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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Encuestas tengo

Josep Moreno

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Yo no sé si será cosa del cambio climático, pero lo cierto es que este mayo no ha venido cargado de flores sino de encuestas. Tres. O cuatro, si contamos la del CIS. O cinco, si añadimos la que han realizado en el PSPV sobre quién quieren que gane las primarias. En fin… un atracón.

La primera aparecía en un medio digital que atribuía la autoría a la coalición Compromís Es de suponer que no le hicieron la encomienda a un fotógrafo con el legítimo propósito de que los sacara bien guapos, así que daremos por sentado que la encargaron y pagaron, bien pagada espero, a algún instituto, sociedad limitada o voluntarioso autónomo. De hecho, en la noticia, se señala como responsables del estudio a una conocida empresa valenciana. Como no podía ser de otra manera, pues filtrar encuestas desfavorables es tontería, la coalición liderada por Mónica Oltra se da un subidón de los que no se veían desde los buenos tiempos de la ruta del Bakalao: de siete a nueve puntos. Como no podía ser menos, el PSPV se descalabra, un poco más, con lo que Ximo Puig superaría el récord histórico negativo, ya en su poder, para hundir al PSPV unos cuatro puntos más. Ciudadanos crece, como es normal, después de una boda. Y finalmente el PP y Podemos se hacen lo que los más reputados sociólogos europeos ya denominan un “Jordi Hurtado” y se quedan como están.

Acto seguido, los socialistas españoles publicaron el resultado de una macroencuesta presencial, de esas que tienes que firmar la hoja de la encuesta y todo, sobre quién quieren que les “secretariogeneralee” primero para que, otra primaria mediante, les “candidature” después. En la Comunidad Valenciana, casi la mitad de los encuestados y encuestadas preferían al canditdato que no prefiere el Presidente Ximo Puig. El resto se divide entre Susana Díaz y el “déjenme en paz que tengo otras cosas de las que ocuparme”.

Sin haber podido todavía completar la digestión de tanto porcentaje y temiendo que algún alto responsable de Blanquerías estuviera por presentar su dimisión, aparecía en un rotativo valenciano otra encuesta tan oportuna como, sin ninguna duda, rigurosa. “Agua de mayo” debería haber titulado la prestigiosa cabecera. Como si de un “baticao” de “orfidales” destinados a relajar la contraída musculatura socialista se tratara, el PSPV se daba un “sorpaso” a sí mismo hundiendo en la miseria a un Compromís que después de tanto Ribó en bici, tanta Mónica Oltra en la Sexta Noche y tanto Baldoví en la Séptima por la madrugada se quedaba en un “ni fu ni fa”. Más fu que fa para ser exactos. Es cierto que el PP continuaba primero, pero el PSPV era más segundo que nunca. Una alegría que recorrió palacios, chats de WhatsApp, cuentas de twitter y las soleadas terrazas de los bares de la capital y que solo se vio empañada por unas declaraciones de Susana Díaz que nadie en el PSPV pudo entender: “Hay quien está contento con ser segundo, y ya es la tercera vez”. Pero qué mala leche tiene esta mujer.

Sin tiempo para bajarse de esta demoscópica montaña rusa de emociones salió el CIS, dando una alegría a Compromís, de unos 45.000 votos, tan incompatible con alguna de las encuestas precedentes como meritoria para mi amigo de la infancia, la mía claro, Joan Baldoví. El PSOE, destrozado por su guerra interna, recupera voto, lo que da que pensar sobre la conveniencia de sustituir la figura del secretario general por una junta de accionistas. Y el PP continúa encendiendo puros con billetes de millón.

¿Saben qué es lo peor?, que yo tengo otra. La llevo realizando entre mis amigos y conocidos desde hace más de un año. Mi muestra la conforman un oficial de albañilería que ha pasado de cobrar más que un neurocirujano a trabajar en el turno de noche de una gasolinera por la quinta parte de su anterior sueldo con más de cinco años de paro de por medio, un divorcio y un embargo; una profesora de secundaria de un colegio concertado y su marido, un autónomo de dudosa ocupación; Sebastián, mi peluquero, y su novia Irene que lleva en paro desde que salió de la facultad; finalmente, un taxista malagueño con el que coincido todas las mañanas al comprar el pan. No la tengo todavía cocinada pero… ¿se creerán ustedes que si me quedo solo con lo del voto más simpatía me sale de presidenta Carolina Punset?

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