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Cómo hemos cambiado. O no...

Patricia Canet

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No sé dónde oí la idea, honestamente, no lo recuerdo, pero en algún momento hace algún tiempo oí a alguien decir que si hubiera una tercera guerra mundial, acabaríamos todos en el campamento del silencio. Por otra parte, hay quien sostiene que una tercera guerra mundial no tiene cabida en nuestra época. No quisiera ponerme en plan agorero pero le doy más crédito a la versión apocalíptica, entre otras cosas, porque de todos es bien sabido que la crueldad humana no conoce límites, que cuando creemos tener una horrible imagen en la retina, cualquier telediario consigue mostrarnos una peor. Ya digo que no quisiera tener que llamar a tres jinetes y convertirme yo en el cuarto; sin embargo, cada vez que lo pienso, más creo que cualquier día seremos capaces de cualquier cosa.

Saco todo esto a colación de la efeméride del inicio de la Primera Guerra Mundial celebrada (si es que ése es el verbo adecuado) estos pasados días. Leí bastantes artículos sobre el tema en cuestión y la mayoría coincidían en una cosa, en que el siglo XX verdaderamente se inició en 1914, coincidiendo así con la teoría de Hobsbawm sobre “el corto siglo XX”, final del cual estableció el historiador británico en 1991 con el colapso de la Unión Soviética.

Pues bien, la cosa es que la mayoría de dichos artículos hablaban sobre las causas de la Gran Guerra, la que a su vez fue la causa de fondo más destacada del estallido de la posterior edición de inhumanidad humana, como si hablaran del instrumental lítico del hombre de cromañón, con una lejanía que nadie tiene que ver con la contemporaneidad de los sucesos.

Según yo creo, lo que principalmente condujo según autores serios (recalquemos serios que hay mucho Marhuenda suelto) a la Primera Guerra Mundial fue la concatenación de varios fenómenos como la escalada armamentística, las alianzas militares, las crisis políticas previas, el auge de los nacionalismos y las rivalidades industriales y comerciales. No es mi intención dar una clase de historia, sólo diré que si no pueden ser establecidas con estas realidades paralelismos actuales, que baje la Wikipedia y lo vea. Y aún diré mas, si tenemos en cuenta que en el caso de la Segunda Guerra Mundial el mayor condicionante inmediato que a ella condujo fue el ascenso de los fascismos a raíz de la Gran Depresión, no hay que pensar mucho para ver que no estamos tan lejos de estas cosas como se pinta.

No sé si me estoy desviando del tema o qué. Lo que me gustaría subrayar es que, si bien es cierto que la historia nunca debe ser estudiada a través de una visión presentista, no lo es menos el hecho de que el ser humano nunca aprende de ella. Y aprender de ella resulta extremadamente necesario pues ni la ONU, ni la Comunidad Europea, ni mucho menos el personaje de ficción conocido como “comunidad internacional” nos salvarían de un escenario en el que algún fogonazo fuese el origen de un conflicto a gran escala. Indicios, por desgracia, tenemos bastantes. Ahí están barbaries como Gaza, Irak, Siria, Ucrania, Colombia, Etiopía, por citar los ejemplos más mediáticos.

La guerra es el negocio más antiguo y próspero del mundo. En eso ni hemos cambiado ni cambiaremos en la vida.

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