Covid persistente, salud mental y soledad no deseada: Puig plantea al Gobierno una agenda para las secuelas de la pandemia

Que la pandemia sería un fenómeno que dejaría huella en los seres humanos fue una cuestión de la que alertaron los expertos desde el confinamiento, en marzo de 2020. La experiencia en cuarentenas anteriores sugiere que el aislamiento deja secuelas años después en quienes lo han vivido. En la pandemia de la Covid-19 confluyen una enfermedad hasta la fecha desconocida que se propaga a nivel mundial, restricciones de movilidad y de contactos sociales, un goteo de información constante -a menudo contradictoria- y de medidas que cambian cada quincena -a menudo, también contradictorias- y una monitorización en directo a través de los medios y las redes sociales de los procesos de contagio y vacunación.

El aislamiento, el control y el miedo al contagio suponen una presión sin precedentes para la población. El sentimiento de soledad se ha duplicado en la pandemia en los países europeos en general; cuadruplicado para la población joven -los menores de 36 años-. en particular. En esta franja de edad, el suicidio es la principal causa de muerte, atendiendo a los últimos datos provisionales. A ello se suman las secuencias físicas de la llamada Covid persistente -la cronificación de la fatiga o los problemas respiratorios-, que se estima sufrirá un 10% de la población afectada por el virus.

Con este tablero, el Gobierno valenciano urge al Gobierno central a poner en marcha una estrategia para hacer frente a las tres grandes secuelas de la Covid: la salud mental, la soledad no deseada y la Covid persistente. “Nos preocupa el índice de suicidios, queremos una estrategia compartida entre comunidades autónomas y el gobierno de España”, expresaba el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, ante la Conferencia de Presidentes, reunida este viernes en Salamanca. El dirigente socialista ha pedido un plan estatal sobre la salud mental de niños, niñas, adolescentes y jóvenes ante la evidencia de que la pandemia está incrementando el riesgo de autolesiones y conductas suicidas, así como de secuelas a largo plazo en este sector de población. El presidente autonómico puso en marcha en abril un comisionado de Presidencia para la Salud Mental, a cargo del catedrático en Psiquiatría Rafael Tabarés, con el objetivo de visibilizar las consecuencias de la pandemia.

En esta línea, el presidente valenciano ha reclamado atender a la soledad no deseada mediante una estrategia de acompañamiento, que ponga el foco en el envejecimiento de la población. En España hay cerca de 5 millones de hogares unipersonales y más de 2,1 millones de personas mayores de 65 años viven solas, una “epidemia silenciosa” que incide particularmente en las mujeres.

En su intervención en el foro territorial, Puig ha reclamado una estrategia compartida entre el Gobierno de España y las comunidades para hacer frente a los efectos a largo plazo de la COVID-19 persistente, de forma que se cuantifique el impacto de este problema de salud pública y se adopten medidas de seguimiento e intervención asistencial.