Corregir una demanda escrita por ChatGPT: las empresas jurídicas ponen el foco en los profesionales con habilidades tecnológicas
Chatbots que responden de forma automática las consultas legales, revisión de documentos o, simplemente, corregir una demanda hecha por la herramienta de moda Chatgpt. Estas son algunas de las tareas automáticas que ya se han introducido en el ecosistema jurídico y desde la Facultad de Derecho de la Universitat de València ponen el foco en este escenario digital para mejorar las competencias y la inserción laboral de los futuros titulados de las carreras de Derecho, Criminología y Ciencias Políticas y de la Administración Pública.
Las conclusiones se han extraído del estudio “Diagnóstico y estrategia sobre el futuro de las profesiones de la Facultat de Dret”, publicado por la Universitat de València de la mano de los profesores Adrián Todolí, profesor titular de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social, y José Peiró, catedrático emérito de Psicología Social. Además, al equipo de trabajo se han sumado José Miguel Sánchez Ocaña, Paula López Aguado y David Crespo Ortiz, investigadores de la UV. “Hemos querido saber qué espera el mercado de trabajo del alumnado y de la propia universidad, para así establecer planes estratégicos para mejorar la preparación y habilidades de cara al mundo laboral”, explica Todolí en una entrevista telefónica con este medio. En este sentido, la investigación, aparte de la vertiente tecnológica, también se ha centrado en un diagnóstico de las principales transformaciones demográficas y socioeconómicas que impactan sobre la Facultad.
Y es que el trabajo, comisionado por el Vicerectorat de Formació Permanent, Transformació Docent i Ocupació y por el Decanato de la Facultad de Derecho, manifiesta que “no pretende especular sobre el futuro”, sino que en tiempos actuales, existen carencias que “requieren atención inmediata” por el ritmo acelerado con el que escalan los modelos de inteligencia artificial en cualquier dimensión sociocultural y económica. “Antes aprendías cómo realizar una buena demanda, ahora esta tecnología lo hace por ti”, destaca Todolí. Sin embargo, esta forma de automatización del trabajo no supone ninguna desaparición de las profesiones jurídicas, tal y como defiende el estudio, sino que los futuros juristas deberán especializarse en campos más manuales como “la consultoría estratégica, la negociación de acuerdos internacionales o la interpretación de leyes en constante evolución”.
Asimismo, Todolí insiste en que uno de los puntos clave que han detectado en los datos de ocupabilidad es que las empresas buscan cada vez más incorporar profesionales con capacidades resolutivas en la tecnología actual, hecho que podría plantear un debate a la hora de adquirir experiencia: “Nosotros recomendamos que la universidad se centre en que el alumnado obtenga esa formación a partir de más casos prácticos”.
Para la recogida de datos se realizaron dieciséis entrevistas semiestructuradas, entre 45 y 75 minutos, con expertos en activo del ámbito jurídico, politológico y criminológico. Los participantes tenían formación en titulaciones impartidas en la Facultad de Derecha, lo que permitió obtener una visión amplia sobre los cambios en el mercado laboral y las competencias necesarias para los egresados.
¿Tecnoutopía?
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la automatización podría eliminar más del 14% de los empleos actuales e interrumpir hasta el 32% de ellos. En el caso español, se estima que el 21,7% de los puestos de trabajo son susceptibles de automatización, lo que plantea un riesgo significativo para ciertas funciones tradicionales del sector jurídico, tal y como expone el Consejo General de la Abogacía Española. En este sentido, desde el estudio se invita a mantener la calma y destaca: “ [los profesionales] deberán reconfigurar sus roles hacia actividades de mayor complejidad y valor añadido”.
En declaraciones de los entrevistados para la recogida de datos, “la aplicación de las nuevas tecnologías va a ser importante, y ya lo está siendo”, lo que conlleva que los futuros juristas tengan que comprender el funcionamiento de herramientas avanzadas como la blockchain (una especie de libro de contabilidad para registrar información compartida entre distintos ordenadores), las inversiones de bitcoin, el machine learning (aprendizaje automático) y “el internet de las cosas”. Un perfil de abogado “todoterreno”.
“Los juristas o abogados necesitan estas habilidades, especialamente para aquellos despachos más pequeños donde necesitan obtener más productividad para ponerse al nivel de los más grandes. Chatgpt escribe la demanda, pero detrás tendrá que haber una persona especializada que pueda corregirla”, puntualiza Todolí. A ello, añade que, desde el equipo que ha participado en la investigación “propondrán a la universidad ser un compañero de viaje en toda la profesión”. Preguntado por los profesionales que están ejerciendo y a quienes la revolución tecnológica les ha alcanzado ya en el mundo laboral, el catedrático de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social insiste en que la UV tendrá que ofrecer espacios de formación para los ya graduados “a través de microcréditos o postgrados que sean bastante avanzados” para no quedarse a la cola de la sistematización de las tareas.
Y es que, aunque el modelo de OpenAI fuese lanzado a finales de 2022, y como consecuencia, el boom de la inteligencia generativa empezó a brotar en la sociedad, con más énfasis en el ámbito educativo, la IA empezó a formar parte en torno a la década de los 50 con máquinas que funcionaban por sí mismas. “La introducción de esta tecnología se ha hecho de forma transversal en todas las profesiones a partir de Chatgpt y ello ha permitido revolucionar la concepción individual y colectiva de lo que puede hacer una inteligencia artifical. El nivel de utilización aún no es absoluto y nos queda mucho por explorarla”, destaca Todolí.
0