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La violencia machista, “devastadora” para la salud mental: así se construye el “soporte emocional” de las víctimas

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Alicia Avilés Pozo

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“Un empoderamiento desde cero, o desde menos de cero”. Es el trabajo que tienen que llevar a cabo los profesionales de la psicología que atienden a mujeres víctimas de violencia de género. La mayoría de quienes realizan esta labor son también mujeres. Reconstruir un “castillo de naipes que se desmorona por entero” es una tarea difícil, integral y empática que trata de combatir una de las principales secuelas de las violencias machistas: la “devastación” que supone para la salud mental de las mujeres que las sufren o las han sufrido.

Uno de los servicios activos en el país para prestar esta asistencia son las Oficinas de Atención a Víctimas de Delitos (AOVD) dependientes del Ministerio de Justicia. Se crearon por ley en 1995 para las comunidades autónomas sin competencias en justicia. Después han evolucionado en función de otras leyes como el Estatuto de la Víctima de Delito y las que abordan la violencia de género. De hecho, el grueso de los casos que se abordan está relacionado con estos delitos.

En Cuenca se encuentra una de estas oficinas y su psicóloga titular es Candela Gracia Morilla. Ha recibido uno de los Premios Menina que todos los años entrega la Delegación del Gobierno en Castilla-La Mancha con motivo del 25N. El galardón se le ha entregado por su trabajo en favor de la coordinación entre las diversas instituciones implicadas en la lucha contra la violencia sobre las mujeres y por su destacada implicación en el acompañamiento permanente a las víctimas y sus familiares.

Morilla es psicóloga forense de formación, especializada en violencia de género y agresiones sexuales, y ha trabajado en el turno de peritos de oficio, es decir, se ha desplazado por varias comunidades autónomas para atender casos de todo tipo relacionados con las violencias machistas y evaluar el estado emocional de las víctimas.

Oficinas gratuitas y sin requisitos

En la AOVD de Cuenca lleva apenas un año. Según detalla a elDiarioclm.es, esta oficina presta varios servicios gratuitos. Primero, las víctimas de cualquier delito que acuden a sus dependencias son atendidas en todo el trámite de documentación para el procedimiento judicial y, por otro lado, también reciben acompañamiento y asistencia psicológica para el proceso.

La mayoría de las personas son mujeres víctimas de violencia de género. Para poder contar con estos servicios no es requisito indispensable que hayan denunciado a su agresor. Muchas acuden derivadas de los servicios de atención telefónica como el 016, de sus propios abogados y abogadas, y también por parte de conocidos, amigos y familiares.

Explica la psicóloga que una de las intervenciones más importantes es la constitución de una comisión de seguimiento con la Subdelegación del Gobierno, coordinando dispositivos de determinados casos “de principio a fin” y de esa manera disponer de “una visión global y detallada de todos los pormenores”.

Cuando una víctima de violencia machista llega la oficina, se le informa en primer término sobre el procedimiento de denuncia en el caso de que no la haya puesto, y posteriormente se la acompaña, si así lo solicita, para las diligencias judiciales y posteriores comparecencias en sala.

Candela Morilla no interviene directamente en los procesos judiciales puesto que ya no ejerce como forense, pero sí les presta “protección emocional” porque “son momentos muy duros”. “Si anteriormente ya las hemos tratado durante un tiempo, que estemos ahí reconforta y da seguridad, como un soporte emocional”.

Porque la prestación psicológica es un pilar de esta oficina. “Cuando viene una mujer nos podemos enfrentar a un sinfín de situaciones diversas. Haber sufrido violencia de género es muy devastador. A diferencia de otros delitos, pierdes tu identidad. Vienen desprovistas de su autodeterminación”, remarca.

“Se juntan varios sentimientos: de fracaso, de culpa, de responsabilidad. Y casi siempre hay, en menor o mayor medida, una dependencia psicológica y emocional del agresor. Destaca también el miedo a la incertidumbre, a qué va a pasar partir de ese momento. Se tambalea toda la estructura familiar y personal que tenías hasta ese momento, todo tu mundo, todo se desploma”, afirma la psicóloga.

A partir de ahí se abren varias vías. Si la mujer continúa con el procedimiento, hay que construir “un empoderamiento desde menos de cero”, pero incluso en esos casos puede suceder que “dé dos pasos adelante y otro hacia atrás”. “No es fácil erradicar las consecuencias de mantener un sentimiento de culpa y de fracaso tan interiorizado”.

Hay que tener muchísima paciencia y ser tolerantes con sus cambios emocionales y de pensamiento, pero nunca tolerantes con el delito

“Piensan que pueden reconstruir lo pasado con pedacitos pegados y que la violencia recibida ha sido por su culpa. Para combatir ese sentimiento y explicarles que no es así hay que tener muchísima paciencia y ser tolerantes con sus cambios emocionales y de pensamiento, aunque nunca tolerantes con el delito”, detalla Candela.

¿Cómo se logra gestionar esa ambivalencia? Esta experta defiende que no hay que dejar de transmitir a las mujeres la necesidad de continuar con el paso que han dado pero “dándole su tiempo para que lo vayan asimilando”. Mientras, las psicólogas les repiten que no es su culpa ni su responsabilidad lo que les ha pasado y que para reconstruirse tiene que continuar con la decisión que han tomado. “De otra manera, lo que hacen es perpetuar la situación de por vida”.

Otro factor a tener a cuenta es que a la mayoría de las mujeres les cuenta mucho hablar “o contarlo todo”. Y en todo el proceso, es igual de importante evitar su “revictimización”, un fenómeno que se repite y que “estamos muy lejos de evitar”.

“Al final, las víctimas están muy expuestas de manera continua a estar reviviendo una y otra vez lo que les ha pasado. Y ocurre también que las nuevas tecnologías, móviles y ordenadores, son también una herramienta muy potente para los agresores. En estos casos están facilitando que se sigan produciendo situaciones de acoso, de abuso y de violencia de una manera muy fácil. Eso es una forma de agudizar sus secuelas porque no se puede cesar tan drásticamente las incursiones del agresor”, concluye.

La prestación psicológica que llevan a cabo estas oficinas no tiene límites en cuanto al acompañamiento. Se orienta, asesora y acompaña con la necesidad y periodicidad que requieran las mujeres, independientemente del proceso judicial e incluso de los propios horarios administrativos.

“Estamos aquí siempre que lo necesiten y si pasa un tiempo sin saber de ellas, somos nosotras quienes llamamos para interesarnos. Este recurso tiene un tremendo efecto positivo y el dispositivo siempre está activo. La acogida de las víctimas es muy buena y eso es muy reconfortante, lo que hacemos es útil y necesario, sobre todo por lo que supone para ellas y su futuro”, concluye Candela Morilla.

En este enlace pueden consultarse las sedes de las AOVD de todo el país.

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