Una Ley para una Castilla-La Mancha mejor

Hay días que quedan para la historia de nuestras vidas, y este jueves será uno de ellos, no cabe duda. Un día para la historia emocional de tantas y tantos activistas de una tierra honrada como Castilla La Mancha, que un día imaginaron que esta tierra que les vio nacer y crecer, les reconocía, les acogía y les abrazaba tal cómo eran, tal como son, fuera cual fuese su orientación y su identidad sexual, fuera como fuera su familia. 

Y es que un día tuvieron que imaginarlo, porque entonces no era verdad, hay muchas vidas arrebatadas como testimonio de ello. Y por eso este 5 de mayo de 2022 será imborrable para nuestras emociones, nuestra historia colectiva, y nuestras vidas. Como es sin duda un día feliz para todas las personas que creen que todas y todos tenemos derecho a ser tal como somos y nos sentimos, y a amar y desear a quien nos sugiera el cuerpo y el corazón. Conscientes, por descontado, de que el trabajo, que como hormiguitas venimos haciendo desde el activismo en esta tierra, no para. Al contrario, crece, pero ahora con la fuerza de la ley a nuestro lado, con la igualdad LGBTI hecha ley.

A quienes el activismo por los derechos humanos nos recorre las venas, siempre querremos algún artículo más, algún derecho más reconocido, y seguiremos peleando para lograrlo el día de mañana, pero esta es una ley para celebrarla, y que llega con el consenso de todas las fuerzas democráticas representadas en las Cortes, además. Una ley para seguir avanzando hacia una Castilla-La Mancha mejor, más inclusiva, más libre, más diversa, más plural, y que no deje a nadie fuera. 

Eso es lo que queríamos, eso es lo que hemos peleado, y eso es lo que hemos logrado que tenga rango de ley. Con la implicación de todo el movimiento asociativo LGBTI de la comunidad autónoma, con un proceso de escucha y participación que reconocemos y agradecemos, y con implicación directa y clara de la actual Consejera de Igualdad y su equipo, Blanca Fernández, a la que hemos de agradecer su apuesta por esta ley desde que tomó posesión, así como por el reconocimiento de la diversidad y la regulación negro sobre blanco de la igualdad LGBTI plena, en el marco de sus competencias. Y en un tiempo convulso. 

Una ley demandada por el tejido social, necesaria para nuestra región, y transversal, como debía ser, desarrollando las necesarias políticas públicas de diversidad sexual y de género en todos los ámbitos, educación, sanidad, empleo, familias, deporte, mujeres, etcétera, y que tiene muy en cuenta evitar el 'sexilio' o emigración sentimental, y el carácter rural de nuestra tierra para erradicar la LGBTIfobia, que muchas zonas de nuestra comunidad pertenecen a la llamada España vaciada.

Y una ley que no olvida el compromiso con los derechos humanos, reconociendo la necesidad de que la lucha por la igualdad de todas las personas por identidad y orientación sexual sea un compromiso aquí, en nuestras ciudades y pueblos, pero también en cualquier otro país, a través de la cooperación internacional al desarrollo. Nunca sobra recordar que aún hay casi 80 países del mundo en los que las personas LGBTI somos ilegales, con penas de diferente tipo y nivel, con cárcel en muchos casos, y con pena de muerte aún en 9 de ellos. 

Queda por delante un reto complejo para el que estamos preparados, desarrollar la ley como se merecen los ciudadanos de Castilla-La Mancha. Pero hoy, ahora, celebremos un momento así, sin perder nunca de la memoria a los innumerables paisanos y paisanas que se fueron sin vivir tal como eran, sin vivir sus sentimientos y sus vidas tal como realmente las sentían. Nadie merece vivir una vida que no es la que siente o desea para sí, por eso este es un paso de gigantes para esta tierra.