé y Felipe de Vigarny y el derecho atribuido al “Maestro del follaje bordado”. En el retablo derecho o de santa Ana todas las imágenes que aparecen de mujeres tienen en sus manos un libro, cuenta la tradición que por expreso deseo de Mencía de Mendoza reivindicando para ellas la literatura y el saber. 

También bajo sus directrices y seguimiento minucioso levantó en Burgos el espectacular palacio de los Condestables de Castilla, más conocido como “la Casa del Cordón” con diseño inicial de Juan de Colonia que continuaría Simón de Colonia y en el que parece con profusión su escudo de armas y en el que se han desarrollado numerosos acontecimientos históricos: recepción de los Reyes Católicos a Colón en su segundo viaje a América, boda del príncipe don Juan con la princesa Margarita de Habsburgo, muerte de Felipe el Hermoso… lo que nos da idea de su importancia y esplendor.

Y la Casa de la Vega de Gamonal de Río Pico, villa y finca de recreo y caza de los Condestables de Castilla, al lado del río Vena, en la que se alojó la reina Juana I de Castilla, dos meses a la muerte de su marido, Felipe, el Hermoso, y de donde salió con la idea de acompañar a su cadáver hasta Granada. 

Todas las obras que patrocinó, que se implicó en su diseño y seguimiento minucioso de ejecución son obras exponentes cumbres del gótico en España y que una vez concluidas darán origen a una frase que la tradición pone en boca de la condesa dirigida a su marido: “Ya tienes palacio en que morar, quinta en que holgar y capilla en que orar y te enterrar”.

Mencía de Mendoza y Figueroa murió en Burgos en 1500, el epitafio que tiene a los pies de su sepulcro dice: “Aquí yace la muy ilustre señora doña Mencía de Mendoza, condesa de Haro, mujer del Condestable D. Pedro Fernández de Velasco, hija de D. Iñigo López de Mendoza y de Catalina de Figueroa, marqueses de Santillana. Murió de 76 años en el de 1500”.

Isabel Torres Salas

Isabel Torres Salas nació en Cuenca en 1905. Su familia se traslada primero a Barcelona, luego a Zaragoza y definitivamente a Santander, en la primera, estudia el bachillerato, en la segunda el acceso a los estudios universitarios y ya en Santander, se matricula en la Universidad Central de Madrid para iniciar estudios de Farmacia, se alojará en la  Residencia de Señoritas, siguiendo el programa de la Institución Libre de Enseñanza y de la Junta para la Ampliación de Estudios. Mujer inteligente y con una extraordinaria capacidad de trabajo, se licenció en 1928 con excelentes notas y realiza los curos predoctorales en 1929.

En 1930 es aceptada, como única mujer, para trabajar en la Casa de Salud de Valdecilla de Santander. Por su condición de mujer no podía tener el título de alumna interna, que requería dormir en el hospital y tuvieron que buscar subterfugios desde la dirección del centro nombrándola “médico externo de guardia”. En el departamento de Química, Bajo la dirección de José Puyal, analizó para la investigación de su tesis (“Contribución al estudio de la composición química de los alimentos españoles”) los valores nutricionales de los menús del hospital y asignar a cada paciente una dieta tipificada e individualizada según sus necesidades, siendo pionera en el estudio de la nutrición de los pacientes al desarrollar el de nominado “Esquema Dietético Puyal-Torres”, un sistema novedoso que clasificaba los alimentos por su contenido en hidratos de carbono, grasas y proteínas -hasta entonces la comida de los enfermos se medía simplemente en gramos- y que supuso una revolución en el tratamiento de la alimentación hospitalaria española que se regía por parámetros nutricionales del extranjero.

Fue tan brillante su aportación que sus conclusiones se publicaron en la Gaceta Médica Española, revista médica más importante de España, que Gregorio Marañón la becara para trabajar en el Instituto de Patología Médica de Madrid sobre la estructura de las vitaminas y que más tarde, 1934 al 1936, pudiera ampliar sus estudios en Alemania, específicamente la fisiología del músculo y el metabolismo de los hidratos de carbono, con el Premio Nobel de Medicina Otto Meyerhoff en Heidelberg.

La Guerra Civil, como ella misma reconoce: “morí a la investigación en 1939”, rompió de manera drástica su prometedora carrera científica, Marañón ya le había ofrecido un puesto en el Hospital General de Madrid como investigadora. Sin poder volver a España, trabajó e investigó en la Universidad de Múnich hasta 1939. Acabada la guerra, regresó a Santander y se empleó como investigadora en la empresa farmacéutica Laboratorio Cántabro y aunque llegó a ser la directora técnica de ese laboratorio, algo impensable para una mujer en la España de momento, ya no pudo volver a la investigación de élite. 

La Universidad de Cantabria creó en el año 2004 el Aula Interdisciplinar Isabel Torres para el Estudio de las Mujeres y del Género, que busca difundir los estudios de las mujeres y del género en la comunidad universitaria y en la sociedad y promueve un premio con su nombre para reconocer la originalidad, el valor y el rigor académico de las investigaciones que utilizan las metodologías y las herramientas interpretativas desarrolladas por los estudios de las mujeres y del género. También una calle lleva su nombre en el Parque Científico y Tecnológico de Cantabria. Isabel Torres Salas murió en Granada en 1998.

Antonia Roldán Fernández

Antonia Roldán Fernández nació en Miguelturra, Ciudad Real, en 1913. Cursó Ciencias Físicas en la Universidad Central de Madrid, donde se licenció, siendo de las primeras cinco mujeres en hacerlo en España y donde también hizo el doctorado. Tuvo como maestros, que más influyeron en su trayectoria académica y profesional, al eminente científico Julio Palacios, catedrático de Termología, vocal de la Junta para Ampliación de Estudios, presidente de la Sociedad Española de Física y Química, y miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y, sobre todo, a Arturo Duperier Vallesa, catedrático de Geofísica en la Universidad Central, especializado en radiación cósmica con el que trabajó en el departamento de Electricidad y Magnetismo del Instituto Nacional de Física y Química, que dirigía Blas Cabrera con ayuda financiera de la Fundación Rockefeller, haciendo experimentos de radioactividad atmosférica. 

Antonia Roldán Fernández fue una de las cuatro primeras mujeres que ingresaron en el antiguo Servicio Meteorológico Nacional en 1935 al aprobar las oposiciones para la escala de Auxiliar de Meteorología. En el Cuerpo Superior de Meteorología, en 1929, había ingresado la primera mujer, la donostiarra Felisa Martín Bravo, que había sido además la primera doctora en Física de la universidad española.

Con el nuevo Reglamento de 1941 el ingreso al Cuerpo Superior de Meteorología sólo podía hacerse desde Auxiliar y se conseguía tras cinco años de antigüedad en el servicio, la titulación estipulada y la presentación de una memoria científica defendida ante un tribunal, esa vía, al cumplir Antonia Roldán todos los requisitos, le dio el paso al Cuerpo Superior de Meteorólogos en el que estuvo hasta su jubilación. Dada su gran formación y experiencia profesional tuvo muchas responsabilidades dentro del servicio pero fundamentalmente se centró en el campo de la Climatología, vigilancia y seguimiento del clima, siendo referencia de toda una generación de climatólogos en España. 

En el año 2004, dentro de los actos organizados por el Ayuntamiento de Miguelturra para conmemorar el Día Internacional de la Mujer se le hizo un homenaje a Antonia Roldán Fernández, al que asistió muy emocionada, para reconocer y recompensar la trayectoria de una mujer “pionera y transgresora”’, según la definió el también meteorólogo y periodista Manuel Toharia, invitado al acto y que la considera su verdadera maestra en el oficio. 

María Carrillo Moreno (Mary Carrillo) 

María Carrillo Moreno nació en Toledo en 1919 y es considerada una de las grandes actrices del siglo XX en España. Sin formación previa, sus primeros papeles los desarrolló en 1936 en la compañía de teatro de la actriz cubano-española Hortensia Gelabert, debutó con el sainete “El juramento de la primorosa” de Pilar Millán, para pasar después a la compañía de la actriz argentina Pepita Díaz y Manuel Collado con la que al iniciarse la Guerra Civil pasa a Iberoamérica, donde hacen una gira que empieza en México y recorre numerosos países. En 1938, con 17 años, se casa con Diego Hurtado, actor, director, adaptador y empresario teatral con el que conviviría 75 años.  

En 1940 vuelve a España y combina el cine con el teatro, protagoniza en 1940 Marianela, dirigida por Benito Perojo, galardonada en la Bienal de Cine de Venecia y funda su propia compañía estrenando “Nieve en Mayo” del Premio Nobel de Literatura Jacinto Benavente, de quien fue muy amiga y a quien tuvo en su casa de Galapagar hasta que murió en 1954. 

Tras pasar por las compañías de María Bassó y Nicolás Navarro, a mitad de los 50 se incorpora a la Compañía Lope de Vega, dirigida por José Tamayo, donde interpreta los títulos más transcendentales del teatro español del Siglo de Oro y del teatro universal. Con “La vida es sueño” participa en 1954 en París en el I Festival del Teatro de las Naciones, donde obtiene el galardón a la Mejor Interpretación. 

 Actriz de fetiche de innumerables autores y directores: Jacinto Benavente, José Tamayo, José Luis Alonso de Santos, Marco Ferreri, Basilio Martín Patino, Antonio Gala, Benito Perojo, Pilar Miró, Mario Camus, Pedro Almodóvar… que quisieron contar con ella para sus proyectos y que en la actualidad son de culto en la escena española: “ La enemiga”, “Marianela”, “El pisito”, “Nueve cartas a Berta”, “El crimen de Cuenca”, “La Colmena”, “Los santos inocentes”, “Entre tinieblas”, “Más allá del jardín”, “Fortunata y Jacinta”…

De su calidad interpretativa es buen ejemplo el que Edward Albee, autor de “Quién teme a Virginia Woolf”, cuando la vio actuar en Madrid quedó tan conmovido que quiso que fuera la protagonista de la película y así se lo hizo saber a la Metro-Goldwyn-Mayer, papel que luego realizó Elizabeth Taylor.

 El director del Museo Nacional del Teatro de Almagro, Andrés Peláez, que la conocía muy bien, la define como una mujer hecha a sí misma, intuitiva, fuerte, libre, luchadora, con un poder y dominio sobre el escenario descomunal. En su libro de memorias “Sobre la vida y el escenario”, Mary Carrillo escribe, con modestia: “No he sido nunca una actriz preferida o señalada por ninguna clase social. Nunca fui extremadamente elegante ni estuve al día en una forma de vivir, ni siquiera en ademanes. En mi vida artística ni subí al pináculo ni bajé a la sima...Estoy contenta de mí misma y creo que he cumplido, como decía el latino”.  

Su labor ha sido reconocida con numerosas distinciones, entre las más destacadas: en dos ocasiones el Premio Nacional de Teatro, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, también en dos ocasiones, la Medalla de Oro de Valladolid, el Premio Carabelle de París, el Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos, el Premio de Teatro Miguel Mihura, el Premio de la Crítica de Barcelona, el Premio Ondas… 

Su última representación la hizo en 1995 con la obra “Hora de visita” de José Luis Alonso de Santos. Desde entonces se dedicó a sus aficiones: la pintura y escribir. Falleció en 2009. 

Carmina Useros Cortés

Carmina Useros Cortés nació en Albacete en 1928. Fue una mujer polifacética, brillante, inquieta por el saber y apasionada en conservar las raíces culturales: escritora, ceramista, filósofa, pintora, etnógrafa, coleccionista, investigadora y gestora cultural. Carmina Useros hizo sus estudios en el colegio de María Inmaculada, en el Instituto de Segunda Enseñanza y en la Escuela Normal de Albacete, que más tarde ampliaría con los de Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid. 

Es considerada una de las primeras gastrónomas de España, cuando ese mundo era coto exclusivo de hombres. El mismísimo Manuel Vázquez Montalbán habla de ella en su novela “La Rosa de Alejandría” con palabras de admiración: “la eximia Carmina Useros”. Su gran libro “La cocina de Albacete” es todo un clásico en el mundo gastronómico, tanto por su labor de recuperación de platos ancestrales, como por ser referencia y guía para obras posteriores. Partiendo de una recopilación que tenía manuscrita su padre (gran aficionado a la cocina) y visitando todos y cada uno de los rincones de la provincia para documentar y recabar información de primera mano de manera exhaustiva, Carmina Useros construyó una de las joyas escritas de la gastronomía española.

Carmina Useros será salvaguarda, también, de uno de los tesoros patrimoniales más importantes de la Península Ibérica: la alfarería. Con paciencia y amor infinitos ella y su marido, Manuel Belmonte, analizarían y recogerían las piezas más representativas de este arte visitando los fines de semana, alfar por alfar, todas las provincias españolas y portuguesas y con ellas formar la colección Belmonte-Useros, quizás la más importante de España y cuyos fondos únicos podemos disfrutar en el Museo de Cerámica Nacional de Chinchilla. Localidad de la que ha sido embajadora por todo el país. 

Enamorada de Cervantes y del Quijote, inició una fecunda labor de divulgación de la obra cervantina y de los lugares cervantinos en los años 70, que daría origen a su famosa “Ruta del Quijote” en 1971. Después esa pasión se canalizaría en su Casa del Olivar de San Pedro, donde recreaba, adelantándose al tiempo, lecturas de Cervantes a modo de teatro leído con decoración y comida al uso del Siglo de Oro.

Carmina Useros será la única mujer que firme en 1976 el documento de apoyo a la coalición Coordinación Democrática, popularmente conocida como “Platajunta”, organismo unitario de oposición al régimen dictatorial encabezado por Antonio García-Trevijano, que reclamaba mediante un manifiesto amnistía, libertad política y la convocatoria de elecciones a Cortes Constituyentes. 

Carmina Useros, presidenta y directora del Museo de Cerámica Nacional, miembro de número del Instituto de Estudios Albacetenses, miembro fundador de la Academia de Gastronomía Castellano-Manchega, miembro de honor del Ateneo de Albacete, directora de la Galería de Arte Cueva de la Leña y presidenta de la Asociación Gastronómica que lleva su nombre, ha sido reconocida por su gran inmenso trabajo etnográfico y cultural con innumerables premios, entre otros: Mujer del año en Castilla-La Mancha en 2008, Mujer del Año de Albacete en 1972, Manchega del Año en 1981, Chinchillana de Honor, Dama Magister de Honor por la Asociación Magistral de Gastronomía, Cuervera de Oro y Rosa de Azafrán de Oro, Reconocimiento a toda una vida de lucha por las libertades y la democracia en 2008... Muere en Albacete en 2017. 

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