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'El gran libro de Cuttlas', vuelve el 'cowboy' minimalista de Calpurnio: “Sus tiras son una obra maestra del cómic”

El ilustrador Calpurnio Pisón.

Lucas Marco

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Vuelve el bueno de Cuttlas. Un año después de la muerte de su autor, Eduardo Pelegrín Martínez de Pisón (Zaragoza, 1959 - València, 2022), más conocido como Calpurnio Pisón, la editorial Reservoir Books ha editado un (casi) integral que recoge gran parte de las tiras del popular personaje. El gran libro de Cuttlas homenajea el trabajo de Calpurnio durante casi cuatro décadas en varias cabeceras de prensa.

El dibujante inició las tiras del personaje de Cuttlas, un 'cowboy' de trazo minimalista, en su fanzine El Japo, editado en la década de 1980 en Zaragoza. De ahí saltó a la revista Makoki para reaparecer en Tentaciones, suplemento de El País, en 1994.

Desde sus trabajos iniciales en el área de ilustración e infografía de El Heraldo de Aragón, Calpurnio siempre estuvo vinculado a la prensa y sus particulares ritmos. “Publicar en prensa era lo que más le gustaba, aprendió lo que era trabajar bajo presión, entregar una página semanal o incluso una diaria, eso le obligaba a estar siempre al día en temas de actualidad, a buscar inspiración constantemente, quizá eso fue lo que le llevó a experimentar tanto con su personaje, a ubicarlo en espacios tan diferentes”, dice Ana García Villanueva, licenciada en Bellas Artes y custodia de la obra de Calpurnio. “Básicamente, trabajar para la prensa influyó en que fuese tan prolífico y creativo”, apostilla su viuda.

“Siempre defendió que el cómic pertenecía a la prensa”, recuerda Álvaro Pons, responsable de la edición de El gran libro de Cuttlas. Pons, director de la Cátedra de Estudios del Cómic de la Universitat de València, sostiene que Calpurnio entendía la disciplina “como algo popular” que tenía que ser “leído y tirado”, un arte con “naturaleza efímera”.

A modo de parodia del 'western', las tiras de Cuttlas —con personajes inolvidables como sus inseparables Jim, su estimada Mabel o el malvado Jack y el tranquilo Juan Bala y su guitarra, además de secundarios recurrentes como Frank el tonto o el mayordomo Héctor— construyeron una narrativa propia que bebía de la sencillez del dibujo. “Quizá sea porque tras esa aparente sencillez hay un esfuerzo de síntesis total, una expresividad que no es nada fácil de lograr con tan pocas lineas, es ese minimalismo radical el que consigue que la obra de Calpurnio sea genial, dibujar a Cuttlas no es tan sencillo como parece”, sostiene García Villanueva.

Álvaro Pons afirma que Cuttlas es la mejor definición que se ha hecho del lenguaje del cómic. “No depende de la calidad del dibujo o de los bocadillos, depende de ese complejo entronque de elementos que hace que se cuente una historia a través de un mensaje visual”, declara Pons.

El volumen, de más de 700 páginas, recoge la trayectoria del vaquero minimalista en las distintas cabeceras en las que publicó Calpurnio, en las últimas etapas en 20 Minutos y Valencia Plaza. Casi cuatro décadas de trabajo que complican la tarea de compilar: “Una de las cosas que tiene la obra de Cuttlas es que es fácil y difícil a la vez. Es fácil porque todas las páginas son buenas y el nivel medio es altísimo. Y eso hace difícil elegir”, señala Pons.

“Volver a releer toda la obra también es un ejercicio doloroso en cuanto estás recordando a un amigo”, abunda el especialista en cómic, que usó varios criterios para la compilación: “que fuera cronológica, que aparecieran todas las inquietudes de Calpur y sus temas recurrentes, además de aquellas páginas visualmente más arriesgadas donde brillara la innovación y el talento”.

“Con esa aparente sencillez, que no era tanta, Calpurnio exploraba universos metafísicos, matemáticos, científicos, filosóficos, políticos y culturales y trascendía las viñetas y el propio lenguaje del cómic y nos sorprendía una vez tras otra de una manera tan inteligente, tan sutil y genial. Lo hacía con una experimentación continua de la narración gráfica tan fascinante y sorprendente que sus tiras son toda una obra maestra del cómic”, agrega Ana García Villanueva.

Cuttlas, abunda, no sólo era un vaquero que cuidaba de sus vacas en Texas: “Vivía en una especie de agujero espaciotemporal que le permitía disfrutar de las últimas tecnologías, cabalgar a lo largo de todo el planeta y recorrer buena parte del espacio exterior con su amigo el marciano 37”. 

El autor fue un todo terreno y su fecunda actividad abarcó también trabajos audiovisuales como la serie de animación Cuttlas Microfilms de la productora Tijuana Films a principios de la década de 1990, unas producciones afortunadamente disponibles en Youtube. “Si algo caracteriza a Calpurnio es su curiosidad e inquietud”, afirma Álvaro Pons.

De ahí dio el salto a la creación audiovisual para destacados músicos. “La serie le llevaría a profundizar en la videocreación a partir de 1997 convirtiéndose en videojockey ERRORVIDEO, acompañando con sus visuales las actuaciones de artistas como Mad Professor, dj Mightykat, NeoTokio, Olaf LCDD, H1000VM o Venus DeMars & All The Pretty Horses, entre otros”, recuerda García Villanueva.

Calpurnio, afincado en València, también hizo mucha ilustración de portadas de discos, muralismo, cartelismo o campañas de publicidad (aún perduran en la ciudad sus trabajos en lugares como el restaurante Birlibirloque de la calle de la Paz). El artista cerró un ciclo con la ilustración de La Odisea y La Iliada en la colección 'Clásicos Liberados' de la editorial Blackie Books.

El gran libro de Cuttlas es su testamento artístico. “Todo lo que yo pueda decir de Calpurnio es poco; era un genio, uno de los grandes y estar a su lado te hacía ser mejor persona”, dice Ana García Villanueva.

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