Aparta de mí este cáliz
¡Milagro! El Ayuntamiento de Valencia convierte 80.000 euros en 378.439. ¿Ayudas a la dependencia? ¿Equipamientos educativos? ¿Tal vez un local social para algún barrio desfavorecido? ¿Creación de empleo? Nooooo. Mucho mejor, dónde va a parar. No sé si recuerdan que en nuestra catedral tenemos el auténtico Grial, aquel que buscaron los Caballeros de la Mesa Redonda y también Indiana Jones. ¿Qué? ¿no se acordaban? No hay problema; nuestro ayuntamiento, siempre presto a satisfacer las necesidades de la ciudadanía, ha decidido hacer una exposición titulada “Los caminos del Grial”, que pueden visitar estos días en el Almudín, a la que adjudicó un presupuesto de 80.000 euros que, oye, tampoco es tanto y todo es cultura y patrimonio, no lo vamos a negar. Hemos visto cosas mucho peores.
Pero ¡aleluya! se ha obrado el milagro del sobrecoste, al que parece abonado nuestro consistorio en vez de al de los panes y los peces, y la cosa ya deja de tener gracia: el presupuesto se quintuplica y llega a la nada desdeñable cifra de 378.439 euros. Y yo me pregunto por qué siempre acaban encontrando dinero de más para este tipo de gastos (ya saben: fastos, fiestas, caprichos de lujo) y nunca para la inversión real: equipamientos culturales de los barrios, promoción de la educación cultural de base, rehabilitación de solares y edificios sin uso, asociaciones ciudadanas que quieren dinamizar las calles. O para algunas urgencias en el uso y conservación de nuestro patrimonio, como por ejemplo, la puesta en valor de los restos de la muralla árabe, que no solo está hecha unos zorros sino que pasa completamente inadvertida:ni un miserable cartelito informándole a usted, querido vecino, o a usted, querida turista, que está apoyada en un muro que tiene mil años de antigüedad y forma parte de la rica y larga historia de Valencia. O para paliar el abandono en el que se encuentra el Museo de Historia de la Ciudad, que da una pena, si lo vieran, con todos sus proyectores, videos y ordenadores donde se cuenta la historia de Valencia apagados y con carteles de no funciona y cuyo arreglo cuesta una mínima parte de lo que ha costado la dichosa exposición.También podrían haber pagado a las artistas que han participado en la exposición “Las dueñas del arte” (Atarazanas), pero se ve que se les debió olvidar mientras buscaban los 18.000 euros que costó el catering para los invitados de la Nit de Foc. Y eso sin salir del terreno de la cultura y el patrimonio, que si vamos más allá y hablamos de otras necesidades, acabamos llorando en un santiamén.
Pero entiendo que es una cuestión de prioridades y, desde luego, la de este ayuntamiento no es la difusión de la cultura, ni la educación, ni la participación ciudadana. El turismo, la Iglesia y la propaganda y el marketingsí lo son. La justificación de esta exposición es, dice el ayuntamiento, atraer al turismo religioso. ¡Vaya por dios! Voy a tener que callarme, porque en cuanto invocas al turismo te salen con aquello de que es una gran fuente de ingresos, fundamental para nuestra economía y no hay que meterse con ello. La necesidad de atraer turistas lo justifica todo. Y no todo se puede justificar. Nadie niega la importancia, ni el valor, ni la atención que requiere la industria turística por parte de los poderes públicos, pero eso no debe ocultar dos aspectos que hay que erradicar ya: las lamentables condiciones laborales de los y las trabajadores del sector turístico (no es el tema de este artículo, pero no puedo dejar de nombrarlo) y la supeditación de la cultura a las necesidades turísticas. No. La cultura y la conservación del patrimonio han de ser un fin en sí mismas. Y han de estar al servicio de la ciudadanía.
Y si es por dinero, es fácil de resolver: con solo que la Iglesia pague el IBI correspondiente a los más de mil inmuebles de los que es propietaria en esta ciudad, habría para eso y mucho más. Máxime teniendo en cuenta que la Generalitat y unos cuantos ayuntamientos valencianos, entre ellos el nuestro, ya le han ahorrado un montón de gastos al rehabilitar y restaurar gran parte de su patrimonio gracias a la fundación “La Luz de las imágenes” que, durante quince años (hasta finales del año pasado), se ha dedicado a ello con el dinero de los contribuyentes y con la excusa de que se trata de patrimonio valenciano. Que valenciano es, cierto. Pero de la Iglesia, también.
En fin, no me queda más que desearles una feliz visita a la exposición del Almudín. Seguro que con toda esta información la disfrutarán en todo lo que vale. 378.439 euros, para ser exactos, más todo lo que se deja de hacer con ese dinero. Y espero que, como Camilo Sesto (mejor la referencia valenciana y pop que la bíblica, estarán conmigo), los y las votantes de esta ciudad entonen el 24 de mayo aquel “aparta de mí este cáliz, ya no deseo su amargura” que parece escrito para este momento. Porque si no es así, no hay milagro que nos salve. Amén.