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Las protectoras cifran en 2.000 los animales rescatados durante el incendio de Almorox-Cadalso

Imágenes cedidas por las protectoras encargadas del rescate de animales en el incendio de Almorox

Bárbara D. Alarcón

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El incendio que se originó el pasado viernes -sobre las 17.55 horas- en la localidad de Almorox (Toledo) y que ha afectado a la zona oeste de Madrid, a Cenicientos y Cadalso de los Vidrios, se ha dado por controlado tras cuatro días en los que unas 3.300 hectáreas han sido arrasadas por las llamas y hasta 27 personas tuvieron que ser evacuadas.

Las zonas afectadas se caracterizan por su actividad agrícola y ganadera, por lo que tanto especies vegetales como animales han sufrido un nuevo varapalo en el que, más allá del daño forestal, distintos grupos advierten sobre los daños que ha causado el incendio en las especies animales que habitan esta zona situada entre las comunidades autónomas de Castilla-La Mancha y Madrid.

Tanto animales domésticos como silvestres, especies protegidas y mascotas, se han visto afectadas por las llamas y, según estiman las protectoras que han participado en las labores de rescate, “miles de ellas han muerto”, aunque han podido rescatar a “unos 2.000 animales”.

Cientos de personas voluntarias, en su mayoría mujeres, han llegado desde distintos puntos de la región y se han organizado “en equipos de mañana y noche con turnos de 12 horas”, tal y como nos explica David, uno de los voluntarios del turno de noche.

“Nuestra labor es rescatar a los animales. En el caso de los grandes, al no poder transportarlos, les abrimos las puertas para facilitarles que huyan del fuego. En el caso de animales que podíamos transportar, los echamos a nuestros coches y los llevamos a la plaza del pueblo de Cadalso”, añade.

Esta labor ha contado con la ayuda de los equipos de extinción y la Guardia Civil. “El primer día trabajamos en cooperación con los bomberos quienes nos informaban de donde había animales. Sin embargo, los agentes de la Guardia Civil, de cuarteles cercanos al Cadalso, al principio tuvieron órdenes de no dejarnos pasar y no nos facilitaron el trabajo. Por ello tuvimos que utilizar caminos secundarios y tirar de la ayuda de los vecinos”, cuenta David.

Desde la incorporación de la UME (Unidad Militar de Emergencias) a las labores de extinción la cooperación aumentó. “Recorríamos las fincas donde el fuego estaba a menos de 500 metros y, mientras la UME o los bomberos hacían de retén, nosotros sacábamos a los animales con la Guardia Civil. Operamos en el perímetro de seguridad”, explican.

El rescate de animales: sin cifras ni coordinación

“Los bomberos no pueden rescatar animales, tal y como nos repitieron en varias ocasiones”, comentan desde las protectoras. Durante el incendio del Cadalso, según David, “los mandos de la UME dieron más posibilidad para movilizar a caballos y vacas que estaban donde tenían que trabajar, tanto por seguridad para su propio trabajo como por la seguridad de los animales”.

Sin embargo esta reacción es una excepción y desde las protectoras “echan de menos” la existencia de un protocolo de actuación para el rescate de animales. “La administración debería permitir que entremos a las granjas o a las viviendas, que se nos acompañe y se nos saque. En algún momento tendremos que tener una forma de cuantificar el esfuerzo”, añaden.

“Entendemos que no se puede dejar pasar dentro de un perímetro de fuego a cualquiera, pero las protectoras estamos organizadas”. Por ello, consideran una irregularidad que su trabajo parezca “una cosa como alegal”.

Según David, la administración conoce perfectamente su trabajo. “Sabían que estábamos llevando animales a los puntos de control pero no nos facilitaban el paso a las fincas. Deberían tomarse más en serio la necesidad de guiarnos y la realización de batidas durante los incendios”.

“No puede ser que lleguemos a una finca y nos sorprendamos de ver a los equipos de seguridad y ellos se sorprendan de vernos a nosotros. Tenemos que tener alguna forma de coordinación”, exigen desde las protectoras.

Por el momento, este incendio no ha derivado en daños humanos aunque, tal y como apunta David, “miles y miles de animales han muerto a causa de las llamas”. “Durante las batidas hemos atravesado caminos que literalmente eran cementerios de animales”, asegura el voluntario. “En un kilómetro habría 300 cadáveres. Me parece muy bien que se hable de las hectáreas calcinadas pero, ¿cuántos conejos, zorros, jabalíes, venados… viven en esas hectáreas?”, se cuestiona David.

Según las protectoras, el cerro de Cadalso es hábitat de ciervos, jabalíes, conejos o zorros “que han visto correr entre las llamas”. “Nadie se va a molestar en contabilizarlos. Este incendio en concreto, ha sido una catástrofe medioambiental muy importante.”

“Las amenazas frenaron la ayuda vecinal”

Falta de coordinación y falta de seguridad ante una labor de rescate que muchos agradecen y a la que no le faltan críticas. Respecto a los animales domésticos, algunos agentes de la Guardia Civil, según las protectoras, criticaron a los vecinos que querían salvar a sus mascotas.

“Los vecinos nos estaban ayudando hasta que recibieron unas llamadas, que desconocemos y que no podemos contrastar. Fue entonces cuando nos dijeron que les habían amenazado y que ya no podían colaborar con nosotros”, afirma el voluntario.

Durante las labores de rescate, los equipos de las protectoras encontraron “criaderos y rehalas ilegales donde los animales estaban en jaulas de menos de un metro cuadrado, caminando sobre su propia mierda, sin comida ni agua”.

“Evidentemente lo denunciaremos ante la Guardia Civil. Sus dueños no querían que viéramos a esos animales famélicos ni las condiciones en las que se encontraban”, asegura David.

A pesar de la falta de cifras oficiales, las protectoras aseguran haber salvado a unos dos mil animales, tanto domésticos como de granjas, entre los que se han registrado la mayoría de fallecidos, sobre todo caballos, vacas y ovejas.

“Seguramente los animales que han muerto habrán llegado al millar. Por desgracia se nos han quedado atrás muchos domésticos. El primer día no pudimos llegar a tiempo a una granja donde sabíamos que había animales”, se lamenta el voluntario.

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