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Música | Crítica

Espectáculo total con Currentzis

Vista de conjunto del Coro y Orquesta musicAeterna.

Manuel Muñoz

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Se suele criticar el formato algo rígido y de envarado protocolo que mantienen en la actualidad los conciertos sinfónicos. Dijo Alex Ross que ir vestidos como en el siglo XIX no es la mejor manera para los músicos de acercarse al público actual. La referencia es al frac que suele imponer a sus integrantes masculinos la mayoría de las grandes orquestas. Por fortuna, algunas utilizan atuendos más actuales, como la OCRTVE o la Orquesta de París. El abandono del frac se ha generalizado entre grupos de música antigua y también es ya frecuente en conjuntos de cámara.

La orquesta y el coro que se agrupan bajo el nombre de musicAeterna son un ejemplo más de lo que podríamos denominar decadencia del frac, ya que visten de forma sencilla y actual. Pero su innovación va mucho más allá. Su fundador y director, el ruso de origen griego Teodor Currentzis, también es actor. Así, sus interpretaciones son innovadoras en la expresión musical, intensa y con marcados contrastes dinámicos; pero también porque incorporan una componente dramática que las convierte en verdaderos espectáculos. 

Currentzis debutó en el Palau de la Música de Valencia en octubre del pasado año, con un programa orquestal que incluyó una estremecedora versión de la Quinta sinfonía de Dmitri Shostakóvich, precedida de las Variaciones rococó de Chaikovski y la obertura de La forza del destino de Giuseppe Verdi. En esta ocasión la visita a Valencia forma parte de una gira que incluye Madrid y Barcelona. El cambio en cuanto al repertorio ha sido radical para ir a la obra de Handel (1685-1759), gran genio del barroco, que nació en Alemania, aunque vivió la mitad final de su vida en Londres y murió allí, tras una breve etapa juvenil en Italia.

El concierto hilvanaba un recorrido por la obra del músico sajón naturalizado inglés, alternando géneros, épocas y formas, ya que hubo oratorio, ópera y alguna obra orquestal, sin seguir un orden temporal. Se alternaron piezas vocales, corales y solo instrumentales para conseguir una especie de variada secuencia, en la que primaba el espectáculo y el efecto dramático. Especial importancia tuvo el movimiento de ir y venir de los diferentes solistas, la gesticulación del coro, que movía los brazos y cantaba de memoria, y el juego de luces, que mantuvo la mayor parte del tiempo a la orquesta en penumbra para iluminarla de pleno en los grandes momentos corales. También el director y los propios solistas interpretaban con una estudiada mímica. En contra de la costumbre, Currentzis dirigía muy expresivamente a cada uno de los solistas vocales y se acercaba a ellos cuando estaban cantando.

Los miembros del coro mueven los brazos durante la interpretación.

El conjunto incluía un coro mixto de 40 voces y otros tantos instrumentistas, entre los que había cuerdas, vientos, órgano positivo, clave, dos tiorbas y una viola da gamba soprano. También algunos instrumentos menos frecuentes en el repertorio barroco, como arpa, dos tambores, campanas y vibráfono. La expresión, el fraseo y el enfoque fueron propios de la singularidad que sabe imprimir Currentzis a cada obra que interpreta. El concierto empezó en penumbra y, tras el aria de soprano Augelletti, ruscelletti, de La Resurrezione, la luz iluminó orquesta y coro al completo en el Himno de la coronación nº 1 de Zadock the Priest. Luego volvió la penumbra, que se fue alternando con la plena luz de los grandes coros. Cantaron como solistas cuatro sopranos y una mezzo de la Academia Rubinstein, entre las que destacaría a Iveta Simonyan, con muy bellos momentos en pianissimo. También el contratenor Andrei Nemzer, solista del Coro musicAeterna, de gran fuerza dramática, y la solista del Teatro Helikon de Moscú Sofia Tsigankova. Todos cantaron con calidad e intensa expresión.

Aunque el concierto se desarrolló sin descanso, hubo una fuerte ovación después del célebre Alla Hornpipe nº 2 de la Water Music (Música acuática), tras el que la orquesta aprovechó para afinar sin que ni siquiera el director abandonara la escena. Después del coro Sing Ye to the Lord de Israel in Egypt, el público rompió a aplaudir con entusiasmo, puesto en pie y lanzando repetidos bravos. Currentzis advirtió que aún había números vocales, que se cerraron finalmente con la muy delicada aria Lascia la spina, de Il trionfo del tempo e del disinganno. Nuevas ovaciones subrayaron el entusiasmo del público con el espectáculo Handel que disfrutó durante dos horas.

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