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“Todavía quedan barreras que derribar” en el Viña Rock

Persona en silla de ruedas

Fidel Manjavacas

Desde que en 1996 celebrara su primera edición, el Festival de Arte Nativo Viña Rock se ha ido convirtiendo con el paso de los años en uno de los eventos más importantes del panorama musical español. Así lo reflejan los datos del propio festival: 200.000 personas pasaron el pasado fin de semana por el recinto que emerge cada año en el municipio de Villarrobledo (Albacete).

Unas proporciones que, además de convertirlo en uno de los referentes para los amantes de los festivales de música e España, se han ido adaptando a la demanda de 'viñarockeros' -de los que una amplia mayoría instala su propio camping en las terrenos contiguos habilitados- y al espacio necesario para albergar el más de centenar de conciertos que se llevan a cabo en su celebración.

Tal y como establecen las normativas en materia de accesibilidad, el Viña Rock ha ido adaptándose -al ritmo de su propio crecimiento- para habilitar los espacios necesarios, tanto dentro del recinto de conciertos como fuera de él, a personas con movilidad reducida. No obstante, todavía quedan algunos flecos pendientes que mejorar de cara a futuras ediciones y que faciliten el disfrute, el desplazamiento y el uso de los servicios del festival de las personas que necesitan una silla de ruedas para moverse.

Para conocer de primera mano cómo se vive un Viña Rock en una silla de ruedas, eldiarioclm.es ha hablado con Mireia, una barcelonesa que ha acudido durante los tres días (cuatro si contamos la fiesta de bienvenida que se celebró el viernes 27 de abril) al festival acompañada de su marido.

Mireia, que no ha estado en el inmenso camping que se instala ya que tiene familiares en Villarrobledo, tiene que desplazarse de manera temporal en una silla de ruedas a causa de una lesión. Esta situación le ha servido para darse cuenta de “las dificultades con las que se encuentras muchas de las personas con discapacidad en su vida cotidiana”. En este sentido, en términos generales, considera que resulta “un poco complicada la movilidad en una silla de ruedas” en el Viña Rock.

Plataformas con poca elevación y dificultades en la entrada y salida del recinto

El festival dispone de espacios habilitados para personas con movilidad reducida tanto dentro (baños o escenarios) como fuera (parking o zona de acampada) del recinto de conciertos. Sin embargo, la entrada al recinto es uno de los lugares donde Mireia ha encontrado algunas de las dificultades ya que es la misma por donde miles de personas acceden al espacio en el que están los escenarios.

“Entras por la misma entrada que todo el mundo y, yendo a ras del suelo, la gente no te ve y tienes que pedir paso todo el rato, es complicado”, apunta Mireia sobre la entrada, donde se forman aglomeraciones temporales de personas para introducirse a disfrutar de los conciertos. El mismo problema ha encontrado para salir del recinto, ya que la zona “no está cementada” y “hay muchos baches” que aún dificultan más la movilidad cuando llueve y el suelo queda embarrado.

No obstante, la barcelonesa recalca también la amabilidad y las facilidades que muestras los asistentes al Viña Rock -así como los empleados de vigilancia y seguridad- cuando “pides cualquier cosa”. “Hoy he conseguido que me dejen salir por la entrada -el último día de conciertos-”, apunta al tiempo que sí valora la situación del parking habilitado anexo al recinto.

Otro de los puntos flacos que ha encontrado Mireia en sus desplazamientos ha sido el acceso al punto de información habilitado por Viña Rock. “Para llegar a él es imposible acceder en silla de ruedas porque está lleno de bordillos y no hay rampas para poder acceder”, dice Mireia, que al usar una silla de ruedas eléctrica, reflexiona también sobre las mayores complicaciones para las personas que se desplazan en una silla estándar.

Respecto a la zona de conciertos, Mireia nos cuenta su experiencia en el sitio habilitado para personas con movilidad reducida frente a los dos escenarios principales (Negrita y Poliakov), en los que suelen tocar las bandas más reconocidas que pasan por el Viña Rock. En este espacio, situado está la mesa de sonido, se instala una plataforma para ver los espectáculos que “no es demasiado elevada y tampoco muy espaciosa”, apunta Mireia, que añade que, además, frente a la plataforma continuamente pasa de un lado a otro la grúa que se utiliza para grabar el concierto con cámara de vídeo.

“Para la gente que viene aquí, deberían ampliar, facilitar y mejorar el acceso a minusvalidos”, asevera Mireia que, por supuesto, resalta haber “disfrutado muchísimo de la música y del ambiente” que se vive en el Viña Rock, donde ha podido ver a grupos que conocía como Txarango, Muchachito, La Raíz o La Pegatina y que también ha descubierto a otros como Cazafunktasmas o BSV: “Es genial”, afirma sobre el contexto musical que envuelve a este festival.

“Mi invalidez temporal me ha hecho darme cuenta de las dificultades con las que se encuentran muchas de las personas discapacitadas en su vida cotidiana. Espero que mi testimonio sirva para aportar un granito de arena en la mejora de la condiciones para este colectivo. Creo que hay mucho camino que recorrer y muchas barreras arquitectónicas que derribar”, reflexiona la barcelona sobre su paso por el Viña Rock en silla de ruedas.

La experiencia de Asprona en el festival

Uno de los colectivos que se ha convertido en fiel a esta cita anual es el del Centro Infanta Elena de Villarrobledo, perteneciente a la Asociación de Atención a Personas con Discapacidad Intelectual o del Desarrollo y sus Familias en la provincia de Albacete (Asprona). Según detalla Luis de Matos, terapeuta ocupacional del centro, a eldiarioclm.es, esta asociación lleva participando en el Viña Rock desde hace 14 años.

En este transcurso, afirma que han podido ver la evolución respecto a la accesibilidad del festival, que ha avanzado “mucho”. “La movilidad en silla de ruedas no nos resulta difícil, hay espacios asfaltados, no hay escalones y existen espacios reservados para personas con movilidad reducida. En ese aspecto lo vemos adaptado”, recalca de Matos que, no obstante, sí cree que se podría “mejorar la entrada” para estas personas ya que ellos acceden por otras zonas al recinto gracias a la acreditación que les facilitan.

“Sí que echamos en falta para nuestro colectivo una mejor accesibilidad cognitiva”, es decir, señales e imágenes que permitan “comprender mejor el itinerario para llegar a determinados lugares o para salir de ellos”. “Carteles más grandes, iconos o pictogramas para identificar mejor las zonas del recinto”, apunta el terapeuta, que también considera que la plataforma situada frente a los escenarios principales podría ser “un poco más elevada”.

No obstante, recalca que los conciertos que han visto los han podido seguir desde la gran pantalla que el festival instala a unos 200 metros frente a los escenarios, un espacio que no suele estar tan concurrido y que permita visualizar los conciertos con mayor comodidad.

“Desde el punto de vista integrador es impresionante”

“Es una oportunidad de relacionarnos con jóvenes, con los que nos saludamos, nos hacemos fotografías... Veo a las personas de Asprona que realmente disfrutan. La verdad es que estamos encantados”, dice de Matos, que subraya que, “desde el punto de vista integrador, es impresionante” este festival, en el que se facilita la comunicación, la relación y la visibilización de este colectivo.

“Cuando llegan estas fechas, ellos mismos dicen que quieren apuntarse el Viña Rock”, cuenta sobre la participación que cada año hacen unas 25 o 30 personas de la asociación, donde se encuentra personas con diversos grados de capacidad cognitiva y que, en algunos casos, llevan asociada una discapacidad motora. “Los primeros años la parte de abajo estaba sin asfaltar, llovía y era un barrizal. El propio festival y el Ayuntamiento están haciendo las mejoras necesarias”, señala el representante de Asprona que agradece la celebración del mismo y la involucración que muestran con la asociación.

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