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Nuestros parques y jardines históricos

Parque de la Alameda de Sigüenza (Guadalajara)

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Sigüenza, ciudad monumental que aspira a incorporarse a las ciudades Patrimonio de la Humanidad. Sede catedralicia, está diseñada a golpe de mandato obispal. Juan Díaz de la Guerra, a finales del s. XVIII ideó toda una ampliación urbanística mandando edificar a Juan Díaz Ramos el barrio de San Roque, un ejemplo espléndido de edificatoria neoclásica. Y, como buen ilustrado erigirá 'La obra del obispo', proyecto de hortus conclusus donde el disfrute y el deleite se imbricase con la producción alimenticia y medicinal.

Su sucesor, Pedro Inocencio Bejarano, continuó los proyectos que iniciara Guerra y mandó trazar y hermosear el Paseo de la Alameda, delimitado por otros tantos hitos monumentales: convento de franciscanos, ermita del Humilladero y la de Nuestra señora de los Huertos y cementerio público, dando lugar así a uno de los más interesantes paseos públicos de nuestro país que tiene ya más de doscientos años, en un entorno monumental e histórico de una relevancia indiscutible del que no se puede disociar.

A lo largo del tiempo, al trazado original, se fueron sumando construcciones, mobiliario urbano y especies vegetales que se ha enriquecido el conjunto con nuevos elementos. Aún testifican el perímetro original las pirámides y el arco de fuente citado, el recerco o algún banco y fuente. La imagen decimonónica añadió un kiosco y la fuente circular, a más de servicios, puestos de bebidas o juegos infantiles. A ello se suma el Patrimonio Inmaterial, la vivencia de los seguntinos y veraneantes que guardan como sus más íntimos recuerdos, o los de ilustres pintores, escritores o viajeros que nos han transmitido a través del arte y la literatura momentos y referencias a plantas, elementos de uso u ornamentos que formaron parte del legado patrimonial del Parque.

Ya en 1988 se hizo una intervención polémica, que vuelve a reeditarse por otro proyecto que la municipalidad va a llevar a cabo sobre el Paseo de la Alameda y aledaños, situación que también se produce con la actuación prevista en el Parque de la Concordia de la capital. La cuestión me ha animado a acudir a un encuentro de especialistas en jardines históricos celebrado el día 22 en el jardín de Ntra. Sra. del Carmen ('El Coto') de Peñacaballera de Salamanca, donde se ha debatido sobre el estado de los jardines históricos en Castilla y León y de la necesidad de adecuar los protocolos y criterios de actuación en restauración a los jardines históricos. Las ponencias, los coloquios suscitados y una visita técnica a El Bosque de Béjar, de manos del director del plan de actuación sobre este magnífico jardín histórico, José Carlos Sanz Belloso, me ha actualizado el estado de la cuestión.

Se indicó el momento crítico que vivimos en cuanto a la redacción de nuevas normativas (La Ley del Patrimonio Cultural que el Ministerio de Cultura prepara) o las Leyes del Patrimonio Cultural que van actualizando las comunidades autónomas. La Ley contempla la existencia de Parques y Jardines Históricos, y advierte de la complejidad de su tratamiento, pero esa misma ambigüedad da lugar a que no se especifique bien los límites en las intervenciones o los actores que han de intervenir en las mismas.

Se evidencia la necesidad de que en los proyectos de intervención participen equipos interdisciplinares y, si hasta el momento ha primado la labor de los arquitectos (municipales o por concurso de ideas), se intuye que los gestores del patrimonio cultural -una figura que debería tener su perfil y estatus profesional- se hiciesen cargo de la coordinación de un equipo en el cuál, a los arquitectos, se les sumase la labor (por orden alfabético) de arqueólogos, geógrafos, geólogos y petrólogos, hidrólogos, paisajistas y, fundamentalmente jardineros especializados. Y por supuesto, el mismo trabajo en equipo se requiere para la inspección -hoy inexistente- de la autoridad competente (Ministerio de Cultura y Comunidad Autónoma de la que se trate), donde el estudio de los expedientes y los dictámenes sean cotejados por equipos multidisciplinares.

Y es que, los munícipes de las ciudades declaradas (conjuntos monumentales, Patrimonio de la Humanidad, etc.) deben ser conscientes de la necesidad de contar con cuadrillas especializadas de jardineros dedicados a la jardinería histórica. El jefe técnico debe tener suficiente especialización en la conservación de estos Parques y Jardines, y el personal a su cargo saber exactamente las demandas específicas de sus labores (desgraciadamente hemos asistido al cierre de escuelas de formación de gran renombre como la de Romero Murube en Sevilla o la de Rubió y Tudurí en Barcelona), formando equipos de jardineros, especializados, dedicados a atender este tipo de Parques y Jardines, poniéndolos a disposición en el tratamiento (pienso en Toledo) de comunidades religiosas, particulares etc., que mantengan este tipo de jardines históricos en catedrales, monasterios y conventos, palacios o cigarrales.  

Otro aspecto fundamental es la gestión política. Una vez redactado el Plan Director de gestión del Parque o Jardín Histórico, se ha de dotar de suficientes medios técnicos, económicos y de recursos humanos para su mantenimiento y ha de haber un responsable claro que lo coordine o dirija. Son muchas las concejalías implicadas: Cultura, Urbanismo, Parques y Jardines, Seguridad, Hacienda… El problema que hemos observado en el Bosque de Béjar (uno de los mejores ejemplos de jardinería renacentista en nuestro país) es precisamente ese: después de una profunda intervención, tan importante o más es un seguimiento y ejecución correcta del Plan de Gestión, si no, los errores del pasado se reproducen y no sólo los ciudadanos y ciudadanas sufren el descuido de sus autoridades, sino que se hace necesaria una nueva y costosa intervención, mucho más gravosa que si se hubiese mantenido en el tiempo una política adecuada de conservación.

Las intervenciones que se ejecutan hay que pensarlas, sopesarlas y ejecutarlas con medida. En la jornada se volvió a hablar de las intervenciones, restauraciones, restituciones, reproducciones imaginarias… Cada Parque y Jardín es único, con su historia, sus características, las intervenciones anteriores –a veces formando un palimpsesto que a la postre resulta un enriquecimiento para la lectura actual del parque y jardín. Cada entorno lo hace diferente y puede hacer sugerir añadir nuevas lecturas actuales.

Y, lo primero, nos diría la reconocida especialista Ana Luengo Añón, es hacer un corpus completo de información y documentación sobre aquellos Parques y Jardines Históricos que existan o hayan existido en cada localidad, en cada comunidad autónoma. Ya realizamos hace 20 años, presentándoselo a la entonces Consejería de Cultura y publicándolo, un inventario de los Parques y Jardines Históricos de Castilla-La Mancha. Solamente los jardines del Prado de Talavera de la Reina han sido declarados, el 28 de febrero de 2019, como parte de la estrategia para proteger lo que quedaba del conjunto histórico y monumental de la maltrecha ciudad. El resultado es que Castilla-La Mancha es una de las regiones que menos Parques y Jardines Históricos tiene declarados de todo el país, lo que deriva en una pérdida patrimonial de difícil restitución.

De los contenidos en Bienes de Interés Cultural, en algunos se han actualizado las descripciones de los jardines que forman parte de los mismos, como los de la Fábrica de paños de Brihuega, práctica que debería extenderse al resto de los monumentos o conjuntos monumentales que contienen este tipo de jardines singulares para así acometer correctamente los planes de gestión de cada uno de ellos. Hasta el momento se entienden protegidos por estar declarados o en el entorno protegido, pero en la realidad se actúa sobre él sin protocolos o procedimientos claros, en parte porque se obvia una completa documentación y descripción de la superficie ajardinada.

Sí le pediría a gestores políticos y técnicos que se informen adecuadamente, antes de tomar directrices, a través de expertos y servicios especializados (hay varios Másteres en jardinería histórica), unifiquemos criterios de intervención, tanto normativamente como en protocolos de actuación, y sean conscientes de que los Parques y Jardines Históricos son, de nuestro patrimonio cultural, quizás aquello más bello pero también más frágil. Por ello, repetimos, hay que declararlos, conservarlos adecuadamente y protegerlos de agresiones que deterioran, y en algunos casos, irreparablemente, nuestro Patrimonio Cultural.

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