Periodismo crítico

El adiós antes de tiempo a Xavier Vinader ha recordado la singularidad de su periodismo crítico y atrevido, siempre destapando la cara sucia de la vida política y social. Un periodismo basado en la iniciativa del informador y a contracorriente de la agenda política establecida.

Periodismo potenciado durante la década de 1970 y pronto diluido, después de la Transición, en la crisis profunda de un sistema de medios que se rindió a unas prácticas más acomodaticias. Bajaron río abajo la mayoría de periódicos y revistas y el periodismo impreso se acomodó al estilo de un audiovisual renovado y expansivo, a la sombra de las fuerzas políticas mayoritarias.

Es oportuno evocar los orígenes de Vinader como corresponsal en Sabadell de unos diarios de Barcelona donde se había abierto la puerta a una información crítica sobre la vida local y cotidiana, todavía bajo el franquismo. Escuela de una generación de periodistas, que aquella crisis dispersó hacia otras actividades, entre ellas la política. De aquellos corresponsales locales salieron algunos de los primeros concejales, alcaldes y diputados.

El adiós a Vinader es una buena ocasión para evocar el periodismo crítico nacido en la información local, destapando problemas sociales, irregularidades urbanísticas y conflictos obreros, denunciando el mal gobierno de los ayuntamientos que el franquismo sacrificó a la intemperie de la tolerancia de la Ley de Prensa 1966. Josep Maria Huertas Clavería -desaparecido hace ocho años a la misma edad que Vinader- es su mejor ejemplo en Barcelona, pero muchas ciudades y pueblos tuvieron también sus periodistas críticos.

Es una buena ocasión también para reivindicar la necesidad de este periodismo crítico, hijo de la iniciativa y el atrevimiento de los redactores. Su recuperación sería una buena señal, antídoto contra un periodismo que se va disolviendo en el entretenimiento y el espectáculo.