¿Por qué se viste Kase O como Tony Soprano? Una crónica de concierto desde la más absoluta ignorancia
“No hay separación entre la música y el oyente”, recitó Kase O en medio de su concierto. “Todos somos la canción”. El icónico rapero zaragozano cautivó al público del Viña Rock desde uno de los principales escenarios, la primera vez que salía de los dedicados exclusivamente al rap y lo hizo por todo lo alto. Mientras el festival celebra este año su 25 aniversario (como si nunca jamás hubiera habido pandemia ni nada que se le parezca), el músico celebraba su décimo año de su trabajo Jazz Magnetism.
“Nací en el 80, me echan 50”, cantaba en una de sus canciones. No es de extrañar si aparece con un atuendo parecido al de Tony Soprano en las comodidades de su mansión de Nueva Jersey. Pero el hecho de que chicas y chicos de menos de 20 años perdiesen la cabeza cantando canciones en un concierto en el que un señor de más de 40 tocaba el saxofón en bata demuestra que el éxito del zaragozano y su lugar en el rap español es indiscutible.
Kase O saludó al público recordando que fue precisamente en los escenarios del evento de Villarrobledo donde se estrenó en festival de grandes proporciones. No tuvo reparos en transformar los descansos entre canción y canción en importantes declaraciones políticas. “Perro Sánchez guau guau”, “Abascal, tu madre huele mal”, “qué feo es Feijóo”. También transmitió al público la importancia de decir “no”. “¿Sabéis cuál es la mujer más libre? La que más veces se permite decir no. ¿Sabéis cuál es el hombre más libre? El que más veces se permite decir que no. Estamos demasiado acostumbrados a decir sí, a dejarnos pisotear con leyes en las que se ríen de nosotros”, recalcó. Por eso, la conclusión: “Si vienes con mierdas te voy a decir que no”.
“Lo que necesitas es un paseo por mi fraseo”, cantaba un Kase O seguro de su éxito, que bailaba twerk en un chándal caído de las caderas, al más puro estilo rapero. “La lluvia sobre la hierba es como música mágica”, rezaban también sus canciones, en las que habla de Dios, del espacio exterior, de las mujeres, el amor. “Cuidad a las viñarockeras”, advirtió en un par de ocasiones.
Puede que con los tintes de jazz y funk que aporta su banda al completo parezca un grupo de estos de música de los hoteles americanos, que tocan en año nuevo. Y por eso también se ríe a lo mejor cantando rápidamente míticas melodías como 'Sopa de Caracol', pocos minutos antes de enloquecer al público con tributo a una de las canciones más icónicas de Violadores del Verso. Ballantines como forma de vida / Vida perdida por la mujer y la bebida / He perdido el rumbo, pero soy feliz con soledad, jazz y whisky.
Siempre mirando hacia arriba y hacia dentro, a ese propio ego que le da “pánico” como entonaba en 'Yemen' una de las primeras canciones del concierto. Y mirando hacia fuera, hacia el todopoderoso, a esos caminos en los que se pierde en la soledad que trata en sus canciones. Es un tiranosaurio, dice. Un 'Tiranosaurius Rex'.
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