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Pulso por los presupuestos y tensiones internas en Podemos

Antonio Estañ y Antonio Montiel durante el relevo en la portavocía de Podemos

Laura Martínez

Cuando Podemos accedió a investir a Ximo Puig como president y firmó el Pacto del Botánico, avisó de que ejercería de socio crítico, de que sería vigilante. Durante dos años, no sin disputas en algunas cuestiones entre los líderes, la formación morada ha ido pactando con los socialistas y los de Compromís la práctica totalidad de las iniciativas parlamentarias. Salvo en contadas excepciones, el tripartito ha mantenido una posición unánime en el voto y ha sacado adelante las cuentas públicas con la suma de sus 12 diputados.

A la tercera se complica el asunto. La ley de Acompañamiento que se debatió el viernes es, junto a la ley de Presupuestos, quizá la más importante que aprueban las Corts Valencianes; una medida que modifica todas las normas que lo requieren para dar cabida a lo que el Consell presupuesta. Da cobertura legal a los cambios de un año a otro. PSPV y Compromís llevan dos años contando con Podemos para que apruebe sus iniciativas y el pasado viernes la formación morada se plantó. No ayudó a sus socios a rechazar las enmiendas a la totalidad de PP y Ciudadanos, que vieron sin apenas creerlo cómo los cuatro exdiputados de la formación naranja prestaron su apoyo a los partidos del Consell. El brusco giro del pasado viernes provocó un pequeño terremoto y dos inevitables preguntas: ¿Se ha distanciado Podemos de sus socios del Botánico? ¿Qué ha cambiado?

Desde la formación morada han ido justificado la abstención como un tirón de orejas al Consell, que no ha cumplido todo lo que esperaban. No les gustan, como señalaron en el debate, los tres millones de euros para que la valenciana Air Nostrum renueve su flota, la subida de sueldos de los altos cargos, la negativa a implementar el SDDR y, en especial, el rechazo rotundo del PSPV a la tasa turística. Podemos siempre ha querido ir un poco más allá que sus socios en los cambios, hacer esa labor vigilante, y, no sin disputas y concesiones, los tres han llegado a acuerdos para visibilizar un bloque común frente al PP.

Hace mucho tiempo que esta dureza no se manifestaba y la memoria juega a corto plazo. El pacto del Botánico no es un cheque en blanco, han recordado en numerosas ocasiones y, en general, la sensación en la formación morada es que hay una ligera soberbia en los partidos de Consell, que se han subido a una nube que los aleja de los ciudadanos. Cuando Estañ ganó las primarias de su partido -con una mayoría ajustada y a base de pactos-, lo hizo desde la corriente crítica con el anterior secretario general, bajo la premisa de mostrar mayor contundencia con los partidos del Gobierno. Incluso propuso una auditoría ciudadana para medir el grado del cumplimiento de los acuerdos de la legislatura. Tras el parón estival, el ahora síndic fue marcando sus prioridades de cara a los Presupuestos de la Generalitat y, aunque le costó señalarlo con claridad, finalmente puso una línea roja: sin tasa turísitica no habrá voto favorable.

Sin embargo, la actitud de Estañ, si bien ha sido crítica, no ha sido beligerante respecto al Gobierno. El pasado viernes fue su antecesor, Antonio Montiel, quien plantó al Consell con una dura intervención. Mientras, el síndic estaba por los pasillos conversando con algunos conselleres. El día anterior, el diputado David Torres, afín a Montiel, ya anticipaba que se había cerrado una puerta para dialogar.

Desde el resto del hemiciclo, algunos diputados apuntan a que se trata de una maniobra de Montiel para poner en tensión a su sucesor y ‘cobrarse’ algunas deudas. Como que Estañ asumiera tanto el liderazgo orgánico como el parlamentario y lo relegara a otras comisiones. El portavoz cuenta con bastantes apoyos a nivel orgánico, pero en el grupo parlamentario sus ideas no fueron respaldadas por la mayoría de diputados. Una distribución del liderazgo algo compleja. Otros, por el contrario, consideran que se sigue la actitud severa que Estañ apuntaba desde el principio y, mientras él negocia, el exsíndic está encantado de jugar el papel de ‘poli malo’ con el Ejecutivo, a cuyos líderes también les guarda alguna jugada.

Tras la bronca del viernes, el secretario general de la formación morada volvía a apelar al diálogo y a la cordialidad: “Podem ha sido un socio leal del pacto, lo que reclamamos es que esa lealtad tiene que llegar de vuelta por parte del Consell, que tiene que cumplir las promesas realizadas a los valencianos”. El plante de la formación morada evidenció que algo se mueve entre sus filas.

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